Un principe azul para una villana

Capítulo 2: Despertar

Capítulo 2: Despertar

Layta Baiyamon miró la cara sería y mirada intensa del príncipe Alucard Welgotolok y se sintió tímida por ser mirada durante mucho tiempo.

Layta habló con suavidad— Deja de mirarme as, es vergonzoso— termino de hablar con una mirada fría, pero las mejillas sonrojadas la traicionaron.

Alucard vio la carita sonrojada y en su corazón pensó que en este mundo realmente precoz. Asintió y le dedicó una sonrisa amable a la pequeña niña que lo mira con esa falsa mirada fría.

Sinceramente, se sintió divertido por la forma en que esa niña trata de intimidarlo y una risa lo traicionó— Ja,ja, ja, ja— la risa resonó en la lujosa habitación dejando a una Layta Baiyamon muy angustiada al punto de que ambas mejillas se inflaron con ira y los ojos llorosos miraron a los ojos felices de Alucard. Que este miró con vergüenza y dejó de reírse para pedir disculpas —Lo siento— se disculpó el príncipe.

Layta seguía mirándolo como un pequeño hámster enojado.

Alucard sudo un poco y decidió hablar — Sabes, no es por decirte que eres molesto, pero como es que entraste a mi habitación y además, ¿es realmente algo bueno?— termino de hablar y al último preguntó.

Alucard vio la carita llorosa de Layta que de manera lenta se ponía pálida y los ojos abiertos del miedo. Como un niño que fue encontrado haciendo travesuras y Alucard sintió frío por todo el cuerpo, un mal presentimiento le recorrió por su mente.

Layta habló de manera baja — No, no lose. Llegué hace poco y me dijeron mis padres que debería de conocerte para ser buenos gobernantes— dijo de manera lenta y cuidadosamente derramando pequeñas gotas de lágrimas.

Alucard se sintió desconcertado por las palabras muy maduras para una niña y se recordó de nuevo que ahora se encuentra en un mundo de fantasía y no donde los niños estarían comiendo tierra.

Asintió sin sentirse molesto por la intrusión de la princesa y al contrario de lo que Layta pensaba Alucard solo le acaricio la cabeza.

Layta sintió que una mano delgada la acariciaba y se sintió avergonzada por la extraña manera de ser consolada, pero recordó que no debe de mostrarse como una plebeya y de manera inmediata se retiró del toque cálido de Alucard.

Alucard vio la carita sonrojada de Layta y se sintió feliz, sospechaba un poco de que este encuentro fue solo una coincidencia del destino, para empezar este cuerpo se sentía extremadamente débil como si de un bebé se tratara, además por pequeña que sea la acción que realizaba un dolor y cansancio se apoderaba de inmediato.

Layta recordó algo y sonrió para mirar la cara de Alucard con curiosidad y le preguntó —¿De verdad eres un príncipe de desechos que no puede pararse de la cama y morirá en cualquier momento? — realizo la pregunta que estaba haciéndose en la cabeza durante mucho tiempo.

Alucard se sorprendió por la pregunta y de ella medito las palabras que más impacto tienen y habló— De hecho lo soy, si te preguntas por qué no podía salir de mi cama. Estaba enfermo, pero ahora estoy bien— termino de hablar y le dedicó una linda sonrisa cálida a la curiosa Layta que al ver la apariencia de Alucard se sintió desconcertada y desvió la mirada.

Antes de que ambos digan más, repentinamente de un golpe la puerta se abrió y entraron dos hermosas mujeres vestidas de manera elegantes como reinas, lo más peculiar ambos llevan una corona y un aire majestuoso.

Lo que más llamaba la atención de Alucard fue la cara de la otra dama de cabello rubio caramelo que cae a la altura de las caderas con unas puntas y cuidados, una piel de porcelana con una mirada tensa y esos ojos de color violetas mirando a ambos niños que sonreían tomados de las manos.

La otra mujer no menos agradable a la vista, tiene una cara confundida y feliz, además de un cabello largo y negro azabache con unos ojos llamativos color verde. Un aire de confianza la rodea.

Ambas mujeres con una mirada tensa y confundida miraron a Alucard intensamente sin creerlo.

Layta exclamó— ¡Madre! — dijo de manera fuerte y emocionada, para salir a encontrarla, pero no fue recibida con un abrazo,, en cambio —¡slash!— una fuerte cachetada fue impactada en la tierna mejilla de Layta que la hizo retroceder y cayó al suelo sosteniéndose la mejilla roja que comenzó a mancharse de lágrimas.

Alucard se quedó en estado de shock al ver semejante espectáculo y al mirar que la mujer se acercaba con un aura intimidante a la caída Layta que seguía temblando y llorando.

Nunca permitiría que una cosa así pasara, sin pensarlo dos veces interceptó el camino de la mujer adulta que lo miró con incredulidad y frialdad para abrir la boca en lo que dijo — Muévete, no te interpongas en asuntos de la realeza. Estás cortejando a la muerte— termino de hablar con una cara muy fría y la mirada en los ojos como si basura fuera.

Alucard no retrocedió, se mantuvo firme mirando con dagas a la mirada fría de la mujer. No tenía miedo, que importaba si es un niño débil, no por eso retrocederá ante un adulto que golpea por nada aún niño.

Repentinamente, un aire frío envolvió la habitación y el rostro de la otra mujer cambio con miedo para después exclamar — ¡Esto magia!— Grito alarmada al ver que la reina del reino amarillo estaba realmente enojada.

Pequeños fragmentos de nieve se manifestaron en el cuarto envolviendo todos los muebles.

Alucard vio esta escena, pero no franqueo nada al contrario aún permanece firme y mirando directamente a los ojos de la mujer adulta.

La mujer que libero el poder mágico se rio mostrando una sonrisa llena de perversión y desdén para haber ‐ Eres un bastardo que fue despojado de todo, ahora no eres nada. Tu nuevo hermano fue el que estará cargo de todo, demostró tener la afinidad de hacer magia y será enviado a la academia en un futuro. Por otra parte, solo eres un desperdicio— termino de hablar y aumentó la frialdad en la magia.

Alucard sintió que se congelaba, pero logró bloquear con éxito la habilidad dirigida a Layta que había parado de llorar y miraba con miedo.




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