PARTE 2
— ¿Alex estas seguro de que me van a dejar entrar?
— Confía en mí, nosotros siempre veníamos aquí.
— Sí, pero ¡vosotros sois casi ricos! Yo no.
— Todo se basa en la apariencia, querida.
Aparentar. Una sola palabra y miles de quebraderos de cabeza.
Después del casi beso con Logan, Alex entró en casa todo feliz al saber el paradero de sus amigos. No me podía imaginar que solían acudir a un club de campo para ricos y millonarios. ¿Cómo me iba a colar yo ahí para poder hablar con los chicos? No tenía ni idea, pero Alex ya tenía pensando un plan. Un plan que no me gustaba nada.
Alex espera a que Nathan, Logan y yo lleguemos al comedor para explicarnos qué ha descubierto. Cuando paso a su lado dirección a la cocina, me doy cuenta de que lleva una bolsa de traje colgada del brazo. Antes de preguntar, decido ir a por un vaso de agua. La situación de hace unos minutos me ha dejado con la boca seca.
Cuando vuelvo a la cocina, el rubio habla animadamente, y el resto escucha con atención. Como llego a mitad de la conversación, no sé bien cuál es el tema, así que cuando me pregunta qué me parece, solo se me ocurre decir una palabra.
— Bien —digo despistada. No sé a qué he aceptado, la verdad.
— ¡Genial! Sarabell prepárate. Te he traído eso, espero que sea de tu talla.
— ¿Perdona, qué? — ahora sí que presto atención a lo que tiene que decir. ¿En que momento he aceptado a cambiarme de ropa?
— El vestido, te le tienes que poner.
— ¿Para qué? —pregunto aún confundida.
— No has prestado atención a nada de lo que he dicho, ¿verdad? —niego con la cabeza avergonzada. — Les explicaba a los chicos que sé cómo entrar al club. Cómo tú eres la única corpórea de los cuatro, tienes que vestirte de acuerdo a la ocasión, y te he traído todo lo necesario.
— No sé si quiero preguntar de dónde has sacado el vestido.
— Mejor que no preguntes. ¡Bien! Si ahora te has enterado del plan, manos a la obra. Los chicos estarán esta noche y no podemos perder más el tiempo.
— Pero yo nunca me he puesto vestidos, y además, no me fio de tu gusto… y si lo estropeo todo —las dudas me asaltan. Siempre he intentado ser invisible, y justamente ahora me piden que brille más que nunca. No me veo capaz de hacer eso.
— Confiamos en ti, solo tú puedes hacerlo. Estaremos a tu lado para ayudarte. Venga Sarabell, tú puedes.
Les miro a la cara con temor. Ellos sonríen inocentes, e involuntariamente me hacen sentir peor. Ellos están arriesgando sus vidas por mí, así que tengo que hacer esto por ellos.
— Vale, pero esperad aquí mientras me preparo. No quiero a nadie fisgando a través de las paredes.
— Ningún problema, esperaremos aquí como buenos caballeros.
Cojo la bolsa del traje con cuidado y me dirijo a la habitación. Cierro la puerta detrás de mí y respiro con calma. Intento tranquilizarme. Coloco la bolsa con cuidado sobre la cama y la abro para observar su contenido. Un precioso vestido azul eléctrico me recibe. Además, hay una caja de zapatos y algunos complementos. Alex ha pensado en todo y no quiero saber de dónde lo ha sacado ¿Y si lo ha robado? ¿Y si me pillan con ello puesto? Intento despejar mi cabeza y comienzo a desvestirme. No tardo mucho en notar que el vestido se ajusta a mi talla y es de lo más cómodo. Consta de un corsé ajustable en la zona del pecho, y una falda ancha, que llega hasta por debajo de las rodillas. La tela es suave, vaporosa y nada pesada. Por un minuto me siento como una princesa. Me miro en el espejo mientras recojo mi larga melena rubia en un moño. Decido llevar el pelo recogido porque quiero que este vestido haga toda la magina. Inconscientemente al mirar al espejo, me paro a comparar el color del vestido con los ojos de Logan.
No quiero ir por ese camino, no de nuevo.
Me dirijo a por los zapatos que reposan en la caja, y cuando les saco, tengo claro que no me les pienso poner. Con ellos en la mano, salgo de la habitación ya preparada para irme. Los chicos esperan en el salón, cada uno dando vueltas a sus propios problemas.
— No pienso ponerme estos zapatos. Son como un rascacielos de altos.
Ninguno dice nada, y cuando les miro a la cara, todos tienen los ojos y la boca abiertos de par en par. Parece que —irónicamente— estuvieran viendo un fantasma.
— ¿Pasa algo? ¿Me he puesto algo mal?
— Es-es-estas… —Alex intenta decir algo pero empieza a tartamudear sin parar. Le miro confuso sin entender qué pasa.
— Chicos soy yo. No os comportéis como tres imbéciles.
— Perdona Sarabel, pero es que estas….
— Preciosa —Nathan es interrumpido por las palabras de Logan. Y como una tonta que soy, me sonrojo.
— Gracias, pero estos tacones no me les pongo. Me voy a caer.
— Te les tienes que poner, van con el modelito. — justifica Alex.
— Pues me les pongo en el coche, porque creo que no llegaría ni hasta la calle con ellos puestos. Así que venga, id saliendo. Nos vamos.
Intento dar pasos pequeños hasta la puerta del club, manteniendo el equilibrio y mirando a un punto fijo. Los chicos están a mi lado, pero en caso de que mis labios besen el suelo, ellos no me van a poder ayudar. Tengo que ser una mujer que no dependa de los hombres. Por lo menos ahora no.
Cuando llego a la puerta, el recepcionista se queda embobado durante unos minutos, pero rápidamente vuelve en sí. Ahora entiendo el propósito de este vestido.
— Buenas noches señorita, ¿Puedo ayudarla?
— Sí —hablo con seguridad para aparentar, cómo dice Alex— Un amigo mío me está esperando dentro. Tenemos una cita, ¿sabe usted? Y estoy muy nerviosa, no quiero fastidiarlo.
— Eso es estupendo, pero necesito la invitación y el nombre de su amigo.
Miro a mi alrededor. Alex no me ha dicho nada de esto y no sé bien cómo actuar.
Editado: 02.03.2021