Los días pasan, y la relación entre Alejandro y Martín se afianza cada vez más. Aunque Helena sigue sintiéndose incómoda cada vez que se disfraza de hombre, poco a poco se ha vuelto más confiada. Nadie parece sospechar que Martín Gutiérrez no es quien dice ser, y mucho menos podrían imaginar que, en realidad, es ella.
Trabajan codo a codo, complementándose de manera sorprendente. Alejandro no tiene dudas de que la elección de su abuela fue un golpe maestro: Martín es brillante, el candidato ideal para tomar las riendas como editor en jefe una vez que él ascienda a CEO. Además, lo considera su mano derecha.
Pero Alejandro no puede sacarse de la cabeza una sola cosa: Butterfly. Desde que la conoció virtualmente y rechazó su oferta de trabajo, algo en su interior ha quedado atrapado en una espiral de obsesión. Se pasa horas revisando sus redes sociales, buscando pistas, y finalmente ha descubierto, gracias a su manager, que hoy dará una entrevista en persona en una emisora de radio. La oportunidad de descubrir quién es no se le escapa, y ha tomado una decisión: Martín debe acompañarlo.
—Martín, necesito pedirte un favor —dice Alejandro, irrumpiendo en la oficina de su editor en jefe con la determinación grabada en su rostro.
—Dime —responde el joven, levantando la vista del escritorio, con sus ojos reflejando una ligera confusión.
—Hoy Butterfly dará una entrevista en la radio. Quiero que vengas conmigo —Alejandro mantiene su mirada fija en Martín, observando cada reacción.
Helena, siente un estremecimiento que le recorre la espina dorsal. El corazón le late con fuerza, pero sabe que no puede permitirse perder el control. Debe mantener la calma, o todo estará perdido.
—¿Cómo… cómo lo sabes? —pregunta, intentando que su voz suene casual, aunque por dentro su mente no deja de preguntarse cómo se ha enterado. Solo Amelia sabía de la entrevista, un acuerdo entre amigas para ayudarla a ganar oyentes. Si Alejandro lo sabe, ¿quién la ha traicionado?
—Hablé con su manager. Quieren que la convenza de que trabajar para nosotros es lo mejor que podría hacer —Alejandro se acerca un poco más, notando el leve cambio de color en el rostro de Martín—. ¿Estás bien? Te veo pálido.
—Sí, sí… no te preocupes. ¿No puede ir Tony contigo? Tengo mucho trabajo que hacer—pregunta, buscando desesperadamente una salida.
—Te necesito a ti, Martín —Alejandro no acepta negativas. Su tono es definitivo.
—De acuerdo… —responde Helena al final, con la sensación de que está caminando hacia una trampa.
Justo en ese momento, Tony entra en la oficina. Sus ojos se posan inmediatamente en ella, captando su palidez.
—Ale, aquí tienes los papeles para firmar… Martín, ¿estás bien? —pregunta, visiblemente preocupado.
—Hola, señor Antonio. No me siento muy bien… tengo un dolor de cabeza —responde Helena—iré al baño un momento.
—Voy contigo —dice Tony rápidamente—. Quizá necesites ayuda.
—Sí, ve con él —responde Alejandro, sin quitar la mirada de Martín—. Avísame si algo va mal. Necesito que me acompañe a la entrevista radial.
—¿Entrevista radial? ¿Algún autor de la editorial? No lo tengo agendado.
—Es con Butterfly —responde Alejandro con firmeza, y Tony abre los ojos, sabiendo exactamente lo que eso significa.
—¿Qué? ¿Butterfly? ¿En persona? — disimula su sorpresa mientras siente el peligro inminente acercándose. Helena podría ser descubierta en cualquier momento.
—Sí, su primera entrevista en persona. No pienso perdérmela.
—Alejandro… Estás muy obsesionado con ella.
—Nadie me había rechazado nunca —responde, con su voz tensa mientras mira por el ventanal hacia la ciudad. Su frustración es palpable.
—¿Así que todo esto es por orgullo? —Tony lo mira, intentando entender las profundidades de su obstinación.
—¿Por qué más lo haría? Anda, ve a ver a Martín. Si no puede acompañarme, entonces tú lo harás.
—Está bien… —Tony apenas puede ocultar su preocupación. Sale de la oficina con rapidez, sabiendo que el tiempo está en contra de ellos.
Encuentra a Helena en el baño de hombres, temblando frente al espejo, su rostro descompuesto y los ojos al borde del llanto. Sabe que está caminando sobre una cuerda floja y que cualquier paso en falso podría destruirla.
—Helena… —murmura Tony al verla tan vulnerable. Se acerca a ella y la rodea con sus brazos, intentando brindarle el consuelo que desesperadamente necesita.
En ese preciso instante, la puerta del baño se abre de golpe. Uno de los empleados de la empresa entra, y al ver la escena, saca su teléfono y toma una foto. Sin decir una palabra, sale corriendo.
—Lo que me faltaba… —Helena siente que el mundo se desmorona a su alrededor—. Ahora todos van a pensar que tú y yo somos pareja.
—No te preocupes, hablaré con Alejandro. Lo solucionaré —Tony intenta tranquilizarla, pero sabe que la situación es delicada.
—¿Sabes quién era, verdad? Ese tipo es el mayor chismoso de la empresa. Esa foto va a circular por todos lados. Y tú serás el más perjudicado...
—No me importa lo que piensen de mí, Helena. Lo importante es que Alejandro no descubra quién eres.
—¡También importa tu reputación! —insiste Helena, con la voz entrecortada.
—No me molesta que piensen que soy homosexual. No tiene nada de malo.
—Pero tú no lo eres…
—Eso no importa. Ahora debemos centrarnos en lo esencial: tenemos que idear una estrategia para que puedas ir a la entrevista sin que Alejandro se entere —Tony la mira con determinación, con su mente ya trabajando a toda velocidad.
—¿Tienes algún plan? —pregunta Helena, aferrándose a la esperanza de que su amigo tenga la solución.
—Sí. Le diré a Alejandro que estás demasiado enfermo para ir. Yo te llevaré a casa, y mientras "descansas", Butterfly aparecerá en la entrevista. Me encargaré de mantenerlo distraído.
—No suena mal... aunque no sé si Alejandro creerá que estoy enfermo.