8. Mónica

Llevaba más de tres meses asistiendo al psicólogo. Al principio me resistía a ir porque pensaba que era sólo para la gente con problemas mentales. Pero me fui acostumbrando, al punto de disfrutar las sesiones.

Era el mes de febrero de 1968. Mi vida seguía siendo un infierno, no tan intenso como en otros tiempos, pero siempre difícil. Los insultos eran pan de cada día y me daban lo mismo. Pero irónicamente, empezaba a sentir algo distinto.

Por esa época había revuelo en la escuela, pero no estaba muy bien enterado del por qué. Más luego, en la clase de ciencias, Mrs. Thompson, nuestra maestra, anunció:

-¡Atención todos! Tenemos el gusto de tener una alumna nueva entre nosotros. Su nombre es Mónica Otero. Hace dos meses más o menos que vino a vivir en Toronto desde su país, Uruguay. Hagan el favor de saludarla.

-¡HOLA, MÓNICA!-dijimos todos al unísono.

-Hola-respondió ella, un poco tímida.

-Mónica, esta es tu nueva aula. Siéntate al lado de Tyler, por favor-sugirió la profesora.

-Claro, Mrs. Thompson-respondió.

El corazón me dio un vuelco. Mónica Otero era una chica hermosa en extremo: tenía cabello rubio con visos negros, y unos enormes ojos grises, además de una sonrisa encantadora. ¿Cómo era posible que la chica más hermosa de la escuela se sentara al lado del chico más odiado? Nadie pudo jamás responder esa pregunta. Mucho menos, anticipar lo que vendría después.
Por cierto, ¿no es irónico?

-Hola, Tyler-era Mónica, que había llegado a su puesto finalmente, y me sacaba de mis pensamientos para traerme de vuelta a la realidad.

-H... Oh, hola, Mónica-respondí, apenado.

-¿Pasa algo, te interrumpo?-respondió ella, confundida.

-¡Oh, no! T... tranquila-respondí, aún apenado que ella me encontrara así.

Resulta increíble, pero así empezó la mejor historia de mi vida. Empezó mi 'érase una vez...'