2020 - Sahara
Por más que hubiera deseado estar en su casa, esta había sido quemada hasta los cimientos y entendió el porqué de la reacción de Syoran.
Sein siempre había intentado llevarla a vivir a su refugio en el Sahara, Ribeth no aceptó nunca, pero ahora estaba allí. El lugar era tan grande y fortificado que se sorprendió cuando supo que antes de buscarla a ella, primero, Syoran había atacado este sitio, y que además el oriental se las ingenió para matar a las otras mujeres de Sein. Quedando Beth nuevamente como su única esposa.
— No me hace sentir para nada segura, saber que ya han invadido este lugar, Sein.
— Imagino que te sentías muy segura en tu casa de El Cairo — respondió él, sarcástico.
Ella se hallaba recostada en una cama enorme en una habitación que en su conjunto imitaba el estilo árabe.
— Pues sí, me sentía segura, nunca nadie antes me había atacado allí.
— Pues aquí lo mismo — él la observaba desde la puerta del baño, tenía su cuerpo esbelto y moreno, solo cubierto por una toalla alrededor de sus caderas. — No entiendo cómo pudiste resistir tanto.
— ¿Qué pensabas de mí antes de conocerme, Sein?
— Que debías ser tan perversa como lo era Morand. No por nada estuviste a su lado tanto tiempo.
— Exacto, no soy perversa como lo era él, pero no por nada estuve a su lado tanto tiempo. No tengo certeza de por qué me escogió, pero me preparó para ser fuerte.
— ¿Es cierto lo que le dijiste a Syoran? ¿Qué el grimorio estaba en tu casa de El Cairo?
Beth lo miró por un momento, pensando si era conveniente compartir con él su secreto, pero después de todo, este era ahora su esposo y compañero, el hombre que había removido cielo y tierra hasta encontrarla.
— No. Si bien, es cierto que el piso de mi habitación era falso y que allí había algunas cosas, no era nada de lo que ellos buscaban.
Sein era alto y suaves músculos se movían bajo su piel. Él caminaba hacia ella, que no podía dejar de apreciar el triángulo de vello oscuro que cubría su pecho y se perdía debajo de la toalla. Se veía tan… macho dominante. Realmente era tan diferente de cualquier otro hombre que hubiera conocido. Aunque en un principio le recordó a Farid, ahora se daba cuenta de todas las diferencias, en especial en personalidad, la diferencia era abismal. Sein era la antítesis de Farid, él nunca habría ilusionado a una niña, era maduro, leal, confiable…
— Te has quedado muy callada — él habló ya estando a su lado.
— Disfrutaba de tu hermoso cuerpo — sonrió ella. — Te he extrañado tanto.
— Más bien parecía que estabas muy lejos de aquí — aunque no leía su pensamiento, él siempre se daba cuenta de cuáles eran sus emociones.
Sein se sentó a su lado y su mano comenzó a explorar el rostro femenino, sabía que aún no se veía del todo bien, le harían falta muchas sesiones de alimentación para recuperarse y por este motivo él le estaba dando tiempo y no le había pedido que tuvieran intimidad nuevamente.
— Quisiera ver a mi hijo — declaró ella de repente.
Trataba de evitar volver a unirse con él, aunque era consciente de que no podría retrasarlo eternamente, necesitaba tiempo para procesar sus sentimientos. Ya durante el cautiverio se había dado cuenta de que no lo odiaba, pero ahora sentía todo tan confuso...
— ¿Es necesario que lo veas justo ahora? — El cuerpo de Sein había entrado en tensión.
— ¿Vas a ponerte en ese plan luego de lo que él hizo por mí? — Justificó.
— ¿Utilizarás eso para manipularme siempre de ahora en adelante? — Sein era terminante y no le dejaba pasar nada.
— No, y no empieces con tus celos injustificados, estoy aquí en tu cama, ¿no?
— No es que tengas muchas opciones — replicó él de manera mordaz.
— Es cierto, no las tengo — respondió poniéndose de pie y comenzando a vestirse. — Pero sabes qué, me podrían haber violado y no me dejé, luché más que cuando me torturaban, porque no soportaba la idea de que me tocara otro que no fueras tú — no podía creer que estas palabras tan reales en su interior habían salido de su boca.
La mandíbula de Sein se tensó.
— Quien…
— Fue Lachlan — lo interrumpió. — Lo hubiera degollado si no hubiera sido lo suficientemente rápido. Afortunadamente, Syoran no es adepto a esa clase de entretenimientos y no lo permitió — ella hablaba con furia mientras se abotonaba el vestido.
— Hubiera jurado que Syoran no tendría ningún escrúpulo.
— Quizás no los tiene, o sí, no sé. Tal vez por alguna suerte de lealtad enferma hacia Nicholas, él estaba renuente a matarme, mutilarme o realizar cualquier acto sexual conmigo. Pero Lachlan… es un… una escoria, no sé ni como llamarle.
— Lo despellejaré vivo en cuanto lo tenga en mi mano.
— No me importa lo que hagas con él, no quiero que viva después.
Se puso unos zapatos e intentó dirigirse hacia la puerta, pero Sein la detuvo, sosteniéndola del brazo.
— Escucha, no son celos, tengo total confianza en ti, simplemente soy un hombre posesivo. Acepto que tienes razón y que él ha hecho mucho por ti. También entiendo que lo que los une va más allá de lo que yo pueda entender.
El vampiro la soltó y le dio la espalda para buscar también su ropa. Ella lo siguió y lo abrazó apoyando la mejilla entre sus omóplatos.
— Sein, aunque digas que no tengo opción, podría estar contigo a disgusto, y no es así. Evan pronto estará recuperado por completo y se irá. Nuestra vida será la de siempre.
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Editado: 08.05.2023