Un Recuerdo De Lo Nuestro

Cap. 2

Elisa Beltrán
agosto 2022

Paso una semana desde que Erick y su amigo Gabriel, nos fueron a dejar al apartamento. A partir de ahí, no sé nada del… Es como si la tierra se lo hubiese tragado.

Estos días no he dejado de pensar en él.

No puedo dejar de pensar en sus ojos. Verdes, como la naturaleza.

Un suspiro sale de mi sin que pueda evitarlo. Son las 10 de la noche…

Porque no ha mandado mensaje.

No es que estuviera esperando un mensaje suyo cierto.

Si, lo estas esperando.

¿Y si tiene novia y esta con ella? ¿Quizás por eso no me ha mandado mensaje? Pero… ¿porque no lo dijo? ¿Solo habrá sido una apuesta?... Esas y muchas más preguntas rodean mi mente.

No me doy cuenta en qué momento me acerque a l ventana. Solo sé que ahí lo vi…

Esta aquí.

Se encuentra de espalda, por lo que logró visualizar, está en una llamada. Y eso lo aprovecho para poder observarlo de lejos. No logró escuchar lo que dice, y eso me frustra.

Termina la llamada y observo como se vuelve a su teléfono y después de unos segundos más, se lo lleva a la oreja.

La pantalla de mi móvil se ilumina, y no sé porque, pero me da miedo al observar que se trata de un numero desconocido.

Con temor tomo la llamada y respondo.

—Hola…

—Sabias que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación —Lo sabe—. Dime, Elisa. Te ¿fue interesante mi conversación?

—Eh, no sé de qué hablas.

Chismosa

—Ohh claro que sabes de que hablo. —voltea a observar la ventana— ¿Por qué rayos te escondiste nuevamente? Es que acaso ¿no te das cuenta que necesito observarte?

—No me escondí. —Me hago la desentendida.

—Claro que sí. Que quieres hacerte la que no sabe nada es otra cosa.

—Está bien, contento —le digo mientras lo observó desde la ventana nuevamente y enseguida me regala una sonrisa.

Su sonrisa es muy bonita.

Pero de qué demonios estoy hablando…

—¿Puedes bajar un momento? O es necesario que me suba a aquel árbol por ti...

—No es necesario que subas al árbol, yo puedo bajar perfectamente. —le dijo— ¿Pero, por que tendría que bajar? ¿A caso me vas a dar un regalo? Porque si es así con gusto lo hago…

—Regalo como tal, no es. —decepción— Pero estoy seguro que te gustara, así es que… ¿vamos?

—Mmm —parezco pensarlo— Bueno, vamos. Pero espérame tantito ¿vale?

—Vale. —me da una sonrisa de boca cerrada.

Me apresuro hacia el guardarropa y saco una sudadera, me pongo tenis, me recojo el cabello. Todo lo hago en tiempo récord.

Ojalá y así fueras par otras cosas. Me dijo a mí misma.

Y si, ojalá así fuera para otras cosas, pero es que esas no son tan importantes como esta, o quizás sí, pero bueno ya.

Una vez dejando la nota que le escribí a Lucia, donde decía que quizás regresaría hasta mañana —digo verdad, no es que quiera pasar toda la noche con Erick cierto— Bueno, le dejo la nota y salgo.

Afuera hace demasiado frio como para estar en agosto, pero bueno.

—Pensé que enserio tendría que subir al árbol para convencerte de venir.

—Si, lo siento. Es que estaba en piyama y bueno… no pensaba en bajar así.

—En piyama, interesante. —le doy un golpe en el hombro— Ya, ya. Lo siento.

—Te lo paso por esta vez, solo porque me vas a dar… —me corta.

—Enseñar, esa es la palabra correcta.

—¿Okey? Vamos...

—Vamos.

Comenzamos una caminata divertida por los chistes pésimos que decía Erick, he de admitir que, si me hacían reír, aprovechamos el tiempo en conocernos un poco más, por ejemplo, cuál es su postre favorito, el cual es el pan de plátano, al igual que también descubrí que no tiene color preferido, que simplemente los ve como algo normal, y ya. En fin.

Caminamos cerca de 30 minutos, hasta que me di cuenta que nos dirigíamos hacia la costa de Seattle. El lugar está solo, y la brisa del mar me pega en la cara, haciendo que lo disfrute...

 —Vamos. —Erick me toma de la mano y nos lleva a un lugar más allá de donde están los barcos. —Bueno...  bienvenida.

— ¿Que?... —volteo a mirar hacia atrás y enseguida noto una casa de campaña, con una fogata enfrente, siendo iluminada también por la luz de la luna y las estrellas, es.... hermoso.

Nunca había venido en la noche a esta parte de la costa, y tengo que admitir que es maravilloso.

— ¿Qué es esto? —pregunto volteando a observarlo nuevamente.

—Bueno, encontré este lugar la misma semana en la que nos conocimos, y desde entonces había pensado en traerte para que lo conocieras, —alza los hombros despreocupado— No pensé quete molestaría —camina hacia la fogata.

—No, no. No me molesta, al contrario. —Me acerco hacia el— Me gusto, lo digo enserio.

—Lo sé, lo veo en tus ojos. —lo miro fijamente— Cada vez que algo te gusta, un brillo especial aparece en ellos...

—¿De qué hablas?...

—De ese brillo que justo ahora tienes —sus ojos son un bosque hermoso, fácilmente te puedes perder en ese verde intenso—. Ven, siéntate.

Lo sigo —Gracias.

—Bueno Eli, ¿te puedo decir así? No quiero que te sientas incomoda y después dejemos de hablar...

—No te preocupes —le doy una pequeña sonrisa— Si puedes.

—Esta bien —me devuelve la sonrisa. — Oye, ya no hablamos sobre cuales son nuestros sueños.

—Tienes razón... ¿Cuál es tu sueño?

—Se supone que esa pregunta la tenia que hacer primero yo.

—Tenias, tú mismo lo acabas de hacer —ambos nos reímos.

—Tienes razón, bueno mi sueño es... —solo me observa.

—¿Sucede algo? —pregunto extrañada por su repentino silencio.

—No... es solo que... no tengo un sueño como tal.

—¿Por qué lo dices? Todos tenemos sueños en la vida.



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En el texto hay: #amor #drama #dolor

Editado: 09.09.2024

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