Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 13

Espero en la calle, con la llave a centímetros de abrir la puerta. Necesito respirar aire y relajarme antes de entrar. No puedo creer que alguien, un desconocido, nos esté vigilando ¿Y si es el asesino? ¿O un cómplice del asesino? ¿Cómo voy a confiar en él? Él mismo pone en la nota que no confiase en nadie, pero ¿en él sí?

Todo esto es demasiado confuso. Siento que la cabeza me iba a explotar en cualquier momento debido a tanta información. ¿Qué puedo hacer? Apenas soy una universitaria que desea acabar su último año de carrera, aprobar todos los exámenes, y conseguir trabajo en lo que me gusta. ¿Cómo me he metido en todo esto?

Necesito respirar profundo antes de entrar en casa. Tantas preguntas están empezando a agobiarme, noto la respiración acelerada, los ojos nublados por las lágrimas, y el corazón bombeando a mil por hora. ¿Por qué me pasa esto a mí? Respiro profundo un par de veces, intentando coger todo el aire que mis pulmones son capaces. No quiero que ellos me vean así.

Una vez tranquila, abro la puerta. La casa está en silencio, me parece extraño. << ¿Dónde están los chicos? >> Pienso. Entro a cada habitación de la planta baja sin éxito. La televisión está apagada, y todas las luces también. Mi tía tampoco está. Me empiezo a asustar.

— ¡¿Chicos?! —grito con desesperación en la voz. — De verdad que no es momento para bromas, ni juegos.

Sigo sin oír, decido subir a mi habitación. Supongo que ya volverán y ahora mismo necesito descansar. Con pasos vacilantes subo uno a uno los escalones. Parece un camino interminable, me pesan las extremidades como un saco de piedras. Estoy verdaderamente exhausta con todo este asunto, solo deseo poder solucionarlo pronto.

Por fin llego a la puerta de mi habitación y abro con decisión. Una vez dentro, respiro relajada de nuevo. No me había dado cuenta de que había retenido la respiración. Nathan, Logan y Alex se encuentran aquí; dos sentados en la cama; y Alex en el escritorio, usando el ordenador. Cuando entro, se vuelven hacía mí sonriendo.

— Hola chicos, menudo susto me habéis dado.

— Perdona, hemos decido buscar algo de información mientras no estabas.

— Y no quería perder mi figura de atleta sentado en ese sofá viejo —refunfuña Alex.

— Ya claro, tu figura de atleta. Deja de soñar. —me burlo de él.

— Ya te gustaría verla —presume de nuevo.

No niego que cada uno de ellos esté debidamente constituidos físicamente: con sus músculos apretados, sus rostros escupidos por dioses, y su firme torso trabajado en el gimnasio; pero ahora mismo eso no es el tema principal. Cómo Alex no hace más que posturas estúpidas de culturista, no puedo parar de reír. Poco a poco me siento más relajada. Sonriendo me dejo caer en la cama, junto el moreno y Logan.

— ¿Estás bien?—pregunta Logan— ¿Qué tal con Camila?

— Muy bien. Hemos comido, reído y cotilleado hasta que me ha tocado pagar —ellos se ríen.

— ¿Tanto habéis comido?

— No es eso. —me siento en la cama para poder explicar mejor qué ha pasado— Cuando me han traído la cuenta, venía otro papel con ella. Este.

Sacándole del bolsillo de la cazadora que aun llevo puesta, se le entrego a Logan. Los demás se reúnen a su lado para poder leer lo que pone. Unos minutos después todos ellos tienen el mismo rostro pálido que tuve yo cuando la leí.

— ¿Qué quiere decir esto? —pregunta Nathan confuso.

— Yo tampoco lo entiendo. Ha aparecido sin más, y no sé si es de alguien bueno o malo.

— No podemos confiar en nadie, ni siquiera en el dueño de esta nota. En una cosa sí que coincido con él o ella: tenemos que empezar ya a buscar pistas, a averiguar que nos pasó y buscar el origen de nuestro accidente.

— Además de salvaros la vida —digo con sarcasmo.

— Eso también.

Resoplando me vuelvo a tumbar en la cama. Miro al techo, creyendo que es la cosa más interesante del mundo. Sin embargo, es lo único que me ayuda a pensar con claridad.

— Mañana empezaremos a interrogar a vuestros amigos. —digo decidida. El silencio se rompe con aquellas palabras. Todos sabemos lo que significa: meternos de cabeza en el peligro.

— ¿Estás segura?

— Sí.

Se acabó el ser tímida, cobarde, estúpida. Es momento de la acción, de ayudar a estos tres chicos a regresar a la vida antes de que mueran del todo y luego sus espíritus me persigan por toda la vida.

Es momento de que yo, Sarabell Johnson, cambie de actitud y haga frente a mis miedos.

Por ellos.

Por mí.

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¡HOLA!! Este capítulo es más corto, lo siento. El sábado vuelvo con uno más largo. Espero que esteís disfrutando. Poco a poco hay más acción y las cosas se van a ir poniendo peor para Sarabell y nuestros fantasmas. 

¿Os está gustando? Cualquier opinión dejadla en los comentarios. Espero que votéis y comentéis. Muchos besos.

Verona Eleven.

 



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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