Unas semanas después de eso ellas se mudaron y nosotros jugábamos juntos casi todo el día.
Aparte del trabajo, su padre tenía una florería la cual había abierto por que a Rose le gustaban mucho las flores y cuando no sabíamos que hacer o nos aburríamos íbamos ahí y siempre encontrábamos algo que hacer.
Ella sabia tanto de ellas como si las hubiera estudiado durante toda su vida, cada vez que hablaba sobre plantas era como si todo alrededor de ella se llenara de luz, era capaz de hablar durante horas y aun así yo nunca me cansaba de escucharla.
Sus sueños para el futuro, no eran muy grandes, pero ella hablaba de ellos como si fueran todo en este mundo.
Con el tiempo se transfirió a la misma escuela en la que yo iba por lo que pasábamos aun más tiempo juntos.
Un día la florista de la tienda de su padre renuncio así que su padre tuvo que buscar a otra, pero por alguna razón estas renunciaban una tras otra poco tiempo después de su contrato y como consecuencia tuvieron que cerrar su florería, a pesar de que Rose estaba triste encontró la manera de verle algo positivo a esa situación y le dijo adiós a aquella florería a la cual ella le guardaba tanto afecto.
Después de eso nuestros días eran un tanto diferentes ya que a veces nos aburríamos y nos regresaban los recuerdos por lo que nos poníamos tristes, de hecho ella más que yo; así era hasta que cumplí 9 años recordé que ella sonreía cada vez que veía una flor y tuve una idea para que ya no volviéramos a sentir tristeza por aquellos recuerdos, espere a que ella cumpliera 9 años también lo cual ocurrió después de un mes y así fue, empecé con mi idea el mismo día de su cumpleaños, la cual consistía en darle una flor de una especie diferente por cada día que la viera.
Cuando hice eso todo volvió a ser tan feliz como lo era antes y con el pasar de los días se me volvió un habito hacerlo, al grado de que así estuviese lloviendo o incluso nevando, yo buscaba la manera de cumplir con ello, sinceramente me parecía encantadora la manera en la que se emocionaba cada vez que recibía una flor.
Cuando recibía la flor que le llevaba, yo me quedaba a acucharla hablar sobre una investigación completa acerca de su especie y su nombre, y gracias a eso ambos terminamos con un nuevo pasatiempo del cual disfrutábamos los dos.