2020 - En la isla perdida.
El sonido de la puerta abrirse hizo a Meribeth despertar, al levantar la mirada, de donde se encontraba atada y tirada en el suelo, pudo ver la silueta de su hijo, a quien los guardias traían esposado y lanzaron hacia adentro, haciéndolo caer al piso junto a ella.
El íncubo mostraba signos de haber sido golpeado, su regeneración no era tan rápida como la de un vampiro y aunque era mucho más resistente que un humano y casi no envejecía, no era inmortal. Sin embargo, los vampiros tampoco lo eran.
— Te ves terrible — murmuró él cuya boca estaba hinchada al igual que su ojo izquierdo.
Ella no podía dejar de estudiar el hermoso rostro, ahora tan maltratado, lo había extrañado mucho.
— Lamento, no verme tan bien como tú — respondió intentando ser jocosa.
Evan se acercó a Ribeth muy rápido y al tomar contacto sus labios con los de ella murmuró:
— No importa lo que me hagan, finge que no te importa, no durará mucho — y entonces la besó.
Fue un beso tierno y lleno de amor, no tenía nada que ver a los asedios anteriores que había sufrido por parte suya.
Enseguida, Syoran estuvo allí y, separándolos bruscamente, ambos fueron conducidos a la sala de las torturas.
Meribeth consideraba en su mente las palabras de Evan, fingir que no le importaba, era algo que ya tenía planeado, por lo que no le dio muchas vueltas. Pero él dijo que no sería por mucho tiempo, eso significaba que la ayuda estaba en camino. Sein vendría por ella.
***
2020 - En un avión sobre Sudáfrica. (Punto de vista de Sein)
Reunidos alrededor de una laptop, Sein, junto a Clarice y Mishel, de las cuales el vampiro no pudo deshacerse, observaban el punto luminoso quedar fijo en un lugar al sur del Océano Índico.
— Los tenemos — dijo el vampiro, que rápidamente tomó nota de las coordenadas.
Cuatro de sus vasallos más cercanos lo acompañaban. Se dirigió a la cabina y preguntó al piloto cómo podrían llegar allí. Luego de varias deliberaciones decidieron aterrizar en Port-Aux-Francais y de allí considerar contratar un helicóptero o un barco.
Ahora solo tenía que esperar, no sabía que añoraba más si tener nuevamente a Meribeth junto a él o matar a quienes se la habían arrebatado.
Tal vez debería haber avisado a los otros líderes, pero temía que entre ellos hubiera otro traidor, ya habían tenido suficiente con Ardo, que se había vuelto en su contra durante la última batalla. Y si pensaba en esto, no podía confiar en nadie, excepto tal vez en Xander, quien era el enemigo jurado de Syoran.
De todas maneras, no podía arriesgarse a ser descubierto, no teniendo tan cerca la posibilidad de recuperar a Meribeth, por esto había aceptado la compañía de las dos vampiras y trajo consigo a sus hombres de mayor confianza.
***
2020 - En la Isla perdida.
Después de tres horas, atados uno frente al otro, recibiendo ambos el mismo trato, Meribeth veía su cordura y su autocontrol ser sometidos al límite. No tenía idea de cuanto más podría soportar ver a Evan sufriendo de la misma manera en que ella lo había hecho por tantos meses.
Con cada grito de él, ella se tomaba con fuerza de las cadenas y mordía su lengua para no pedir que pararan, para no dejar en evidencia cuanto le pesaba el dolor de su amado hijo.
— Mira cuanto te ama tu mamita — le decía Lachlan a Evan. — A ella no le importas una mierda, ¿te das cuenta?
Evan no respondía y su mirada se enlazaba con la de Beth, y eso era lo que a ella le daba fuerza para resistir.
— Quizá podríamos jugar a frío o caliente, yo te digo un lugar y tú me dices qué tan cerca estoy…
Se encontraban en la fase de los artefactos eléctricos, esto ella no lo había probado con Nicholas, pero no era peor que todo lo demás. Ambos tenían electrodos en partes sensibles y los activaban al no recibir respuesta, primero en Beth y luego en Evan.
— ¿No piensas… que podría… mentir? — Habló ella con la voz en un hilo.
— ¿Teniendo aquí a tu hijo? No lo creo.
— ¿No se les ha ocurrido pensar… que aquellas cosas… ya no existan?
— Ya has intentado esa estrategia — intervino Syoran. — Nunca te habrías deshecho del legado de Nicholas, aunque así se lo hayas hecho creer a todos.
— Qué perspicaz… — apenas pudo terminar la palabra que la descarga eléctrica ya había iniciado.
Ella gritó. Sentía que el momento estaba tan cerca, no podía desfallecer ahora, pero tal vez, podría ganar algo de tiempo…
— Bien… — Finalmente, habló, antes de que la descarga fuera activada en su hijo. — Les diré… me han ganado.
— No… madre… — habló Evan por primera vez en el tiempo que llevaban siendo torturados.
— Cállate — Ardo cerró la boca del íncubo de un golpe.
— Debes dejarlo en paz — declaró ella.
— No estás en condiciones de pedir nada — respondió el australiano.
— Es cierto, imagino que, en ese caso, puedo seguir guardando silencio — y la siguiente descarga fue para ella, que le aflojó las piernas hasta quedar colgando de las cadenas atadas al techo.
En la distancia, comenzó a oírse un sonido, ella estaba tan aturdida que por un momento creyó que era una ilusión.
— ¿¿Qué se oye?? — Habló Syoran.
Ardo ya salía de la habitación corriendo. Lachlan puso un cuchillo en la garganta de Evan.
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Editado: 08.05.2023