Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 18

Esto es enorme y estoy perdida.

Este lugar es casi tan grande como un estadio de futbol. No sé las veces que he recorrido cada uno de los pasillos en busca de nuestros sospechosos. Tengo los pies molidos y tanto paseo ha sido totalmente inútil. No hay rastro de ellos.

El club consta de tres plantas, todas ellas igual de extravagantes, lujosas, y detalladamente decoradas. En la planta baja, por donde hemos entrado, se encuentra el bar, un “pequeño” salón —si se puede decir así—, varias salas para fumadores, otra sala para jugar al póker, al futbolín, a las cartas…; y la zona de jardines donde se encuentran la piscina abierta, y las pistas de tenis y futbol. También hay un lago, y un extenso y precioso jardín decorado con flores de temporada. Además, está lleno de altos árboles que cobijan bajo su sombra a los miembros del club que desean tomar algo fresquito, o están dando largos paseos.

En la segunda planta, se puede deducir que es solo para mujeres. Por su pasillo andan mujeres de la misma clase social, que cotillean de asuntos sociales, insultan a otras mujeres, y presumen delante de las demás sobre sus riquezas. Algunas de ellas van en bata, lo que me hace pensar que hay salas de masaje, spa, y miles de otras habitaciones para el cuidado de su cuerpo.

La tercera y última planta es donde me encuentro ahora. En las otras dos plantas no he encontrado rastro de los chicos. Y aunque Alex me ha ido guiando por este laberinto, no ha servido de mucho. ¿Por qué? porque se iba despistando con cada habitación que pasábamos, sobre todo en la zona de mujeres. Cómo es un fantasma, ha aprovechado más de la cuenta. En otra situación me habría molestado, pero viendo lo malas que son todas ellas, me ha dado igual y le he dejado en paz. El pobre necesita disfrutar también. Los tres lo necesitan. Y como nadie, salvo yo, les ve…pues pueden aprovechar.

Me he dado cuenta de que Alex es un hombre que le cuesta concentrarse. No me importaría en otro momento. Pero justamente ahora no lo veo adecuado. Estamos aquí por una razón y estos tacones se me están clavando como agujas en los talones. Para rematar la noche estoy cansada, estresada, e impaciente. Todo unido me convierte en una bomba emocional. Cruzo los dedos y deseo por que los amigos del rubio se encuentren en la planta que nos queda, porque sino, le salvo la vida para luego matarle yo.

Esta planta está decorada de forma más seria que las otras dos. Las paredes son verde oliva, combinado con muebles de roble, y algunas fotos de ex-miembros honoríficos del club. Aquí también hay más habitaciones, pero todas ellas están cerradas, y el instinto me dice que no es recomendable abrirlas.

— Esta zona es como la más privada de todas. Si Marcos y John están en algún sitio, están aquí.

Intento caminar sin hacer ruido, pues siento como si no deberíamos estar aquí. Nunca me han gustado los clubes clasicistas que tienen total libertad para hacer lo que les da gana solo porque se creen que tienen derecho. El dinero puede ser un factor importante en la sociedad, pero eso no justifica las atrocidades hechas con él.

Todo está en silencio, y estoy decidida a irme de aquí, pero de repente una puerta se abre, y me quedo congelada en medio del pasillo. Por un lado, curiosa; y por el otro, nerviosa por haber sido pillada infraganti.

De dicha habitación sale una mujer despampanante. La hecho un vistazo, y a pesar de que viste bien, sé que no es como las mujeres de una planta más abajo. No rezuma dinero y despotismo por los poros. Solo con mirarla bien, sé que ella está aquí por trabajo, y me da pena. Seguro que es su único medio para vivir, pero en el fondo, creo que mujeres como ellas, puede llegar a hacer algo mejor. No sé el verdadero motivo por el cual se dedica a dar placer a los hombres, pero la veo, y siento que la tengo que ayudar.

Es joven, casi de mi edad. Viste con una falda muy corta. Tanto que más que una falda, parece un cinturón ancho. En la parte superior lleva una blusa de tirante y blanca, a través de la cual se la transparenta el sujetador negro. Sé que estamos en verano y hace calor, pero sus vestimentas, dejan poco a la imaginación. Cuando pasa por mi lado, me ignora mientras guarda algo en un pequeño bolso que cuelga de su brazo. Imagino que ha cobrado bien por sus servicios, pues una pequeña sonrisa de victoria adorna su rostro. La observo hasta que desaparece por las escaleras. Por inercia, me muevo hacia la habitación de la que acaba de salir. No entiendo bien por qué entro. Los chicos me siguen de cerca y no parecen llevarme la contraria.

Parece estar vacía. Una cama de matrimonio, tan grande como mi habitación, se encuentra en medio de la habitación. Las sabanas están en el suelo, y las almohadas también. Hay ropa esparcida por toda la habitación, y el ambiente está cargado de sudor. No necesito ser muy lista para saber qué ha pasado en esta habitación.

Sigo avanzando ignorando mi sentido común, ese que me dice que salga de allí cagando leches porque a lo mejor me confunden con una de ellas. Oigo ruido que sale de una de las puertas de la habitación, deduzco que es el baño. Son voces de hombres, y por lo menos de dos.

<< ¿De dos? >> pienso << ¿Se ha montado un trio? Normal que salga tan contenta, doble sueldo>>.

— Esa chica no ha perdido el tiempo, con razón salía tan contenta —comento a los chicos en voz baja. Ellos asienten pero solo curiosean por la habitación.

— Esos pantalones les conozco —dice Alex señalando una prenda de vestir del suelo.

Voy a acercarme a mirar de cerca por si encuentro alguna cartera o algo que pueda identificar los pantalones, pero el ruido de los tacones contra el suelo me delata, y las voces que se escuchan del baño callan. Se oyen pasos que se acercan. Mi primer instinto es esconderme, pero sería de idiotas, pues en verdad he venido a buscar respuestas. Espero valiente la llegada de los degenerados, inventado en mi cabeza un plan para intentar salir de allí sin dar mucho el cante.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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