Un Misterio (para)normal

CAPÍTULO 31

Maratón 1/2

Leer el final del capítulo 30 para no perder detalle, fue actualizado el otro día.

 

¿Por qué siento esto como un Déjà vu? El intentando matarme de nuevo y yo reviviendo escenas de mi vida. Tal vez el ruso no tiene mucha originalidad y se está volviendo un poco repetitivo. ¿No acabaríamos antes si me mata de una vez? No me entendáis mal, no tengo ninguna intención de morir, pero es que tengo prisa y este individuo siempre aparece en el peor momento con la misma amenaza.

— Sabes que eres muy pesado ¿No?

En menos de una semana me han amenazado de muerte como tres veces, para que luego me queje de que mi vida no tiene incentivos y vivo estancada en una rutina constante. A partir de hoy —y si salgo viva de esto— no volveré a quejarme de nada que me depare el destino. Pienso dejarme llevar.

No sé el tiempo que llevamos enfrentando nuestras miradas. Verde danzando en una lucha a muerte contra el negro más absoluto. Todo en el te pone los pelos de punta, pero su mirada te atraviesa y te deja indefensa. Tengo los brazos levantados, la típica postura que se suele poner cuando te apuntas con un arma. Sin embargo, no sé cuánto tiempo más aguantaré así, estoy empezando a sentir cosquilleos por los músculos y me duelen las articulaciones. A través de las ventanas veo que la oscura noche a dado paso al amanecer. El comedor y el hall se iluminan con los primeros rayos del sol, no dejando ningún rastro de sombras en el lugar. El comienzo de un nuevo día significa el final para los chicos, y en vez de estar perdiendo el tiempo aquí, debería estar en el hospital buscando al tercer sospechoso. Me siento furiosa.

— Acabemos con esto de una vez, si no me vas a disparar, deja que me vaya, los chicos necesitan mi ayuda. —El tono de mi voz es calmado, a lo mejor si empatizo con él pueda convencerlo de dejarme ir.

— ¿No lo entiendes? Mi trabajo es matarte, acabar con tu vida. Tengo que hacerlo.

— ¿Entonces porque dudas tanto? Has tenido muchas oportunidades para hacerlo, pero sigues dudando. ¿Por qué?

Duda. Su mirada está perdida, es un pozo de desesperación, y gano la partida. El arma tiembla en sus manos. ¿Y si en realidad no es tan malo como hace pensar a la gente? Ha tenido una infancia dura, no ha recibido amor. Un niño que carece de afecto paterno o materno en su infancia, y se somete a una vida de violencia, acabará convirtiéndose en las personas que le hicieron tanto mal. Acabarán convirtiéndose en la persona que tengo delante. Por eso amo a los niños y quiero ser maestra, para poder cambiar el mundo y ayudar a esos seres tan pequeños a hacer grandes cosas.

Antes de que se decida a actuar, varias cosas pasan. Las sirenas de policías se oyen fuera de la casa, lo que me hace sonreír relajada al saber que Jonathan ha conseguido dar conmigo. Edik se pone más nervioso, y su pistola apunta a mi dirección de una manera nada fiable, solo tiene que apretar el gatillo para acabar con mi vida.

Lo último que sucede es la audición estruendosa de dos sonidos. Uno totalmente distinto al otro. La vida a mi alrededor parece ir a cámara lenta, muy lenta. El primer sonido corresponde a la puerta principal de la casa siendo echada abajo por las fuerzas de la ley, lideradas por Jonathan. Todos entran en el lugar a pelotón, sin asumir las consecuencias de que un hombre armado esta apuntando hacia ellos. Pero les da igual, le superan en número y solo le queda la opción de rendirse.

El otro sonido, previo en el tiempo a todo este jaleo, ha tenido su origen en el arma que sostiene el ruso. Arma que me apuntaba en el momento del disparo. Arma que por suerte se desvía en el último momento y cuya bala ha entrado en mi costado. Me agacho hacía delante por el dolor del impacto y me llevo la mano a la zona. Aprieto el lugar para mitigar el dolor, pero no tengo éxito. Compruebo los daños, un pequeño orificio sangrante marca mi piel justo en el lado izquierdo de mi cuerpo. Miro a la pared que tengo detrás y observo que hay una marca de bala, me reconforta saber que dicha bala no se ha quedado dentro de mí. Me incorporó de nuevo cuando los agentes de policía se acercan con sus armas apuntando en mi dirección, comprobando si soy una víctima, o por el contrario, cómplice del ruso. Por suerte, interviene Jonathan y todos se alejan de mí persuadidos.

— ¿Estás bien? Tienes una pinta horrorosa, y estás sangrando. Necesitas que un médico te cure inmediatamente —dice Jonathan cerca de mí dejando claro lo obvio.

— No hay tiempo, estoy perfectamente. Tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos. ¿Habéis encontrado a Norton y al otro sospechoso?

— No, no hay nadie más en esta casa, solo vosotros dos.

— ¡Joder! Entonces debemos ir al hospital corriendo ¡Rápido! —digo nerviosa. El tiempo ahora mismo es crucial y corre en nuestra contra.

Me siento lenta al moverme debido al descenso precipitado de adrenalina, pero no tengo tiempo para descansar. Jonathan me sigue de cerca sin comprender qué pasa. Cuando todo acabe le tendré que contar toda la historia desde el principio.

Varios policías detienen y esposan a Edik. Yo salgo del lugar sujetada por Jonathan, tiene miedo de que vaya a desfallecer en cualquier momento. Una vez en el aire libre vuelvo a respirar aire puro, al igual que en mi viaje astral, observo que el chalet está rodeado de árboles altos, verdes, y frondosos. Estamos dentro del bosque de Dropwood, pero desconozco la zona exacta. Me dirijo hacia el coche de mi amigo cuando salen el resto de agentes con el ruso. Este se resiste e intenta escapar, sabe que no tiene salida e intenta huir de manera desesperada, no acepta el destino que le espera. Consigue escapar unos pocos metros cuando el policía que lo vigila se despista, pero no llega muy lejos debido al número de balas que impactan en su cuerpo por parte de los oficiales. Ninguno le ha dejado la opción de arrepentirse, por lo menos ahora es libre de verdad.



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En el texto hay: misterio, fantasmas, amor

Editado: 02.03.2021

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