Un papá en aprietos

Capítulo 11: Trago de venganza.

Te haré pagar por cada una de las cosas que me has hecho, solo dale tiempo al tiempo.

CLAIRE RUBY WRIGHT

Estar cerca de Nathan Hayes solo me ha traído sorpresas, desprecios, caídas y desgracias, pero como me gusta su cercanía…

Cargo a Nathan como puedo, quien diría que me iré con el estómago vacío, llena de inseguridades, con Liam en la vista de nuevo humillándome, una empleaducha que quiere meterse en mi camino siendo una cabeza hueca y con el estómago vacío… Eso de estar sin comer, creo que mi mente ya lo dijo. 

—¡Oh!, ¡Claireee!, mi bella y dulce Claire. Me recuerdas a la comida más deliciosa que probé antes—cubro sus labios. 

—Shh, cállate, estás gritando en frente de un lugar lujoso. 

Unos aplausos y risas detrás de mí, me hacen girar. Al ver quién es, apresuro el camino hacia el auto, no puedo hablarle a él, por el momento es la única persona a la que no puedo enfrentarme al cien por ciento debido al daño que me hizo en el pasado. 

«Ignóralo, Claire, ya fueron demasiados eventos dañinos». —Decide mi mente. 

—No puedo pensar que él haya escogido a alguien como tú. Eso debe ser vergonzoso. 

—Por supuesto, me dices todo eso ahora que está dormido y ebrio. ¿Consideras que me importan tus palabras? 

—Si huyes, es porque me temes, eres muy poca cosa para él. 

—¿Por qué te temo?, que equivocado estás. Solo evito lo que me hace mal. Lo que sea o no para alguien, no es tu problema, lo que sí debes tomar en cuenta es que fui bastante para ti y no supiste que hacer con tanto, por eso me hiciste daño. No te olvides que vas a sufrir el doble de lo que pasé yo. 

Esa risa sarcástica pasa varias veces por mi mente en sucesos pasados, pero ya lo superé, no dejaré que me afecte su aparición repentina en mi vida una vez más, mucho menos ahora que me está yendo bien y todo parece ir en orden. 

—Él nunca te amará. Solo yo pude fijarme en alguien tan… Sin sentido como tú, Claire Wright. ¿Piensas que un hombre de su categoría mirará un costal de grasa? 

—¿Ah, no?, ¿muy seguro, tonto? —tomo la mandíbula de Nathan y lo giro hacia mí. 

Me observa con un solo ojo abierto y se queja debido al alcohol. 

—Nat, Nat, cariño, ¿me das un beso? —sonríe con suavidad. 

—Los que quieras, ¿p… por qué te habías esperado tanto para pedírmelo?, eres la primera mujer que no me mira con ojos de deseo o amor—río por el puchero que hace—. No sabes las veces que he querido quitarte un beso de tus carnosos y lindos labios, pero solo me tomas por un presumido y un patán. Siento lastimarte, no es que quiera ser así sino que… He sufrido mucho. 

No lo culpo; aun así, duele sus actitudes de vez en cuando. Ya aprendí a tolerarlo como es, un poco. Es la primera y posiblemente última vez que miraré esta forma tan noble y buena de él.

—Pues, porque no quiero que me odies, no empecé bien contigo, sin embargo—me acerco a su oído—, aunque mañana no te acuerdes de esto, tomaré la libertad de hacer lo que mi corazón desea ahora. 

Él toma mis mejillas enormes y me besa con pasión. Me aseguro de que Liam esté mirando y sonrío mientras disfruto de la suavidad de los labios de Nathan guapetón Hayes. 

Un calor entra en mi cuerpo y por primera vez, comprendo lo que es sentirse amado… al menos por un momento. Nuestras lenguas mezclándose, mis mejillas calientes y los toques que me ofrece en pocos segundos me sacan de lugar. Que bendición es esto, no deseo despertar nunca. 

Mi dedo corazón reluce en la cara de Liam y suelto a Nathan para emprender el viaje con rumbo a su casa. 

Voy conduciendo con una gran sonrisa y acariciando mi boca, asumo que estoy soñando, solo deseo que él no lo recuerde. ¿Por qué siento pena y vergüenza a la vez por esto?, no lo sé, solo espero que mañana, si lo vuelvo a ver, no me ganen los nervios y si pueda continuar mirándolo a la cara. 

Tengo que ser valiente; si lo recuerda, debo enfrentar lo que sea por atrevida, sin embargo, si esto por su mente no pasa… Me llevaré este momento a la tumba como el día en que di un sorbo a la venganza en contra de mi exnovio. 

 

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Dos de la mañana - Lucha constante con un patán en mis brazos llamado Nathan Hayes.

No pude llevarlo a su casa; El berrinche que hizo todo el camino porque quería ir conduciendo, también el hecho de vomitarme encima y el hambre que dice tener, me estaban volviendo loca. Emma y mi abuelo ya duermen, por lo que necesito ayuda de alguien que sé que no va a juzgarme, es por eso que le hice una llamada a mi peli morada, Peyton, ella me sacará de este aprieto.

Miro una moto que reconozco a leguas y es ella quien vino a socorrerme. Tengo a dicho empresario encima de mí como un bebé todo dormido, ya no siento mi lado derecho. 

«Ya sé que siempre se le envía sus peores batallas a sus mejores guerreros, sin embargo, si la lucha se trata de lidiar con borrachos u otros hombres con carácter de patanes, pues me rindo».

—¿Qué fue lo que tomó este hombre que tiene ese nivel de borrachez? —pregunta Peyton preocupada. 




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