Nikolai
Hace un tiempo atrás
Lo había estado pensando desde hacía semanas. Tal vez incluso meses.
Ese deseo de desaparecer un rato. De apagarlo todo. De alejarme del ruido, de la expectativa, de los flashes y las cámaras. Amaba la música. De verdad. Era lo único que me mantenía en pie a veces. Me gustaba cuando la gente se me acercaba emocionada, cuando me pedían una foto y me abrazaban con fuerza como si me conocieran de antes. Agradecía cada palabra, cada mano temblorosa que buscaba la mía. Me hacían sentir querido. Real. Pero últimamente todo se sentía tan frío. Tan organizado. Tan exactamente planeado. Cada paso que daba estaba previamente aprobado, cada palabra que decía tenía que pasar por un filtro. Mi agenda era una coreografía sin margen para respirar y yo me estaba ahogando.
La voz de Helena me sacó del torbellino interno.
—¿Estás escuchando, Nikolai?
—Sí —respondí, aunque mi mirada seguía fija en la ventana. En ese cielo sin definición que parecía entenderme mejor que todos los que me rodeaban.
Daphne cruzó los brazos. Estaba sentada al lado de Helena, frente a mí. Llevaba puesto uno de esos conjuntos perfectos que la hacían parecer sacada de un catálogo de marca. Su cabello estaba impecable. Sus labios, en silencio. Pero sus ojos tenían algo de reproche contenido.
—La canción tiene que salir en máximo un mes —indicó Helena, con ese tono que usaba cuando ya no aceptaba excusas—. El videoclip ya está calendarizado y Daphne tiene que aparecer en él.
“Daphne tiene que aparecer.”
Como si eso fuera una obligación emocional. Un contrato más que cumplir.
—Además —continuó Helena, hojeando su carpeta sin mirarme—, tiene que estar dedicada a ella. Ya lo discutimos. El enfoque es el vínculo. El compromiso.
Esa palabra.
Compromiso.
No sabía qué significaba ya. Pasé una mano por el rostro, sintiendo el peso de todo lo que se me estaba cayendo encima. No por la música, no por el arte. Eso era lo único real. Pero todo lo demás, la mentira que habíamos creado, el marketing, los eventos, los “te amo” ensayados. La relación perfecta de revista que no tenía alma, pero sí aprobación.
Era un guión. Uno en el que nunca quise actuar, pero del que tampoco supe salirme a tiempo. Y ahora todo eso pesaba. Porque no se trataba solo de fingir. Se trataba de vivir dentro de algo que no me pertenecía. De mirar a alguien y no reconocer ni a ella, ni a mí, en lo que estábamos mostrando.
—¿En cuánto tiempo vas a tenerla lista? —preguntó Daphne de pronto, sin rodeos.
Elevé la mirada. Dudé.
—Dos semanas. Tal vez.
El productor, que hasta entonces solo tomaba notas en su tablet, levantó la vista.
—Dos semanas es mucho, Nikolai. Necesitamos lanzarla antes pronto. Hay que grabarla, corregir, planificar cosas. Es una canción, no un álbum.
—Y ni siquiera estás empezando desde cero —añadió Helena—. Tienes la base. La idea. Solo te falta terminarla. No es tan difícil. No te estamos pidiendo un tour. Solo cierra el tema.
Solo cierra el tema.
Como si eso fuera tan fácil.
Mordí la parte interior de mi mejilla para no responder con algo que después tendría que corregir por contrato. Estiré la mano hacia el plato del centro de la mesa, donde alguien había dejado unas galletas de chocolate. Tomar una se sintió como el único acto de rebeldía que me quedaba.
—No comas eso —dijo Helena sin siquiera mirarme—. Tienes sesión de fotos esta tarde y la chaqueta de Saint Laurent te queda a la medida.
Solté la galleta con un gesto brusco. El sonido seco contra el plato fue más fuerte de lo que esperaba. Daphne dio un pequeño salto en su asiento y me miró con reproche.
—¿Saben qué? —hablé, cruzándome de brazos—. Si escribir una maldita canción es tan fácil, escríbanla ustedes.
Helena alzó una ceja, despacio, como si esperara que yo siguiera actuando como un crío. Como si no llevara semanas aguantando este circo.
—Nikolai, nadie está subestimando tu trabajo —respondió con esa voz controlada que usaba cuando quería sonar empática sin dejar de dar órdenes— . Pero hay compromisos. Y esta canción no es solo una canción. Es parte de un lanzamiento, de una historia. Y tú eres el protagonista.
—No —murmuré—. Ustedes son los protagonistas. Yo solo soy la voz. El nombre en la portada.
—No hagas esto ahora —intervino Daphne—. Ya sabes cómo funciona. Solo termina la canción, haz la sesión, y luego haces lo que quieras.
—Ah, ¿sí? —respondí, apoyándome hacia adelante—. ¿Y después qué? ¿Otra canción sobre una relación que no existe? ¿Otra gira con entrevistas donde finjo que estamos bien?
—Basta, Nikolai —me cortó Helena, con firmeza—. No empieces con eso otra vez.
—Solo quiero saber —insistí—. ¿Qué más hay para la próxima semana? Aparte de seguir fingiendo que no estoy perdiendo la cabeza.
—Tienes que aprenderte algunas cosas que dirás en una entrevista, el martes te ayudaremos con eso —enumeró Helena sin dudar, hojeando su agenda—. Y ensayo el miércoles. Tal vez puedas escribir entre medio. Y mañana una entrevista por tu última colaboración, no lo olvides.
Editado: 28.07.2025