Un papá en aprietos

Capítulo 07: Similitud.

Desde que el destino decidió unirnos, las coincidencias no forman parte de nuestro diccionario.

Días después…

NATHAN HAYES

Hoy es un gran día porque ya va a comenzar el proceso de promoción con Claire y quiero ver cómo va a quedar todo. A ella se le ocurrió la gran idea de incluir la belleza de mi hija en él. Al principio estaba dudoso, puesto que, en internet hay mucha gente mala, sin embargo, si algo llegase a suceder, por supuesto que voy a defender a mi pequeña con mi vida. 

Nora hoy va a acompañarme al trabajo, tenemos muchas cosas que hacer. 

—Papá, te ves bastante feliz, ¿es porque verás a la modelo glotona? —La cara expectante de Nora es un poema. 

—No, hija, porque la empresa de tu papá va a crecer mucho cuando hagamos este comercial, ya verás, pequeña, espero que colabores con eso—acaricio sus mejillas. 

—Ella no para de hablar de esa modelo, ¿has considerado en hablarle a esa mujer sobre lo que tienes en mente? —pregunta mi hermana con bastante curiosidad desbordando de sus ojos. 

—Todavía no, no tenemos una muy buena relación que digamos, sin embargo, no es como que me tome mucho tiempo, con lo apuesto que soy es seguro que su corazón se ablande para mí. 

Nora me observa con el ceño fruncido y sonríe. 

—Nunca subestimes el poder de una mujer, solo deseo que después no vengas a pedirle consejos a tu hermana menor solo porque puedo entender más fácil que tú los pensamientos de las mujeres—se cruza de brazos. 

—Claro, sabes que mi corazón solo le pertenece a una mujer—la mirada de mi hija me espanta. 

—Ustedes siempre me dicen que no puedo conversar en tema de adultos, sin embargo, están delante de mí, contando cosas importantes, eso ¿me hace adulta o chismosa? 

No aguanto las risas y Nora tampoco. 

—Estás aprendiendo demasiado rápido, pequeña Océane. Harás llorar a tu padre y tu tía—comenta Nora y la nena acompaña con la risa. 

—Pues sí, los hice llorar, pero a cardajadas—señala con su dedo. 

—Así no, cariño. Es car-ca-ja-das—Nora le explica y ella afirma con su cabeza. 

—Carcadajadas—Nuestras risas no cesan. 

—Luego te enseñaré, ya llegamos al trabajo, espero que Olivia ya haya abierto, pusimos la oferta de las guitarras, micrófonos y demás. Los instrumentos han estado siendo elaborados de forma masiva. Además, deseo que Claire haya llegado temprano y esté trabajando con las empleadas. 

—Espero que sí. Aunque el negocio sea famoso, no implica que esté decayendo un poco en ventas estos días—expresa mi hermana mientras nos aproximamos a la puerta del establecimiento. 

—De esto consta, de subidas y bajadas, lo esencial es mantener el aumento luego de la caída. Es justo lo que vamos a hacer ahora. 

Entramos y lo primero que vemos es a Claire, la cual está más hermosa de lo normal. La ropa que se colocó el día de hoy le sienta bien, pero no puedo decírselo, eso disminuiría mi ego. 

—Buenos días—emito para todos y me dirijo a ella—. Buen día, aquí está Océane, si la necesitas para la promoción, está a tu cargo. 

—Ay, alguien amaneció con el pie izquierdo, que terrible—susurra, aunque pude oírla. 

—Un hombre como yo no amanece de mal humor, ese es mi estado de ánimo de siempre—levanto mi cabeza para confirmar que no estoy de dicha forma. 

—Bueno, si tú lo dices. Gracias, iré trabajando con tu hija, cuando te necesite, te haré saber.

Mi hermana se acerca a ella, la verdad noto ese rostro de Nora y eso significa que a simple vista una persona le parece buena. 

—Claire Wright, ¿cierto?, Océane me ha hablado mucho de ti—estrechan sus manos. 

—Sí, eres su tía, ¿o me equivoco? —Ella afirma con su cabeza. 

—Soy la hermana de Nathan, Nora Hayes. Un gusto saber de ti, Claire—se acerca a ella—, no le hagas caso a mi hermano, hoy está un poco agotado porque tiene muchos pendientes. Suele ser un sangrón. 

—Nora, te estoy escuchando—le recrimino y sacudo su cabello, como si se tratase de un niño pequeño. 

Ella odia ese gesto, por eso lo hago. 

—Me quedaré con Claire, tú ve a resolver lo de los papeles esos, llego en un momento a tu oficina—dice mi hermana. 

—Como digas—la sujeto de un brazo—. Mucho cuidado con lo que dices, sin embargo, trata de que se lleven bien.

—Lo sé, no tienes que darme órdenes, tonto. 

Camino hacia mi oficina, pero unos gritos me detienen. Al notar que se trata de un cliente, me acerco a ver que sucede. 

—Lindsey, Olivia, ¿por qué no me llaman para este tipo de situaciones? —observo al señor el cual está disgustado con una guitarra en la mano. 

—Disculpe, señor Hayes… Iba a hacerlo, aun así, todo aconteció muy rápido. 

—¡Son unos incompetentes!, me llevaré mi guitarra con la rebaja, no pueden venir a decirme que no, cuando hace días vine, puse la mitad del dinero, solicité algo personalizado y ¡me vienen con la linda noticia de que debo pagar el doble porque la oferta culminó!, tengo mi factura, ¡no es falsa!, los voy a demandar. 




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