Sé que estoy dormida porque esto no es real. Últimamente duermo mucho, parezco una marmota. Después de que cada chico se desahogará de su carga personal, volvieron a hablar como si nada. Yo por otra parte, me quedé dormida en algún momento de la noche. No me acuerdo cuando pasó.
Me encuentro en otra de mis visiones. El lugar en el que estoy no es real. Es un bosque. Los árboles están vestidos de hojas marrones y verdes, señal de que el otoño está presente. Miro hacia abajo, las hojas caídas de los árboles esconden el verdadero suelo. No sé bien qué estoy pisando, el camino es irregular, y es difícil andar. Miro alrededor en busca de algún espíritu que necesite ayuda, pero no hay nadie. Se me hace extraño, lo normal es que haya alguien esperando por mí. Pero si no es así ¿Qué hago aquí? Empiezo a tener miedo.
Corro por el camino, sin saber muy bien adonde me dirijo. Por suerte, la luna llena me da la suficiente luz para vislumbrar lo que se encuentra delante de mí. Sigo corriendo, cada vez más rápido. Huyo. ¿De qué? Unos gritos de agonía se escuchan detrás de mí. Paro con curiosidad. No veo nada. Sigo sola en este extraño lugar. Estamos yo y la niebla. Esta avanza silenciosamente, desplazándose sobre la tierra, y consumiendo todo a su paso. El ambiente está cargado de humedad, y decido seguir con mi marcha antes de que pase algo peligroso. Aunque estoy corriendo apenas puedo avanzar unos pasos. Parece un bucle, me quedo siempre en el mismo sitio. La niebla avanza y está a punto de alcanzarme. Los gritos de terror y dolor cada vez se oyen más cerca. No me puedo mover, algo sujeta mis pies. Sin quererlo, la niebla me envuelve y no puedo ver nada. El corazón late desbocado dentro de mi pecho, pero me obligo a pensar con claridad y relajarme. Sé que es un sueño, y nada malo puede pasar. Los gritos se oyen más cerca, avanzo hipnotizada, pero no sé muy bien dónde. Según me acerco a la fuente, distingo una figura entre la niebla. Es Nathan, está en el suelo, llorando y gritando de dolor, como si alguien le estuviera haciendo mucho daño.
Intento acércame para ayudarle, para consolarle. A cada paso que doy, él se aleja más. No puedo llegar. Minutos después, desaparece y otra figura le sustituye: Alex. Este pasa corriendo por mi lado, también llorando y gritando.
— ¡NO PADRE! ¡NO ME OBLIGUES! —grita.
Son gritos tan agónicos que mi corazón sufre por él. Intento gritar su nombre, llamar su atención, pero es en vano, al igual que antes. ¿Qué quieren que vea? No entiendo nada. Por último, Alex desaparece, y ante mí, justo delante. Logan permanece de rodillas, con un cuerpo entre sus manos. No logro ver bien quién es, pero deduzco que es su hermano. Llora en silencio. Su rostro y su postura muestra el dolor que siente. Él no grita, no corre, solo permanece ahí con su hermano entre sus brazos.
Lloro. Quiero salir de aquí, no quiero ver nada más. Esto es demasiado doloroso para mí, y por una vez en la vida, no entiendo qué está pasando. Mis visiones no funcionan de este modo. Todo desaparece, el escenario cambia. Ahora estoy a oscuras, tumbada en la tierra húmeda. Me muevo, buscando la salida intentando despertar. Una tapa se abre y entra luz. Me doy cuenta de que estoy dentro de un ataúd. El pánico me inunda y deseo salir, pero no me puedo levantar. Grito con puro terror, pero nadie me oye. Tres figuras se asoman, lloran, y veo tristeza en sus ojos. Son los chicos. ¿Acaso este es mi entierro?
— ¡CHICOS! —grito inútilmente, nadie me oye. ¡No puede ser cierto!
— ¡NO! ¡NO!
No hay salvación, vuelven a cerrar y la oscuridad me baña de nuevo. Siento que me ahogo, quiero salir pero no puedo.
Alguien me mueve, me grita. Intentan despertarme pero me cuesta mucho abrir los ojos. Sé que sigo gritando, casi quedándome sin voz. Mi garganta escuece, y cuando abro los ojos al final, tengo la cara llena de lágrimas.
Miro alrededor, estoy en mi habitación. Todo ha sido una pesadilla. Alguien sigue a mi lado, gritando mi nombre, como si aún estuviera dormida. Es Logan.
— ¡Sarabell! ¡Despierta! ¡Es una pesadilla! ¡Estás bien!
Me tiene entre sus brazos, e involuntariamente intento liberarme. Aunque no les sienta, necesito respirar. No les puedo tocar, pero no sé cómo lo hace para conseguir abrazarme sin traspasarle. Me da igual ahora mismo, le necesito cerca.
El me sigue consolando —o eso creo— una brisa asciende y desciende por mi espalda, lo que parece ser su mano; y dice palabras reconfortantes cerca de mi oído. Cuando creo que ya se me ha pasado el susto, me separo de él y nos miramos.
— ¡Guau! —dice— Ha debido de ser una pesadilla horrible.
— No te lo puedes ni imaginar —consigo decir en voz baja. Ninguno vuelve hablar. Está sentado en el borde de mi cama, más cerca de lo que debería. Nuestra comunicación se basa en las miradas. Siento que sus ojos dicen todo lo que necesito saber.
— ¿Estás bien? —pregunta.
— Ahora sí. Dios, parecía tan real. Gracias por…consolarme —digo avergonzada.
— No hay de qué. De verdad parecía que estabas sufriendo.
— ¿Cómo has conseguido que no te traspase?
— Usando lo que nos enseñaste, he practicado para poder hacerlo con todo el cuerpo. Me alegra que haya funcionado.
— Supongo que es buena idea. Aunque me hubiera gustado sentir un abrazo de verdad. —digo triste.
— Lo siento, eso de momento no te lo puedo ofrecer.
Ambos reímos. Miro la habitación, la luz de la mesilla está encendida, y Alex y Nathan están dormidos en el suelo, igual que dos troncos. Casi parece que ni respiran. El rostro de Logan no muestra rastro de sueño, por lo que imagino que no estaba dormido. Por el contrario, parece cansado. No le he conocido en persona, y seguro que era un chico que rompía corazones; pero ahora está muy pálido, y delgado. Como si estar así, le consumiera poco a poco.
— ¿Por qué no dormías?
Editado: 02.03.2021