2020 - Sahara
El dormitorio que habían asignado a Evan estaba bastante lejos de la recámara que ocupaba con Sein, y los cuartos de sus hijas estaban en el mismo sector, por lo que no le extrañó encontrarlos a todos juntos al ingresar en la habitación de su hijo.
La escena era de comedia, Evan sentado en su cama y las muchachas una de cada lado intentando obligarlo a comer.
— Madre, ayúdame — suplicó él al verla.
— ¿Qué sucede? — Preguntó divertida.
— Hazles entender que no necesito alimentarme más de tres veces al día.
— Tres veces, ¿eh? — sonrió. — Parece que ya estás bastante mejor.
— ¿Y tú, madre, te alimentas bien? — Mishel la escudriñaba con sus ojos azules.
— ¿Crees que Sein me permitiría no alimentarme?
Se sentó a los pies de la cama para completar el cuadro familiar.
— Te ves muy demacrada, Beth — acotó Clarice.
— Claro que estoy demacrada, pasé cuatro meses alimentándome de unas pocas ratas que pasaban por allí, creo que casi las exterminé todas porque a lo último eran muy escasas.
— Ratas, qué asco, pobrecita — dijo Mishel con expresión de náusea.
— Al menos tus heridas sanaron muy rápido — comentó Evan.
— ¿Han sabido algo de Mirelle? — Habló sombría.
Ninguno habló esperando sus palabras.
— Lo que ella hizo con Evan es imperdonable.
Mishel hizo un gesto asustado cubriéndose la boca, tal vez presintiendo lo que vendría.
— Traicionar a la familia es algo que Nicholas jamás perdonaría y yo tampoco lo haré. Quiero que lo sepan por mí, antes de que suceda algo.
Evan y Clarice tomaron la noticia como algo inefable, la que estaba muy turbada era la rubia, cuya gemela era el centro de la conversación.
— Si no fuera por ella, no estarías aquí — dijo Mishel.
— No por su buena voluntad, hija. Por la astucia de Sein y el sacrificio de Evan — guardó un momento de silencio. — Hace tiempo que ella engrosa las filas de Syoran y los tradicionalistas. Siempre lo he sabido. Pero ahora se pasó de la raya. Esta vez fue Evan, luego puede ser cualquiera de ustedes.
— Es cierto — avaló Clarice.
— No permitiré traidores entre nosotros, ¿comprendes, Mishel?
La chica se levantó y salió de la habitación.
— No te preocupes, madre, ella pronto entenderá, solo necesita tiempo para procesarlo — aseveró Clarice.
— Tampoco es que fueran tan cercanas — intervino Evan. — Quisiera irme cuanto antes.
— Pero aún no te recuperas y la guerra está cerca — habló Beth.
— Estoy casi bien, además iré con los obscuros. He vuelto con Nova, lo sabes.
— Sí, y me alegra, ella me cae bien.
— Michel y yo también iremos con ellos, Beth — informó Clarice. — Estaremos preparados para cuando nos des la orden.
***
Flashback - 1930, Castillo Morand, Francia.
Ribeth entró en la biblioteca y encontró allí a Mirelle muy cerca de Nicholas. Él le enseñaba algo en un libro y ella apoyaba su pecho sobre el brazo de él en una postura muy sugerente.
— ¿Qué hacen? — Preguntó Ribeth de forma casual.
— Hablábamos de los efectos de algunas de las plantas que componen el Aymirit — Contestó Nicholas y cerrando el libro lo devolvió a su estante.
Mirelle se quedó en su lugar, con una sonrisa incómoda en su rostro. Ella llevaba un vestido de línea suelta y atado sobre la cintura, que la hacía verse a la vanguardia de la moda.
— ¿No verías a Brigit hoy? — Inquirió Ribeth.
— Sí, pero mi hermana me espera en la noche — respondió él sin mirarla y caminando hacia su escritorio.
Por su parte, Mirelle parecía estar esperando algo, sin dejar de seguir con su mirada a Nicholas.
— Puedo acompañarte, padre — habló la chica en tono meloso.
Nicholas dirigió un vistazo sutil a Ribeth.
— No creo que pueda llevarte conmigo esta vez — negó y esto detonó una expresión indignada de la chica hacia su madre. — Sin embargo, saldré ahora porque tengo otros asuntos.
Sin decir más nada, el vampiro dejó a solas a las mujeres. Beth permaneció con el rostro indiferente, a diferencia de Mirelle que se veía airada.
— Por tu culpa no me ha llevado — expresó la vampira más joven. — Siempre estás interfiriendo.
— Mirelle, yo no he hecho nada.
— Tu presencia ha sido suficiente.
La creencia popular de que los vampiros recién convertidos tenían debilidad por su progenitor, en este caso, se había manifestado de una manera bastante inusual, ya que quien convirtiera a Mirelle era Ribeth, unos diez años atrás. No obstante, desde el primer momento, la chica siempre quiso acaparar todo lo que pertenecía a su creadora.
Fin del flashback.
***
2020 - Montes Urales
En la residencia de Aren, el líder europeo, Ribeth tuvo que narrar lo ocurrido con sus captores, y Sein explicar las sospechas que tenía sobre Lachlan y por lo cual había ocultado el secuestro de su mujer.
— Ribeth — habló Xander, quien era el más antiguo de todos los presentes, — me sorprende que hayas podido sobrevivir.
La afirmación era una evidente declaración de desconfianza, y era justificada, puesto que su fallecido esposo fuera muy amigo de Syoran, su propia hija estaba en sus filas y el oriental además le había permitido vivir sin consecuencias graves en su cuerpo.
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Editado: 08.05.2023