Un Prometido a otro nivel (2p de Lpdg)

Capítulo 24

Su mirada frágil que me traspasa el corazón, sonrío, al menos lo intento. Rebusco en mi interior pura soledad para enfrentarme a todo. No suelo tener buenas ideas, igual eso no impide que tenga ideas y la verdad es que está es la más loca que he tenido y me gusta mucho. Mas me gusta saber que el esta frente a mí. En la pantalla aparece un mensaje de Rowel, diciendome que hablé. Sólo sonrío.

Ya no importa, nada importa.

—¿Cómo estás? 

—Bien —susurro sientiendome euforica —¿Y tú?

se ríe.

—Tienes que hablar más alto Sara  —Mi nombre en sus labios me causa cosquilleo en todo el cuerpo — y estoy muy bien.

—Me alegro.

La conversacion se acaba, no me molesta.

El camarero llega y nos sirve la cena. Levantamos la copas en señal de salud. Toda mi piel se esgrima, poniendose los pelos de punta.

—Ha pasado tiempo —murmura Brad lo suficientemente alto como para que yo pueda escuchar.

—Eso creo —le respondo sin saber que decir —A veces me haces falta —Le confieso.

—A mi me haces falta siempre —Su mano suelta la copa y la pone debajo del mantel —, cada minuto, cada hora, cada dia. Me acuesto y me despierto pensando en ti. Lo hago siempre.

Niego con la cabeza, evitando que las lagrimas se desborden de mis ojos.

—¿Quieres bailar? —Le pregunto con la voz apagada. 

El asiente. Tomo la base de la laptop y le veo hacer lo mismo. El caliente de la computadora se asemeja al calor de sus manos, pero no es él. No estoy con Brad en realidad. Aqui estoy bailando con una computadora mientras él esta del otro lado del mundo imaginando que tambien baila conmigo. Giro y cierro los ojos. En mi mente si estoy bailando con Brad y no con una laptop y una video llamada a distancia. La musica se acaba y vuelvo a la mesa, él hace lo mismo del otro. 

Volvemos a sentarnos uno frente al  otro, simulando una cita que nunca tuvimos y solo ahora nos atrevemos porque las distancia esta entre nosotros y nos da valor. Es injusto, pero cierto. Empezamos a hablar de cosas sin importancia, de juegos al azar formando palabras sin sentidos. Riendonos de estupideces que ambos decimos o hacemos. Yo acabo de expulsar el vino de la boca por algo que Brad acaba de decir mientras el hace que lo acabo de mojar y se limpia con una paño.

Lloramos de risa y reimos de alegria. Aqui esta la complicidad que tanto me hacia falta.

—¡Feliz cumple años! —Le grito a traves de la camera cuando veo que le ponen un pastel frente a él —Ahora pide un deseo.

El cierra los ojos y piensa antes de soplar las velas. Los empleados le cantan feliz cumple años. Unas lagrimas se deslizan por  mis mejillas porque no puedo abrazarlo. Extiendo la mano a la pantalla y Brad hace lo mismo. ¡Dios! cuanta falta me hace. Cuanto lo quiero.

—Te quiero tanto —Le murmuro en medio de sus felicitaciones.

—Ven conmigo, Sara —En sus ojos  ya no hay felicidad ni alegria —. Te prometo que te haré feliz.

—Yo... yo no puedo Brad.

La conversacion se corta, la pantalla se pone negra y ya se volvió a acabar. Vuelvo a estar a inicio de la noche, sola. Término de beberme lo que tengo en la copa, dejando que las lagrimas se resbalen. Ya no tengo que verme fuerte para nadie ni por nadie si sólo estoy destrozada. El camarero recoge los platos y me deja la mesa libre. En la pantalla me aparece otro mensaje de Rowel preguntándome como estoy. No respondo. Dejo caer la cabeza entre mis manos y las apoyo  en la mesa, todo no tiene que ser tan dificil.

—Mande los correo. —Rebecca se sienta a mi lado.

—Ya no importa —Le respondo a sabiendas de que si era por mi nunca lo habría mandando.

—Brad lo leyo —Su mano me acaricia el pelo —y quiere saber si todo lo que dices ahí es cierto.

Una sonrisa amarga se dibuja en mis labios.

—Él ya lo sabe —digo sin levantar la cabeza.

—Dile de nuevo —Me gruñe Rowel.

—Ya no esta. —Contengo un sollozo al decirlo en voz alta.

—Si estoy —Toda mi piel parecé ponerse ultra sensible en segundos.

Levanto la cabeza y ahí esta él. En medio del restaurante. No hay rastros de Rebecca ni de Rowel, solo Brad.

—¿Es real? —No tengo fuerzas para ponerme de pie, ni para decir nada más.

—Soy muy real—Camina hacía mí, agarrándome de las manos me pone de pie —. Me has hecho tanta falta.

Me abraza y lo abrazo, escondiendo la cara en su hombro, aspirando su fragancia, sintiéndome en casa nuevamente. Él me aparta un poco, me mira y como si de cámara lenta se tratara va agachando la cabeza hasta que nuestros labios conectan, sólo el leve roce me revive el alma. Lo abrazo más fuerte. Una de sus manos va a mi pelo y me los acaricia antes de besarme de verdad.

Pura y celestial alegría se cuela por mí sistema. Quiero abrazarlo y nunca dejarlo ir de nuevo. Calor, amor, paz. Sus labios absuelven los míos, sus manos pasean por todo mi cuerpo como si él tampoco creyera que estamos aquí. El conmigo y yo con él. Falta el aire y solo por eso nos separamos un poco. Siento un calor recorrer por mi mejilla, luego sus dedos están acariciándome en el mismo lugar.

—Sara... —Su voz esta rota —dímelo, por favor dímelo.

Niego con la cabeza, sé lo que me pide, pero es lo único que me queda y si se lo doy ya no tendré nada y no quiero quedarme sin nada.

—Por favor —suplica con nuestras frentes juntas, nuestras manos enredadas, nuestros cuerpos traspasando calor —, necesito oírlo de tus labios, con tu voz.

—Te amo Brad.
 




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