Un muffin no es tan cliché

Mi ex-mejor amiga, ahora mi crush...

Es al rededor 6:50 de la mañana y yo ya me encontraba en camino hacia la preparatoria Lordwest, si, tenía el nombre del pueblo, de hecho, casi todo tenía el nombre de este pequeño pueblo. Tal vez por falta de creatividad había disminuido el índice de visitas de los turistas a el condado. Ahora que lo pienso, si, tal vez sea por eso.
 

 

Por estar divagando, no me di cuenta que un automóvil pasó a toda velocidad, por el lado de la acera en la que yo me encontraba, tranquila y distraídamente, caminando.

Cuando lo capte fue demasiado tarde, el agua de lluvia del día anterior, combinado con tierra manchó todos mis converse. Perfecto. Era mi día de suerte.

 

—¡Por la pu!...—no termine de decir mi insulto, porque el grito de una vecina me interrumpió.

 

—¡Jovencito Adler!, por dios, cuide su vocabulario, ¿Que dirían sus padres si se enteraran de esto?—era una señora ya mayor. Una anciana. La típica vecina que no tiene nada más interesante que hacer y, que esta al pendiente de las vidas de los demás.

 

Joder. Ya ni maldecir comodamente me permiten ahora. Maldita señora.

 

—¡Lo siento!—pongo una sonrisa de disculpa más falsa que sus dientes postizos.

Vi que la señora solo asintió. Así que seguí con mi camino, rápidamente, lejos de esa señora entrometida.

 

*** 

 

Un momento después llegué a la preparatoria. La institución de Lordwest se alzaba en todo su esplendor, si se le puede llamar así. Pues el patio no era muy agradable, el olor de las plantas podridas y, el que también los alumnos tiraban basura en el. Asqueroso. 
 

 

Me dirijo a la entrada con paso perezoso. No tengo ganas de nada. Pero solo vengo para ver a mi Chiara. Y claro, para un buen futuro como dice mi madre. 

Al entrar en el pasillo de la escuela, voy directamente hacia mi casillero. Nadie me ve. Nadie me interrumpe. Y eso, está bien para mí. Perfecto. 
 

Así Hasta que llega el que se podría decir, un conocido muy cercano, casi amigo. Roland. Pues no tengo la suficiente confianza para catalogarlo como amigo realmente. 
 


—¡Hey, Adler!, bro, ¿cómo has estado amigo?—saluda con entusiasmo y toda la confianza que lo caracteriza.

 

La verdad es que no se como si quiera nos hablamos, no tenemos muchas cosas en común, pero es una buena persona, eso lo se. El empezó todo, llego defendiéndome de un idiota mastodonte. Aunque claro, no es que lo necesitara. Puff, claro que no. Tenía todo controlado. 

 

Estaba a punto de contestarle cuando pasó el equipo de animadoras; con su corto uniforme negro y amarillo. No me intereso. Lo que en verdad me interesaba era lo que venía después. El equipo de fútbol americano femenil de nuestra institución, se hacia presente por detrás de las animadoras. 
 

 

Con sus medias perfectamente moldeando su atlético cuerpo, esas hombreras que las hacía ver más rudas, con sus protecciones correspondientes y, el casco en mano. 
 

 

Pero sobre todo, la capitana que las lideraba, al frente de todas: con el balón en mano, y su casco en la otra.
Se miraba imponente, atlética, hermosa. Perfecta. Su cabello moviéndose con la brisa que hacía al caminar, sus hermosos ojos parecían dos zafiros brillando con vehemencia.
Chiara Marchetti. Mi ex-amiga y ahora, mi crush. 
 

 

Entreabro los labios. Suspiro. 
Mi conocido-amigo pone su mano debajo de mi mandíbula, para cerrarla de un fuerte y rápido movimiento. 

 

Salgo de mi ensoñación. Y, entonces, me doy cuenta que ya se han ido. Ella me pone como todo un bobo. Bueno, más bobo.
 

—Hombre, amigo...podrías disimular ¿sabes?— sonríe burlon—Todos ya saben a estas alturas, que te gusta Chiara, la capitana— hizo un gesto de saludo militar en lo último. 
 

Golpeé su nuca. Claro que no. Nadie se daría cuenta que me gusta. Soy invisible para todos. Y mejor que siga así.
 


—-No es cierto, nadie se ha dado cuenta...bueno, aparte de ti, nadie más— lo contradigo.
 

—Oye chico, si, tu, el que tiene cara de bobo sabelotodo...—me apunto a mi mismo con el seño fruncido. Una chica morena, de cabello castaño-rosa me apunta tambien, sonriente—Me di cuenta que te gusta Chiara Marchetti—diablos. Tal vez Roland tiene razón. Solo tal vez.

 

—¿Que?, Yo...no—trato de defenderme—Yo no...
 

 

—Hubieras visto tu cara— se ríe a carcajada limpia—Fue épica—sigue riéndose, y por un momento su risa me recuerda a alguien muy cercano. A una amiga. Mi mejor amiga.
 

 

—Amm...— no se ni que decir. Ayuda.
 

 

Le dedico una mirada de auxilio a Roland, pero el solo se encoje de hombros.
 

—Tranquilo viejo amigo...soy yo—me quedo en blanco. Me recuerda a alguien, pero no se a quien exactamente—¡Tu mejor amiga de pubertad!, ¡Raven, tonto!.

 

Ah, bueno. Eso explica porque tanta confianza. Espera...¿¡QUE!?
 

—Raven, ¿¡Mi Raven!?—pregunté atónito. No lo podía creer, tanto tiempo sin verla o contactarnos.

 

—Tuya y de muchas, ¡pero si!—puse cara confundida al igual que Roland, por lo que solo río y se abalanzó en un gran y apretado abrazo.
 

 

—Que gusto volver a verte—le devolví el abrazo. 

 

—Hola chico que no conozco, encantada, me llamo Raven...¿Y tu?—pregunto, notando la presencia de mi compañero. 
 

 

—Mucho gusto, soy Roland—estiro su mano en un apretado saludo—Te acabo de conocer y, siento que ya me agradas.
 

—Una lástima que me gusten más femeninas, grandulon... pero se que pronto, llegará esa chica que te haga el hombre más afortunado del mundo, y que despues huyas asustado de ella, por ley de machos— se río fuerte, y fue inevitable no reírme yo también. 
 




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