Un papá en aprietos

Capítulo 01: ¡Esta mujer está loca!

Un nuevo comienzo desencadena el deseo de cambiar el pasado y resurgir en el presente con más vida.

NATHAN HAYES

La sonrisa de mi hija… me recuerda tanto a ella. Hace dos años que la perdí y no supero por completo su partida. El cáncer le arropó órganos vitales haciendo que se fuera de mi lado, pero debo seguir, así me lo pidió en un sueño que tuve hace poco y no pienso romper esa promesa.

Ella quiere que siga adelante, que encuentre a alguien más, sin embargo, eso me parece un tanto imposible. ¿Cómo puedo llevar a cabo eso cuando realmente ella es la mujer que amo y amaré? No puedo decir que «nunca» sucederá, ya que la vida da demasiadas vueltas, lo único que planeo es darle un soporte materno a mi hija más adelante.

Mi hermana es mi ayuda ahora mismo junto con mi pequeña Océane, viven conmigo y me alegran el día. Tampoco puedo olvidar a Noah, que es mi mejor amigo de toda una vida, el cual quedó totalmente devastado como yo cuando perdí a mi mujer.

Pero he aprendido a sonreír de verdad, aunque ella no esté a mi lado, tengo que seguir por quienes me quedan. Aquella niña de cuatro años, sonriente, de cotidianamente dos coletas rubias y ojos cafés bien grandes son mi motor.

Ahora mismo me encuentro en casa, se supone que íbamos de camino a la empresa, pero mi pequeña tiene mi corazón y decide por mí.

—Nora, creo que sacaré un rato a Océane a pasear al parque. Dice que quiere helado de almendras de un señor que vio vendiendo el otro día. ¿Me harías el favor de ir a la empresa y decirle a Lindsey y Olivia que iré más tarde? —asiente.

—Por supuesto, atiende a Océane, ella merece toda la diversión, considero que estar aquí estos días le ha dado deseo de salir —afirmo tranquilamente.

Soy millonario gracias a que hago lo que me gusta, tengo una empresa de música e instrumentos, los cuales los elaboro yo, ya que me gusta el canto y a mi familia la reconocen por ese mismo talento.

Lo heredé de mi padre, amaba hacer instrumentos a mano cuando era joven, hizo una pequeña empresa aquí en Seattle, Estados Unidos. Ha sido pensionado por el estado, por lo que ahora mismo está descansando en casa, de vez en cuando les hago una visita a mis viejos, como los amo.

Hago dos coletas a Océane y mi hermana me ha enseñado todo lo que debo saber para tener a mi pequeña en las mejores condiciones. Es una mentira de que los padres no pueden hacer coletas, cambiarlas lindas, es un ideal que hay que romper, las madres o mujeres no son las que tienen que hacer todo. Como su madre no está, Nora me ha ayudado, pero he aprendido a ser un padre funcional.

Ella ríe para que salgamos pronto. Cada vez que me mira de esa forma tan dulce, no puedo evitar morirme de ternura. Sin duda es la niña más hermosa que pueda existir.

—Papá, ¿ya nos vamos?, nos estamos demorando demasiado —se cruza de brazos y hace un puchero—, tardas mucho cuando se trata de salir conmigo.

—Ya hija, prometo que la espera será divertida y que todo eso valdrá la pena. —Salimos de la casa despidiendo a mi hermana con un ademán.

Cuando salimos a este tipo de lugares siempre que podemos, decidimos ir a pie para poder disfrutar más el tiempo en familia que tenemos los dos. A pesar de que me paso la mayoría de las veces en la empresa, ella me acompaña y toma clases de música, que también ofrecemos allí, pero la cercanía no es igual a cuando me involucro de lleno en el trabajo.

Su sonrisa, al ver cómo está todo el entorno no tiene precio, ama el chocolate, las almendras, los instrumentos, cantar y los gatos. Repito: sin duda es la niña más hermosa que puede existir.

El parque está cerca y ya hemos llegado, se siente emocionada. Vemos al señor de los helados y compramos dos para entrar al sitio lleno de atracciones, niños, personas haciendo ejercicio en otra zona y piscinas.

Mi pequeña versión se encuentra corriendo a jugar en los columpios con otros niños que se encuentran en ese espacio, la verdad es muy hermosa, no me arrepiento en ningún momento de haber tenido una hija.

Hay muchas personas, sin embargo, me concentro en especial en una mujer rubia de ojos claros que está tomando el sol calmadamente. A juzgar por su condición física, esta no puede superar los treinta años, aunque su talla la hace ver un poco más mayor, es raro ver a una mujer de esa edad con tanto brillo y hermosa sonrisa.

«Aunque sé que la he visto de antes en algún lado».

Esbozo una sonrisa y sacudo mi cabeza ante los pensamientos que tengo, sé que mi memoria no falla cuando algo me interesa o en alguna ocasión ha llamado mi atención.

También anda acompañada por lo que noto con otra joven de pelo morado, sin duda su talento es llamar la atención de una forma u otra.

¿Por qué me llaman tanto la atención?, simple, ¡son fotógrafas!, imagino por las cámaras que tienen en un costado de la banca en donde están sentadas.

Olvido eso yendo a jugar con mi hija, lo esencial es pasar compañía con ella.

—Papá… —Se cruza de brazos.

—¿Qué pasa pequeña? —noto un puchero hecho por ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.