Un papá en aprietos

Capítulo 09: Celos

Digamos que no conozco tus intenciones conmigo, es mucho mejor disfrutar mientras se finge creerte. 

CLAIRE RUBY WRIGHT

Un silencioso camino, aunque lo que no decían las bocas de ambos, las miradas se encargaron de profesar todo. Trataba profundamente de evitarlo, pero ver que también me miraba me pone a cuestionarme su comportamiento. 

—Pronto llegaremos, sé que va a gustarte—comenta tratando de romper el hielo.

—Deseo que cumplas mis expectativas, no consideres que soy simple de complacer. 

—Tranquila, nunca te he subestimado, al contrario—se acerca, haciendo que me quede como estatua—, asumo que eres una mujer maravillosa en todo lo que haces. 

—¿Dónde está el Nathan Hayes insoportable? —Pregunto, todo para salir de este trance y de su cercanía, por supuesto. 

—Veo que no has prestado la suficiente atención a mis palabras, eso me decepciona—se estaciona—. Ya te comenté que soy cariñoso con las personas que me importan. 

Hago un gesto de asombro. 

—¿Esto es una declaración de lo especial que soy para ti? —asiente. 

—No digamos más, mejor entremos al restaurante. Me gusta más expresarme con hechos. 

Frunzo el ceño, este cambio repentino de actitud me tiene totalmente confundida. Tengo tres motivos posibles de esto…

Número uno: Está celoso por cómo me trató Noah ese día. 

Número dos: Tiene un beneficio de mi parte. Asumo que es por la cuestión de la promoción por la cual le colaboré. 

Número tres y la que desearía que fuese: Le gusto, al menos un 0.1 %.

«Es casi imposible que un hombre tan guapo e inalcanzable se fije en un costal de carne como soy yo, pero nunca me gusta dar a demostrar que siento un ligero complejo por la presión social y el cómo me veo».

Sale y me abre la puerta, para cerrarla a mis espaldas. 

—Ven, toma mi mano—la extiende. 

—Eso lo hacen las parejas y estamos bastante lejos de serlo—comento firme a mi postura. 

—No digas eso, cuando menos te lo esperes, podrías caer rendida por mí, como hacen muchas—acomoda su corbata presumiendo su belleza. Sí, está para chuparse los dedos, pero es mejor que no sepa lo que piensa el otro sobre su apariencia física—. Te doy la mano, no para que te ilusiones, es que te vives cayendo en mi presencia, como ya dije, derretida por mí. No pretendo gastar más dinero en primeros auxilios por tu causa. 

Ruedo mis ojos. 

—Ya noté que sigues siendo el mismo tonto, gracias por reafirmarme mi idea y quitarme lo erróneo que estaba empezando a suponer de ti—suelto mientras caminamos a la entrada del lugar.

—Todo cambiará, ya verás, como dije, no creas tanto en mis palabras, fíjate en los hechos. Tendré que empezar a demostrarte las cosas para impresionarme. Por el momento, nadie tiene malas impresiones de mí. 

—Conmigo te estás retrasando y manchando tu nombre. No me hagas ser tu excepción. 

—Vas a serlo, sin embargo, es en otras cosas mucho mejores, Claire Wright, ya lo verás. No te precipites—guiña un ojo y nos atiende un joven. 

—Buenas noches, ¿reservación a nombre de quién? —muestra una especie de tarjeta dorada y lo dejan pasar de inmediato. 

Nos buscan la mesa correspondiente, nunca pensé que habría algo como esto en esta ciudad. Aunque, no lo imagino porque mi bolsillo no tiene lo suficiente como para costear un sitio de esta magnitud. 

«Quién sabe cuánto dinero habrá gastado para estar conmigo en este lugar». 

—Le ofrezco el menú; Señorita, de mi parte, le regalaré un presente de nuestro restaurante. Es un vino muy exótico. Tengo que admitir que me atrae su belleza, en un segundo me pareció muy bonita, si no lo considera mucho atrevimiento. 

El rostro de Nathan cambia de alegre a serio en cuestión de segundos. 

—De acuerdo, ¿dice que es bueno el vino? —se lo arrebata de sus manos, que poca educación viene de su parte. 

—Así es, señor, es uno clásico—noto la sonrisa falsa del mesero, no creo que esto termine bien. 

Nathan lo destapa con el sacacorchos que el joven le ofreció y, sin una pizca de pudor, comienza a tomarlo desde la misma botella. 

Cada trago siento como si fuese una enorme dosis de ese vino. Ay, no, luego será un desastre.

—Nathan, detente, no vas a acabar bien—sostengo la botella y no lo dejaré tomar más, viendo como en unos segundos consumió una mitad de la misma. 

—Perfecto, esto es para que no le des obsequios a mi chica. ¿Qué piensas?, mejor ve y búscame a tu superior, tengo que hablar con él. Estos empleados el día de hoy andan muy atrevidos. 

Espero tener ceras en mis oídos y no haber entendido eso erróneamente. ¿Mi chica?, ¿qué rayos le pasa hoy?

Me pone tensa la forma en la que me trata, ¿será que le gusto?, no… no lo creo. ¿Una mujer de mi talla puede ser amada por alguien como Nathan Hayes?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.