Todo el mundo se pone de pie cuando las luces comienzan a brillar en el escenario y quien yace sentado en el centro de las miradas, se mantiene en silencio. Sus ojos no observan a nadie, quizás perdió la habilidad de ver el mundo desde que ya no estaba ella frente a sus ojos, o quizás, sencillamente las luces eran tan intensas que mirar hacia el frente le dañaba. Los gritos ensordecedores piden más y más pero él... Él ya no quiere seguir. Se levanta del asiento y las personas gritan con más euforia, sonríe sin ánimos. El micrófono tiembla en sus manos.
__ Yo... -nunca ha sido bueno con las palabras, pero aun así...- Hace tiempo una persona me dijo que llorar es una muestra de que somos humanos.
Buscaba vagamente entre el público que se disuelve en una sola masa oscura, y siente su corazón golpear más fuerte contra su pecho. Recuerda ese sentimiento, viene cada día desde entonces... Escucha una voz, la cual cantaba al compás de todas sus notas, sin falta cada noche, siempre a su lado. Mira hacia el cielo y aquello que se asoma por sus ojos, pide que no sean lágrimas... Pero él sabe la verdad.
__ Jamás había entendido lo doloroso que era sentir todo esto -un nudo en su garganta y su voz más ronca que antes- yo no recordaba lo que era ser humano...
Una lagrima cayo por su mejilla y ve del otro lado del escenario un piano alumbrado por las luces. Entonces la risa de una chica acompaña todo lo que escucha y su mente se encontraba dando vueltas entre lo que es y lo que jamás podrá ser. A quien jamás podrá recuperar... Nuevamente una lágrima recorre su mejilla y la niebla se apodera de todo. Frente a él, solo existen las notas y susurros de un piano empolvado, en el rincón de la habitación en donde creció... Y ya no puede ignorarlo más.