A pesar de que estoy muy relajada entre los chicos, poco a poco va pasando el tiempo, y la hora de mi cita con Camila llega. A mediodía decido hacerme algo de comer. Escojo algo ligero, pues aún me siento algo empachada por el desayuno. Como no hay nadie más en casa a parte de los chicos, me preparo una rica ensalada con todos los productos que encuentro en la nevera: lechuga, pepinos, zanahoria, huevo cocido… también añado un poco bonito, y unas aceitunas. Me doy cuenta de que es demasiado, pero lo que sobra lo dejo para cenar, o para mi tía.
Cuando termino de comer y recoger vuelvo al comedor, donde los chicos siguen en el mismo sitio donde les deje, lo único que ha cambiado es la película. Ahora los tres disfrutan una de mis clásicos de animación, aquellos que disfrutaba cuando era pequeña, y mi única preocupación era no encontrar a mi osito de peluche favorito. Indirectamente me alegro de que los chicos no sean corpóreos del todo. No creo que pasarse un día entero tumbados en el sofá, sea lo más recomendable. Cuando me siento en una silla que hay cerca del sofá, decido contarles sobre mi plan de la tarde.
— Chicos, mientras descansáis y os relajáis, yo he quedado con mi amiga Camila. Con todo este asunto hace mucho que no nos vemos, y no quiero traerla aquí.
— ¿Por qué? No la vamos a hacer nada malo —dice Alex sonriendo.
— Solo con decir eso ya me dices todo.
Todos me miran pensativos durante varios minutos. Antes de que la situación se vuelva más incómoda, hablo.
— ¿Queréis preguntarme algo?
— ¿No quieres que te vean con nosotros?
— ¿Has pensado si quiera esa pregunta antes de hacerla?
— Lo que Nathan quiere decir —interviene Logan— es que porque parecer que huyes de nosotros.
— No es eso, no huyo. Si estuviera huyendo, no os ayudaría. Solo quiero salir con mi amiga a relajarme un poco, es todo.
— Sí, relajarte. Pero te recuerdo que nuestro tiempo vuela, no podemos estar de este modo para siempre.
— Lo sé Alex, pero por que un día no este con vosotros, o no estemos buscando una solución, no creo que os muráis. Comprendedlo. —Durante varios minutos ninguno dijo nada. Los tres parecían enfadados. Al final como siempre, Logan aporto su lado sensato.
— Chicos, Sarabell hace todo lo que puede por nosotros, solo va a quedar con su amiga, es razonable. No os preocupéis. —Este se dirige hacia mí sonriendo— Vete y disfruta, nosotros estaremos aquí cuando vuelvas.
— Vale, no hagáis nada raro. Me imagino que mi tía no vendrá esta noche.
— No te preocupes, tampoco es como si pudiera vernos.
— Ya me entendéis.
Preocupada y aliviada subo a mi cuarto para cambiarme. Aprovechando mi nueva faceta, sigo sacando ropas que me regaló mi tía y no usaba. Rebusco entre las cajas hasta encontrar un precioso vestido informal de flores. Como complemento me pongo las convers y una chaqueta de cuero; para finalizar, recojo mi largo pelo rubio en una coleta. Hoy no siento el deseo de ocultarme.
Feliz por mi decisión, salgo de mi cuarto con el bolso en mano. Antes de irme compruebo que tengo suficiente dinero, pues mi intuición me dice que buscar el perdón de Camila me saldrá más caro de lo que me imagino. Cuando cruzo el comedor para salir por la puerta, los chicos parecen despertar del letargo y mi miran con la boca abierta.
<< ¿Qué pasa? ¿Nunca han visto una chica? >> pienso.
— ¿Hay algún problema, chicos? —pregunto preocupada por su reacción.
— ¿D-de verdad eres tú? —pregunta Alex tartamudeando.
— Claro —me rio por su facciones— Chicos, sois unos exagerados.
— Estábamos a punto de pensar que eras un chico. Siempre te vemos en chándal.
— Qué gracioso Nathan ¿No sabes decir, aunque sea una vez, algo agradable?
— Lo que Nathan y Alex pretenden decir es que estas asombrosa, Sarabell. Muy guapa, como siempre.
— Gracias Logan, como siempre.
Sonriendo me despido una vez más de ellos y salgo por la puerta con la energía renovada. Que Logan me diga que estoy guapa, hace que sonría como nunca. Si siendo de esta manera consigo que se fije en mí, tal vez, tenga que hacerlo más a menudo.
Dejo mis ensoñaciones para otro momento y acelero el paso. Lo mejor es no hacer esperar a Camila mucho más o su enfado empeorará y estaré perdida. Voy por la calle contenta, disfrutando del suave clima de primavera; oliendo los aromas de las flores del campo; y observando a cada transeúnte que circula cerca de mí. Veo el mundo distinto, no tan oscuro y negro. Más brillante y lleno de luz. Incluso mis propios pensamientos parecen ahora más alegres que antes. Sigo sonriendo hasta llegar al lugar de nuestra cita: Cherry’s.
Cuando entro, me encuentro a Camila sentada en la mesa del fondo. Miro el local y parece que está a rebosar. Deduzco que como consecuencia, nos han quitado nuestro sitio especial al lado de la ventana. Camino hacia ella sin prisa, cuando al final levanta la vista del móvil, parece verme. En vez de sonreír, frunce el ceño.
— ¿Pasa algo? —pregunto extrañada por su gesto— ¿Acaso llevas mucho tiempo esperando? Perdóname, tenía que darle unas últimas indicaciones a los chicos, nunca es aconsejable dejar a tres fantasmas….
— No. No. No es nada de eso —me interrumpe— Es que te veo….distinta. ¿Eres tú?
— Pues claro ¿Quién si no?
— Y ¿Por qué vas vestida así? No me entiendas mal, me encanta tu nuevo look, pero es raro en ti.
— No sé, me siento distinta.
— Parece que estar con los chicos te viene bien.
— Eso parece, pero por favor, no hablemos de ellos. Estamos aquí para disfrutar de una tarde juntas.
— Cierto. A ver que hay en la carta.
Con esa declaración tengo claro que Camila viene con hambre. No bromeaba cuando decía que me lo haría pagar. No le doy importancia y yo también cojo la carta para decidir qué quiero comer. El camarero se acerca y ambas tenemos claro lo que queremos.
Editado: 02.03.2021