Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 17.1

PARTE 1

Lucas nos aportó mucha información el otro día. Al principio me trató como una loca, pero gracias a las pistas de Nathan pude convencerle. Me temo que esto pasará con todos con los que queramos hablar. Es una situación, que desde mi experiencia, es extraña. No es fácil fiarte de una desconocida que afirma poder ver a fantasmas. Es del todo descabellado, pero es la verdad.

Nos queda interrogar a los amigos de Alex, e investigar en la casa de Logan. Parece poco, pero cada día que pasa, el final de los chicos también llega. Ellos no lo dicen, pero cada vez están más cansados, su luz se va apagando, y temo que no quede tiempo suficiente. Vamos contrarreloj, y noto una enorme presión sobre mis hombros. Por un lado, quiero terminar con esto cuanto antes, pero no es tan fácil como parecía en un principio.

No soy tan fuerte como mi abuela, y sin duda, no sé cómo ella ha podido hacer esto durante tantos años. Toda su vida. Me imagino que habrá situaciones fáciles y difíciles. Yo como novata, me ha tocado la más difícil de todas. ¿De verdad alguien ha podido hacer intencionadamente algo de esto? Se me hace imposible de creer, y sin embargo, cada vez estamos más cerca de averiguar la respuesta.

Hace unos meses no se me habría ocurrido pensar que me podría pasar esto. La vida da muchas vueltas y no sabes dónde puedes acabar. Necesito respirara profundo. Últimamente siempre noto que me falta el aire. La universidad, los chicos, mi tía… son demasiados asuntos que tener en cuenta.

El aire fresco del verano sopla suave en la calle. Sentarme en el marco de la ventana de mi habitación siempre me ha ayudado a relajarme. Y aunque tengamos un patio enorme, prefiero sentirme libre dentro de mi propio rincón de la casa. En este momento no existe nadie más, y no hay nadie dependiendo de mí. El aire se cuela por la ventana de la habitación, y hace que la tensión que siento desaparezca. Me siento ligera y relajada. Miro el cielo lleno de estrellas, la luna brillando en lo más alto, y el canto de los grillos que alegran las noches de verano. Por unos minutos no existo.

Pero todo esto no es verdad, pues tres chicos —aunque aún sean desconocidos para mí— me necesitan. Me comprometí con ellos, y yo cumplo mis promesas. Podría hacer como si nada, y lavarme las manos, pero no es mi estilo. Desde pequeña siempre he querido ayudar. No me costaba nada enseñar mi pequeña sonrisa sin dientes, y ofrecerme a cuidar a mi abuela, llevar comida a los refugios, o cuidar y buscar nuevos hogares a los animales perdidos. Era feliz haciendo esos pequeños gestos, y no va a cambiar nada. Así he sido siempre, y así soy ahora.

— Pareces perdida en otro mundo

Sé que es él quien dice esas dulces palabras. Mi cuerpo ha aprendido a sentirle antes de que hable. Su sola presencia consigue que mi corazón acelere, y me falte el aire. No quiero mirarle. Si lo hago, no podré apartar mi mirada de la suya. No podré callarme lo que estoy empezando a sentir por él. Y no podré decirle que lo nuestro será siempre algo imposible.

No tengo la certeza de poder salvarles. Haré lo que haga falta. Pero ¿y si no lo consigo? No soportaría vivir toda una vida cargando con esa pena. ¿Por qué tuve que sentir algo por él? ¿Acaso no hay más chicos en el mundo? Podría haber sido más fácil conocer a alguien en la universidad. Podría haber sido feliz, incluso. Pero con él, todo era distinto. El mundo giraba a otros compas, y mi centro se desestabilizaba cuando él estaba cerca. Por esas razones, no podía mirar a nadie más como le miraba a él.

— Solo pensaba, y me imaginaba lo minúscula que soy comparada con ese firmamento lleno de estrellas.

No sabía en qué momento me había vuelto tan melancólica y filosófica. Me veía ridícula de esa manera, pero él, parecía seguirme la corriente.

— Todas esas estrellas no pueden compararse con el brillo de tus ojos.

Quiero decir que me desmayé en aquel mismo instante de amor, pero no fue así. Solo consiguió que me sonrojara de vergüenza. Seguí sin mirarle.

— ¿Hay algo que te preocupe? —preguntó curioso.

— Muchas cosas. Tú, los chicos, mi carrera, todo este misterio, mi tía… Siento que se me escapan las horas y los días entre las manos, y no avanzamos. Siento que os pierdo, y por loco que resulte, os he cogido cariño.

— Tú haces todo lo que puedes.

Sabía que Logan se había sentado justo enfrente de mí, en el sitio que sobraba. Me miraba. Podía notarlo, y como ya no tenía excusas para evitar este momento, también le miré. Estaba más espectacular que nunca. Llevaba el pelo despeinado, cada uno de sus mechones apuntando a lugares distintos, parecía que acababa de quitarse la bandana que siempre llevaba. Sus ojos seguían como siempre, con ese azul brillante. La luz de la luna se reflejaba en su rostro, dejando zonas de sombra y mostrando su lado más misterioso. Supongo que en el fondo, todos tenemos luces y sombras.

— ¿Dónde están los chicos? —pregunto curiosa. Lo que fuera para poder apartar la vista de el, y no parecer una loca.

— Nathan viendo la tele. Alex salió a localizar a sus amigos. Y yo aquí, junto la chica más guapa de este planeta.

— ¿No crees que exageras? —rio para quitar tensión al ambiente.

— Nunca he sido más sincero. No sabría cómo darte las gracias.

— No hace falta, es algo con lo que he nacido. Es como mi destino ayudaros a vosotros, y todos los fantasmas del mundo. No hay nada que agradecer.

— ¿Siempre te infravaloras tanto?

Le miré de nuevo. Parecía enfadado. Yo siempre he sido una chica introvertida, a la cual veían más como un bicho raro, que como una mujer. Los chicos no habían sido mi prioridad, y las amistades tampoco.

— Solo digo la verdad. Soy como soy, nunca me he antepuesto yo a los demás. Cuando tienes este don, no es muy fácil hacer amigos, o tener novios. Es lo que hay, viene con el pack. Una soledad absoluta.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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