Un Prometido a otro nivel (2p de Lpdg)

Capítulo 25

Narra Brad.

  —Te amo Brad. —La escucho y saboreo cada palabra que sale de sus labios.

Sus manos en la mías, las suelto, acaricio su rostro, las sostengo con mis dedos que poco a poco se van calentando con su calor y entonces. Entonces la miro a los ojos, sus bellos ojos verdes como esmeraldas relucientes, una lagrima empieza a descender la atajo con mi dedo. No digo nada, no tengo las fuerzas, Sara pone sus manos en las mías y cierra sus ojos. Desciendo la cabeza y para mí es a camara lenta, pero de esas que iluminan todo a tu alrededor.

Justo así me siento, como que estoy volviendo  y cuando al fin la beso, entonces ya sé que nunca podré volver a estar lejos de ella. Sin su sonrisa, sin su regaños, sin su besos, sin su amor.

—Yo tambien te amo —le digo labios contra labios —, siempre lo he hecho  y creo que ese es el problema. No quería arruinar nuestra relación y también me había cansado del título de mejor amigo. 

»Lo que haré ahora tal vez sea de locos, y necesito que me mires bien y lo pienses bien. Yo aceptaré lo que tu decidas, pero antes tienes que prometerme que siempre estaremos juntos como los mejores amigos del mundo.

Sara me mira como si me estuviera loco y al final me sonríe. 

—Te lo prometo —susurra.

Respiro profundo, pienso más que en toda mí vida, recurro a mis fuerzas internas, rezo en mi mente. Siento mi corazón palpitar tan fuerte que retumba por todo mi cuerpo. Voy doblando mis rodillas poco a poco, hasta que mí rostro está a la altura de su estómago y mí rodilla derecha en el suelo.

—¿Sara Mayer, te quieres casar conmigo?

—Yo... —Sus manos aprietan.

—Se que he metido la pata más veces de las humanamente posibles, pero de verdad necesito esta oportunidad para demostrarte que si puedo hacerte feliz.

—Sí  —susurra.

En ciertos momentos nos damos cuenta que las palabras importantes no tiene que tener más de dos palabras. No en los momentos importantes.

—Entonces casémonos ahora.

Me pongo de pie de un salto.

—¿Ahora?

—Ahora mismo, ya lo tengo todo arreglado...

—... pe... pero

—Lo arregle todo: flores, juez, lugar, padrinos. Solo faltamos nosotros.

»Te prometo que luego te haré la boda más grande del mundo y como tú la quieras, pero ahora necesito que seas mí mujer y solo mía. 

Acaricio su rostro, la beso, la siento contra mí.

—Entonces vamos a casarnos y tú también vas  a ser mío.
 

***

Jugueteaban, tomando jugo de naranja mientras compartían besos y celebrarán la súper boda, no fue la más grande del siglo, no lo supo todo el mundo, pero ahí estaban ellos sintiendo que nadie más en el mundo existían a excepción de ellos. Luego de pasar charcos, lagos, ríos, mares y finalmente océanos. Al fin estaban juntos. Brad sintiendo que sólo perteneces a Sara y Sara sintiendo que solo pertenece a Brad.

Se alojaron en un pequeño hotel cerca de la universidad para festejar, los besos llovían, las caricias siempre presentes y las palabras de amor parecían no tener fin. Su vestimenta no fue nada sofisticado, ella con su bello vestido rosa él con camisa y vaqueros. A nadie le importó más que a ellos, tampoco le importo que los padrinos, Rowel y Rebecca fueran en tenis; ahora más que en ningún otro momento agradecieron no tener tanta ropa.

Con manos temblorosas el bajo él zipper del vestido para luego bajar las mangas, todo con la mayor delicadeza posible con el miedo de que por alguna razón, cualquiera, pudieran separarse o ella decidiera alejarse y ahora para siempre. Sara por el contrario estaba eufórica, ningún libro, ningún vídeo o ninguna charla con sus padres iba a ser capaz de prepararla para lo que estaba sintiendo en ese momento.

Sara quería reír y llorar al mismo tiempo. Brad la estaba tratando como porcelana y ella ya no quería ser tratada así, lo quería a él. Que la tratara sin guante de seda y la hiciera suya. En cuerpo y alma.

—Mas rápido Brad —susurro ella desesperada.

—No quiero hacerte daño —contesto él mirándola a los ojos.

—No me lo harás —gimoteo arrancando los botones de la camisa de Brad.

—Dios...

Se desvistieron sin más, la ropa voló y al final solo quedaron cuerpo contra cuerpo. Brad fue despacio, mostrando amor y ternura. Llevándola donde solo él quería que estuviera, ella sin embargo lo acompaño todo el tiempo a sabiendas de que ella era la única para él.

Así se acabaron todos los problemas, ya no hay confusión o dolor. Con un beso en la frente, mientras Sara reposaba la cabeza en su pecho y ya no hubo pasado.

Jugamos, reímos y soñamos, pero al final siempre tendremos nuestra mitad; ya sea una naranja o un limón, está por algún lugar de mundo para ir a encontralo o tan cerca que no queremos verlo.
 

FIN.

 




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