Un piano empolvado

#6

Entonces la segunda tormenta más devastadora de su vida, tocó a la puerta, cuando la luna de nuevo salía a brillar el cielo.

 

__Audiciones para convertirse en artista -dijo ella mostrándole un cartel que notoriamente había arrancado de algún poste-

 

Él se quedó en silencio, observando aquella imagen, luego sonrió de una forma algo solitaria y negó lentamente.

 

__No fui hecho para eso -contesto, el silencio de nuevo se apoderó del ambiente-

 

Ella no dijo nada más, y sin invitación entro a la cada de Jackson, camino aun sin saber el camino hacia la parte donde descansaba el piano y se quedó parada unos instantes, contemplándolo, Jackson había caminado detrás de ella y se detuvo a su lado.

 

__ ¿ocupas algo? -le preguntó, ella señalo el piano-

 

__ Tócalo. -dijo con firmeza y el extrañado de aquello, frunció su ceño-

 

__¿por qué? -pregunto y ella sonrió-

 

__ Por la misma razón que lo has hecho todo estos años...

 

Jackson se quedó parado unos instantes y después de poco, decidió ceder, caminando hacia el majestuoso piano marrón; tomo aire y cuando se sintió listo dejo que sus dedos acarearan cada tecla, interpretaba la partitura a la perfección, con fluidez y armonía, pero cuando se acercaba a la mitad, ella cerró la partitura. Él dejo de tocar.

 

__ Y entonces, ¿qué quieres que toque? -pregunto él, alzando una ceja, ella se sentó a su lado-

 

__ Quiero que toques el piano -dijo ella con una sonrisa honesta- no ocupas partituras para eso...

 

Él guardo silencio y sus manos temblaron de nuevo, ¿tocar lo que él quisiera?, ¿sin un orden creado?, sonaba como una aventura increíble que una persona pudiera experimentar, pero, ¿estaba listo?... Sus dedos se posaron sobre las teclas de mármol blanca, cerro sus ojos, tomo aire y entonces una melodía comenzó a sonar en su mente, al inicio la melodía era lenta como las primeras notas que había tocado en el piano y eso le hizo sonreír. Sus dedos solo seguían el compás que le dictaba su mente, las notas seguían y se volvían más alegres, como la primera vez que había compartido su auricular con ella. No dijo aquello, pero sus dedos interpretaban aquel recuerdo. Entonces la melodía se volvió mas furiosa, y desesperada cuando el recuerdo de su doctor vino a su mente, su frente sudó y mordió su labio con fuerza sin abrir los ojos, y sin esperarlo la voz de Claudia canto en su mente y la melodía comenzó a volverse lenta de nuevo, calmada y llena de armonía.

 

Abrió sus ojos y volteo a su lado. Ahí estaba Claudia, ella siempre había estado ahí. La melodía fue llegando a su fin con calma y ella le sonrió, el dejo escapar un suspiro. Jackson volteo su mirada, apretando sus manos con su pantalón nervioso.

 

__ Debió sonar como un desastre -dijo decepcionado-

 

Pero ella negó con la cabeza

 

__ Fue el desastre más maravilloso que haya escuchado en mi vida -contesto y él la miró-

 

Claudia colocó su mano en el pecho de Jackson y él se quedó quieto, su corazón latía con prisa.

 

__ Pude escuchar tu corazón en cada nota -dijo ella y el sintió una extraña calidez dentro suyo- Y decía que amaba la música con todo su ser.

 

Él sonrió con sutileza, como si alguien al fin hubiese dicho lo que él siempre había querido escuchar.

 

__ Tu corazón canta la canción más hermosa de todas, Jackson -comento y ambos seguían mirándose- Ojala un día la puedas escuchar.

 

La luz de la luna, se filtraba por la ventana e iluminaba al piano como cada noche, pero ahora, frente a él, también brillaba ella. Jackson subió su mano hacia el rostro de Claudia, con el mismo miedo e inexperiencia que había tenido la primera vez que toco el piano, ella se mantuvo en su lugar, dejando que los dedos del chico, que tocaba el piano para ella cada noche tocara por primera vez su clara piel. Sus rostros se acercaban lentamente, una fuerza superior a ellos, les hacía perder el miedo a la cercanía, ella cerró sus ojos y él los mantuvo abierto mientras se acercaba, pero cuando sus labios se rozaron, los cerró también, junto con la oscuridad del mundo, mientras unían sus almas, él sentía que se volvían una misma melodía. Una melodía que podía tocar toda su vida. Al separarse, Jackson sintió una calidez que jamás había sentido y sonrió.




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