Un Prometido a otro nivel (2p de Lpdg)

Capítulo 4

Narra Sara.

Camino deprisa por los pasillos, ya es la hora de almorzar y mi estómago esta gruñendo.

Paso por las diferentes habitaciones y cruzo por el de área de los varones, no se porque, pero tengo la necesidad de pasar por aquí. A parte de que el camino es más corto.

Siento mi teléfono vibrar en mi bolsillo. Lo saco y miro un número desconocido.

—Hola —Sigo caminando, aunque más despacio, del otro lado sólo se escucha un pequeño murmullo —, hola.—Me siento algo frustrada. El tintineo del otro lado me indica que la llamada ya se acabó.

La cafetería esta abarrotada de esquina a esquina. Entro a la fila y me tambaleo sobre mis pies, una insistente mirada sobre mi nuca me hace voltear levemente la cabeza, no capto una mirada hacía mi.

Vuelvo a mirar adelante sin prestar atención a la incómoda sensación que me sigue por ratos, como si alguien me estuviera espiando. De sólo pensarlo la piel se me eriza y el corazón se me acelera. Llegó a la cabeza de la fila antes de lo pensando.

Me sirvo un poco de papa y un pastelillo de postre, el hambre se evaporó y la sensación de estar incómoda persiste.

Doy pasos vacilantes entre las mesas, no tengo la más mínima idea de donde sentarme. La mayor parte del tiempo la pasó en mi habitación o en clases.

Hasta hoy, ya va siendo hora de que me espabile; Brad no me ha llamado, ni enviado mensaje desde hace doce días. Aunque me duele y es un gran golpe, sobre todo porque los demás aseguran que él me quiere. Si tanto me quisiera me hubiera buscado, por lo menos para que le explicara porque me fui precipitadamente.

Pero ya que más da, eso nos evito un final no muy feliz para los dos; por lo menos conservaré las cosas buenas, aquellos momentos que de verdad me hicieron felices y me enseñaron más que nada en este mundo.

Me dirijo hacia una de las mesas del fondo y me siento lo más alejada de los demás. Ser la nueva no tiene mucho de interesante. Los demás hablan entre sí como si se conocieran de toda la vida.

Y yo aquí que con la única que tal vez podría hablar, es con este puré de papa, que se ve muy apetitoso.

Dejo de pensar y empiezo a comer, el pure se desbarata en la boca y mis pupilas gustativa bailan de emoción; cucharada tras cucharada es como un nuevo festín y la boca se me hace agua como si fuera el primero.

—¿Puedo sentarme? —Abro los ojos y levanto la cabeza al escuchar ese acento francés tan cerca de mí.

—Eh...claro —digo después de tragar.

—Esta muy bueno —dice mientras empieza a comer.

Yo me quedo como boba mirándolo entrarse la cuchara en la boca. Aparto la mirada sonrosada y terminó de comer el mio, para luego comerme mi panecillo.

—¿De donde eres?

—Estados Unidos.—No aparto la mirada de mi panecillo, tengo miedo de quedarme viéndolo embelesado.

—Fui una vez, es un país muy agradable, al igual que sus chicas.—Extiende su mano y pone sus dedos en mi barbilla para luego levantarla— Eres muy bonita.—Sus palabras surten un efecto inmediato en mí. Siento el calor subir por mis mejillas.

—Gracias...—Aparto la cara de sus dedos y me concentro en el panecillo que está todo regado encima del plato.

—Es lindo cuando te sonrojas.—Suaves carcajadas salen de su garganta y me hipnotizan por unos segundos.

—Estupido...—susurro por lo bajo.

—Tambien eres linda cuando insultas.—Las ganas de sacarle la lengua eran inmersas, en cambio le di una falsa sonrisa y me quedé sentada como si nada; tampoco es que tenga muchas cosas que hacer en mi cuarto.

—¿Que vas a hacer después de salir de aquí? —Me pregunta cuando ya terminó de comer.

—Dormir...—digo en automático.

—¡Vaya!, te hacía más de fiestas...

—No serias el primero en tener una mala idea sobre mí. —Miro por encima del hombro de Rowel las demás mesas.

Todos siguen charlando amistosamente unos con otros, pasándose de mesas y tirándose la encima.

—Tambien supuse que tendrías novio, espero haberme equivocado en eso.—La sonrisa en su cara despierta mariposa en mi estómago que trato de ignorar.

—¿Y para que quieres saber eso? —Recuesto los codos en la mesa y lo miró.

—Quiero saber en qué terreno estoy pisando. —Rowel también se recuesta de la mesa y quedamos a centrimetros uno del otro.

—No pierdes tu tiempo. —Por alguna extraña razón me encuentro sonriendole coqueta.

—No le veo razón para ello.

—Mmm, bien, pero ya es hora de irme.—Me levantó de la mesa y cojo mi plato antes de que pueda hacer alguna estupides.

Rowel sigue detrás de mí, desde que salimos de la cafetería. Vamos por los pasillos en silencio, pero un silencio cómodo de esos que te dejan respirar en paz.

Varias chicas se voltean al ver a Rowel a mi lado, él le saluda con la mano y sigue su camino detrás de mí.

—Llegamos —digo abriendo la puerta para luego mirar a Rowel —Ya te puedes ir. —Me reprendo mentalmente por ser tan directa.

— ¹Bonne après-midi princesse
.—Él se inclina hacia delante y deja un casto beso sobre mi mejilla, luego da media vuelta y se va como si nada, dejándome emocionada y atónita.

Cierro la puerta y me dejó caer sobre la cama. Tengo que salir más seguido de la habitación.





 

¹Buenas noches princesa.

 




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