Un papá en aprietos

Capítulo 10: Disimular.

Tu forma de actuar hacia mí me confunde, pero no pienso hacer nada al respecto porque me gusta. Aun así, delante de todos… ¿Podrías disimular?

CLAIRE RUBY WRIGHT

No entiendo que le pasa a este hombre, sin embargo, me tiene confundida y a la vez me gusta su forma de tratarme.

De Nathan nunca hubiese esperado ese nivel de atención, cuando siempre lo que ha hecho es molestarme desde que lo conozco. 

En este momento, trato de hacerlo razones y que mantenga la calma ante cualquier situación, pero aparte de que hoy tiene los cables de su cerebro un poco cruzados, también se tomó media botella de vino que no creo que haga bien en su sistema. 

Suspiro y lo miro fijamente. Lo que menos quiero es generar problemas cuando voy a comer, luego me da mala digestión. 

—Tranquilo, disfrutemos de nuestra cita, ¿sí, cariño? —Engancho mi brazo en el suyo lanzando una sonrisa sarcástica. Lo que menos quiero es generar conflictos, menos en un lugar donde hay comida. 

 

«Mi abuelo dice que la comida es sagrada. Cuanta razón tiene».

 

—Aun así, necesito que me llame a su supervisor. No es verdad que soy un miembro estrella de este lugar para que me den este trato y te falten el respeto al primer segundo de llegar aquí. 

—Disculpe, señor. Ahora vengo con mi supervisor.

Y sí, en unos segundos llegó aquel hombre, sin embargo, mi cara cambia justo en los millones de palabras que me estoy tragando en este momento.

Corro y me voy debajo de la mesa. Siento todas las miradas de los demás encima, pero, aun así, no me importa, no puedo permitir que me vea. 

«Por los santos burritos, pido que no me pase nada desde aquí, ya que mi suerte es tan maravillosa». —Analizo con ironía. 

Intento moverme un tanto para escuchar la conversación que tienen. 

No pensé que lo vería de nuevo. 

Lo que menos quería era notar su cara de tonto una vez más frente a mí. 

Por supuesto que lo detesto. 

Y va a pagar todo el daño que me hizo. 

Sigo en el intento de acercarme, ahora si puedo escuchar bien.

—No tiene que meterse con ella, vino, trajo esa bebida de regalo, ¿y si contenía algo?, ¿y ese atrevimiento?, yo estoy tratando de hacer las cosas bien para conseguirla y lo único que hace es molestar mi camino. Por eso, te pido que cambies de mesero, me cambies de mesa y problema resuelto. 

—Está bien, con gusto. Es lo menos que puedo hacer para un cliente como tú, que favorece a nuestra organización. 

Intento subir el mantel que contiene la mesa y ¡veo a las secretarias de Nathan!, genial, la que me faltaba. 

Me levanto y golpeo mi cabeza, quejándome de inmediato. 

¡Ay no!, ¡va a verme siendo débil de nuevo!

Con rapidez, decido ponerme de pie y tratar de cubrir mi rostro con mi bolso. 

—Vaya, no sabía que ella fuese tan… Ya sabes—hace un gesto refiriéndose a mi cuerpo e intenta verme—, muestra tu rostro, ¿por qué tan tímida? 

En su cara puedo ver cómo trata de burlarse de mí. Lo mismo que ha hecho siempre, tratar de humillarme en frente de todos, en este momento, quiere hacerlo delante de Nathan, para arruinar mi vida. 

Por primera vez, siento que alguien sí pone atención sincera sobre mí. 

—Nathan, vámonos a la otra mesa, ahí están tus empleadas y tampoco quiero verlo a él, luego te cuento, pero me siento presa e incómoda. Te lo suplico. 

—Sí, vamos, ¿o quieres ir a otro lugar? —niego. 

—Ya quiero quedarme aquí, solo deseo moverme de esta mesa.

—Déjame saludarte, señorita—lanza el bolso al suelo—. Mmmm… Justo quien pensé. Cuánto tiempo ha pasado, Claire Ruby Wright, o debería decirte… ¿mi linda y hermosa bola de grasa?, ¿recuerdas ese apodo?

—¿Se conocen para hablarle de ese modo?, ten mucho cuidado como te diriges a ella—me defiende Nathan.

Miro sus pies tambalearse, significa que el alcohol está introduciendo en su cuerpo de la forma en la que no quería. Si anda descontrolado sin tomar el día de hoy, ¿qué será con esa media botella en la cabeza?

—No le hagas caso, solo deseo irme de aquí—sujeto su muñeca, pero nos detienen. 

—¿Jefe?, ¿Claire?, ¿qué hacen juntos y solos? —cuestiona Olivia con una cara de picardía. 

Trágame tierra y escúpeme entre los brazos del abuelo… ¡O en los de Nathan para que me consuele de todo este embrollo!

Sujeta la botella nuevamente, pero esta vez con notoria dosis de su líquido en el cuerpo, para proceder a dar otros sorbos de la bebida. 

—Deberían… dejar de perseguirme. ¿Ya le pagaron a todos, no? —los señala con torpeza, que poco aguante tiene con las bebidas—, no pienso pagarles dos veces por andar detrás de su jefe, ¡¿me entienden?!

—Perdónenlo, es que se puso a tomar de más. Esto se suponía que era una cena de agradecimiento y se ha convertido en una pesadilla.




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