Un secretario muy especial.

Capítulo siete:

Helena regresa a casa exhausta, con la mente llena de pensamientos. Aún no puede creer que en solo dos días haya vivido más experiencias que en toda su vida. Está confundida; sabe que disfrazarse de hombre es una locura, pero al mismo tiempo lo ve como un desafío que podría romper la monotonía de su vida y, además, cumplir su sueño de trabajar con Alejandro Montenegro sin tener que enfrentarse directamente a él.

Mientras alimenta a su gato, Felipe, suena el teléfono. Al ver que es su madre, se deja caer en el sofá y contesta:

—Hola, mamá —saluda con cariño.

—Hola, mi niña. Escuché el podcast con Lily, estuviste maravillosa como siempre.

—Gracias, mamá. Estaba muy nerviosa porque… estaba en casa de Tony —confiesa, sorprendiendo a su madre.

—¿Fuiste a casa de Tony? Cuéntame, ¿qué pasó? Después de tu pelea con Alejandro Montenegro no hemos hablado.

Helena le cuenta todo lo ocurrido: el encuentro con Lucía en la calle, el camino al hospital, y la nueva confrontación con Alejandro.

—Amor, estoy tan orgullosa de ti. Fuiste muy valiente y actuaste con rapidez, salvaste la vida de esa señora.

—Gracias, mamá, pero solo lo hice porque reconocí en ella los mismos síntomas que papá tuvo. Aunque, lo que realmente me sorprendió fue que Alejandro Montenegro me acusara de salvar a su abuela solo para conseguir un trabajo en su empresa.

—Ese Montenegro… Me encantaría conocerlo para decirle unas cuantas verdades.

—No te preocupes, mamá, sé cómo defenderme de él. Solo que… hay algo más… —dice Helena, dudando, buscando la opinión de su madre.

—¿Qué sucede, Helena? —pregunta Alicia, con un tono de preocupación.

—Mamá, la señora Lucía quiere darle una lección a su hijo y me ha ofrecido el puesto de editor en jefe.

—Eso es maravilloso, hija, pero… ¿cuál es el problema?

—Me ofreció el puesto con una condición…

—¿Qué condición? —pregunta Alicia, ansiosa.

—Quiere que me vista y actúe como un hombre —responde, dejando a su madre atónita.

—¿Qué? ¿Cómo? Me has dejado sin palabras, Helena.

—Sí, mamá, imagínate… No sé qué hacer. Es la única manera de ser editor en jefe y que Alejandro Montenegro me acepte.

—No sé qué decirte, hija, pero… ¿tú qué piensas?

—Tengo unos días para decidir, pero creo que aceptaré, mamá. Es la única oportunidad que tengo. Aunque sé que me arriesgo a que ese hombre me odie para siempre…

—¿Te importa lo que Alejandro Montenegro piense de ti? —pregunta Alicia, desconcertandola aún más.

—No lo sé, mamá. A pesar de todo lo que ha pasado, sigue siendo mi ídolo. Siempre he querido trabajar con él.

—Está bien, mi Hele. Sabes que te apoyaré en lo que decidas. Solo ten cuidado…

—¿Cuidado? —pregunta Helena, sorprendida.

—Sí, hija, no te enamores. Personas como él pueden hacerte mucho daño.

Helena corta la llamada más confundida que antes. ¿Cómo puede pensar su madre que podría enamorarse de Alejandro Montenegro? No puede negar que es un hombre atractivo en todos los sentidos, pero de ahí a enamorarse… Jamás. Un hombre tan insufrible, arrogante y déspota no es el tipo que podría atraerle.

Después de relajarse viendo una película romántica, se prepara un café y se sienta a escribir. Su primer libro de la trilogía está bastante avanzado, y según Amelia, tiene una trama excelente, lo suficiente para convertirse en el próximo éxito de Butterfly.

Justo cuando comienza a escribir, su manager la llama, interrumpiendo su concentración:

—Hola, Ame, ¿te gustó la entrevista con Lily?

—Me encantó, Hele. Te lo dije, tu nueva trilogía será un éxito. Estoy segura de que alcanzarás la cima de tu carrera como escritora —dice Amelia, orgullosa de su amiga. Siempre supo que tenía un talento natural para las palabras, aunque su inseguridad la retenía, hasta que la convenció de escribir bajo un seudónimo. Gracias a su talento, Helena se convirtió en la aclamada Butterfly.

—¿De verdad lo crees? —pregunta, aún incrédula.

—No lo creo, Helena, lo sé. ¿No viste la cantidad de gente conectada solo para escucharte? Aman tus palabras, y no solo tus seguidores… Alejandro Montenegro está desesperado por trabajar contigo —confiesa Amelia, sorprendiendola.

—¿Alejandro?

—Sí, Hele. Me ha llamado varias veces, quiere hablar contigo, convencerte.

—Qué irónico, ¿no? Te aseguro que si supiera quién es Butterfly, jamás querría trabajar conmigo —dice, divertida.

—Alejandro y Luciano Montenegro quedaron impactados con el podcast. Creo que es la primera vez que te escucharon en vivo… ¿Has decidido qué vas a hacer, Hele? ¿Trabajarás con Ediciones Montenegro?

Helena recuerda las palabras de Lucía advirtiéndole que no acepte la oferta de su nieto. Aunque su sueño es trabajar con Ediciones Montenegro, la idea de ver a Alejandro rogando es demasiado tentadora.

—No lo haré, Amelia —confiesa, dejando a su amiga sin palabras. Quizás debería contarle sobre su conversación con Lucía Montenegro, pero siente que no es el momento adecuado.

—Helena, ¿estás segura? ¿Sigues tan enfadada con Alejandro Montenegro como para perder esta oportunidad? —pregunta Amelia, incrédula.

—Lo siento, Ame, pero trabajar con él sería un infierno…

—No tiene por qué saber que eres tú… —intenta convencerla Amelia, aunque sabe que cuando Helena toma una decisión, es difícil hacerla cambiar de opinión.

—Ame… No estoy preparada para trabajar con Ediciones Montenegro… —miente.

—Está bien, Hele, no te presionaré. Por ahora, hablaré con los hermanos Montenegro y les pediré un poco de tiempo.

—Gracias, Ame, sabía que me entenderías.

—Te entiendo, amiga. Solo me da pena que pierdas esta oportunidad.

—Si están tan desesperados por trabajar conmigo, lo harán ahora y más adelante también. Solo necesito tiempo, quizás cuando termine el primer libro.

—Está bien, amiga. Debo dejarte. Recuerda que dentro de dos días tienes otra entrevista.




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