Un piano empolvado

#8

20 años y Jackson Dallas vivía en México, cada día trabajaba duro para poder crear música. Había descubierto la habilidad que tenía para componer canciones y se preparaba para debutar, cuando tuvo un descanso de las practicas se dirigió a su habitación y saco su celular, al estar en soledad, abrió la bandeja de mensajes nuevamente, y ella no había contestado sus mensajes. Llevaba más de un mes sin responderle, de la nada, había desaparecido, pero al igual que escucharla cantar todas las noches, enviarles mensajes diarios, se había vuelto una rutina necesaria.

 

“Él iba a tocar para ella, aunque ella, ya no tocara para él”

 


*

 

Me han pedido una canción, solo una canción y podré debutar

 

Escribió en un mensaje y entonces... Entonces el recuerdo de su sonrisa vino a su mente.

 

Debería ir a España... Quizás así me ayudarías a crearla.

 

Dejó su celular a un lado de su cama y se acostó cubriendo sus ojos con el antebrazo.

 

“Lo harás bien”

 

La voz de Claudia susurraba por sus oídos. A veces tan real que le hacía creer que estaba ahí. A veces tan claro que se levantaba en la madrugada gritando su nombre, encontrándose con que ella no estaba ahí. Ella se había quedado atrás, junto con su piano marrón. Había prometido que volvería a México en 5 días y mientras esperaba para abordar el avión no podía dejar de mirar su celular. El último mensaje que Claudia le envió decía;

 

Nunca olvides por qué tocas.

 

 

Jackson tenía miles de dudas por las cual preguntarles, cosas que quería decirle, melodías que quería tocar para ella. Quería escuchar su voz una vez más. Jamás se había sentido tan ansioso en su vida, hasta que abordo el avión que lo llevaría de vuelta a casa. Mientras volaba, él recordaba el momento en que conoció a aquella chica de cabellos rizados y también la primera vez que toco el piano.

 

__ ¿Por qué tocas? -ella le pregunto hace tanto y él jamás había podido responder-

 

Pero ese día... Cuando la volviera a ver, estaba dispuesto a encontrar la respuesta a su lado. Cuando la fuera a ver de nuevo, él quería hacer tantas cosas, quería decirle tanto, confesarle tanto... Mostrarle tanto, darle tanto. Todo lo que no podía decirle con palabras, quería demostrárselo con su música. Si tan solo la veía una vez más... Él iba a confesarlo todo... TODO.




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