Un papá en aprietos

Capítulo 05: Chistes y estragos.

Lo que generas en mí estoy tratando de impedirlo, aun sabiendo que es imposible cuando el corazón quiere tomar la delantera.

NATHAN HAYES

Me alejo y tomo aire para que no sospeche de nada. No puedo negarlo, la tensión que se forma en mi cuerpo me emociona, pero… decido salir de mi trance.

—Listo, ya todo está limpio—sujeto el volante de mi auto.

Las manos me tiemblan, ¿qué es lo que me sucede ahora mismo?, sé que no es correcto, no debo ni puedo, tengo que convencer a mi cerebro de esto, porque, sino, terminaré fracasando y eso no forma parte de mis ideales.

«Los Hayes no somos de perder ni fracasar, eso nunca». 

—Gracias, señor Hayes—dice—. Si gusta, estacione su auto y vamos a mi oficina. Junto con mi jefe, platiquemos sobre el trabajo que tiene para mí. 

—Me parece bien, primera vez que coordinamos en algo. Al parecer no es tan impulsiva como demostró en el parque.

Rueda sus ojos y me observa una vez más. 

—Tengo bastantes sorpresas, espero que no le dé un ataque luego cuando note las cosas que hay detrás de esta increíble mujer—río por sus gestos de adulación hacia su persona. 

—No soy de asombrarme con tonterías, así que el día que eso pase, tendría que estar loco por usted, cosa que ni en sus sueños pasará.

No emite una sola palabra más y mira a su alrededor.

Señala un estacionamiento y salimos rumbo a hablar de esto, ojalá que accedan, porque lo necesito. 

—Es al único que lo recibiré sin una cita, considérese un privilegiado—expresa y me encojo de hombros. 

—Merezco mucho más que eso, no desvalorice mis estándares, señorita Wright. 

—Ummm, presumido y amable, me dijo señorita. Eso me agrada, está en un buen pie, pero, a pesar de ello, no olvide que es usted quien me necesita en este momento, sea neutral—Suelta sin una profunda dosis de humildad.

Aprieta el botón del ascensor y pasa primero que yo, hay demasiadas personas. 

Y como si fuésemos sardinas en lata, vamos más juntos que nunca, que agobiante…

 

--------------------

CLAIRE RUBY WRIGHT

Nos encontramos en la sala de reuniones Mason, mi jefe, Peyton, mi compañera y mejor amiga, Nathan y por supuesto, yo. Hemos escuchado la propuesta que trajo Nathan, sin embargo, me haré un poco difícil. 

—Debes ofrecer más que tres mil dólares para hacer este proyecto, Nathan. Eso se divide para la empresa, lo que indica que para los empleados no es completo, de ser así, ya por mil quinientos lo habría hecho, solo si fuese independiente. 

En su rostro solo puedo ver inquietud, pero igual se pone a pensar en una mejor decisión. 

—De acuerdo, ¿cuánto proponen? —mira a mi jefe, el cual está detrás de mí con sus manos apoyadas en mis hombros. 

Mason Brown; Ahora es mi jefe, pero antes fue mi compañero de universidad y es mi mejor amigo, incluyendo a Peyton. He podido notar su cercanía hacia mí, aunque no sé si se trate de que le gusto, soy atractiva, al menos un poco, lo que sí quisiera saber es si con este peso alguien me querría.

—Cinco mil dólares, se cierra el trato con eso. 

—Está bien, yo voy a costear su comida en ese tiempo trabajando conmigo, no será día completo, por lo que se podrán dedicar a su trabajo igual sin problema. Gracias por acceder—es rápido de convencer, por lo menos con esto. 

—Me parece perfecto, Peyton, ve haciendo el contrato y al señor Hayes que regrese más tarde para pactar lo acordado. Claire, ya te puedes ir, debes descansar un poco por esa caída que tuviste—expresa Mason y asiento. 

—Tranquilo, estoy bien, pero tomaré el descanso hoy, ya terminé todos mis pendientes y tengo unos compromisos—observo a Nathan con una sonrisa. 

—Ve con cuidado entonces—se despide de mí con un ademán. 

Salimos ambos, yo emocionada por mis burritos con extra queso. 

—¿Iremos por lo que me prometió, señor Hayes? —afirma con su cabeza. 

—Claro, pero vamos por mi hija, sorpresivamente desde que te conoció solo menciona los burritos, dice que fue por un cartel, pero… ¿Le mencionaste comida en algún momento? —asiento con temor. 

—Sí, cuando buscaron la foto, sin embargo, es irrelevante ahora si queremos comer.

Vamos a salir a su auto nuevamente. Sale del estacionamiento, sin embargo, no puedo abrir la puerta. 

—Nathan, no abre la puerta, ¿le quitas el seguro? —baja la ventanilla. 

—Pues no lo tiene, es posible que se haya averiado, déjame salir a ver —viene justo donde mí. 

Revisa e intenta, sin embargo, no lo consigue. Prueba diversas técnicas y falla. La puerta trasera tampoco abre, no comprendemos que sucede. 

 

«Genial, lo que me faltaba ahora con este hombre, pero lo que más me importa es la comida que me prometió».




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.