Un secretario muy especial.

Capitulo catorce:

Helena regresa a casa después de un día agotador en la oficina. Los pensamientos sobre lo que Tony le dijo aún resuenan en su mente: ¿realmente podría estar enamorada de Alejandro? A pesar de las semanas que ha pasado trabajando codo a codo con él, conociendo cada detalle de su carácter, no puede permitirse admitirlo. No quiere estarlo, y mucho menos de alguien como él.

La verdad es que, aunque muchos la tildan de insegura, en este caso está convencida de que no tiene ninguna oportunidad con Alejandro. Un hombre como él nunca se fijaría en ella, y menos cuando se trata de Helena, a quien desprecia profundamente.

Al llegar a casa, se da una ducha larga, intentando relajarse y sacarse de encima la tensión del día. Luego se cambia a su vestimenta habitual y está a punto de acomodarse en el sofá cuando su teléfono suena. Es Tony, quien le dice que está afuera de su casa, porque su abuela Lucía la ha invitado a tomar el té. Parece que necesita hablarle de algo importante, probablemente sobre el avance del plan con Martín Gutiérrez.

Helena suspira, se mira al espejo una última vez, toma su abrigo y sale al encuentro de Tony.

—Hola, Hele. Vaya, nos vemos otra vez. Aún te noto confundida. ¿Pensaste en lo que te dije? —le pregunta Tony mientras la observa de reojo. Nunca la había visto tan perturbada, ni siquiera cuando empezó su doble vida como Martín.

—No, Tony, olvídalo. No puedo estar enamorada de tu hermano, entiéndelo.

—¿Y por qué no? Que yo sepa, te gustan los hombres, ¿o estoy equivocado?

—Me gustan los hombres, sí, pero no tipos complicados como Alejandro Montenegro. Además, sería una completa idiota si me enamorara de él sabiendo que no tengo ni la más mínima oportunidad.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —Tony la mira directamente a los ojos, buscando respuestas.

—Porque no soy ciega, Tony. Alejandro está fascinado con Butterfly, le cae bien Martín, pero a Helena... a Helena la detesta —admite con un nudo en la garganta. Cada vez que piensa en eso, una punzada de dolor la atraviesa, pero se niega a derramar una sola lágrima, especialmente por Alejandro.

—Hablas como si Butterfly, Martín y tú fueran tres personas distintas.

—Para él lo son. Imagínate lo que haría si supiera que lo estoy engañando...

—Helena, Alejandro te detesta porque aún no te ha conocido de verdad. Te aseguro que si lo hiciera, se enamoraría perdidamente de ti —le dice Tony con suavidad, intentando levantarle el ánimo.

—Tony, solo tienes que verme para darte cuenta de que Alejandro jamás se fijaría en mí.

—Helena González, yo soy inseguro, pero tú... Te falta conocer a mi hermano. Alejandro no es como Luciano. Nunca le ha importado el físico de las personas. Solo porque tú te veas mal, no significa que lo seas —dice Tony, ligeramente molesto por la falta de confianza de su amiga.

Tras varios minutos de camino, finalmente llegan a la majestuosa mansión Montenegro. Tony la guía hasta el jardín, donde su abuela Lucía las espera. Al verla llegar, la anciana se levanta y la abraza con ternura.

—Mi niña, ¡cuánto te he extrañado! Hace semanas que no te veo —le dice Lucía, con los ojos llenos de calidez. Desde la muerte de su hija, había un vacío en su vida que poco a poco Helena estaba llenando.

—Yo también la he extrañado, Lucía. Lamento no haber podido venir antes, pero...

—Entiendo, cariño. Ser tres personas a la vez no es fácil. Siéntate, ya nos traen el té y el pastel que preparé especialmente para ti.

—Gracias, Lucía. No tendría que haberse molestado —dice Helena, algo avergonzada.

—No es molestia, al contrario. ¿Sabes, Helena? Me recuerdas tanto a mi hija.

—¿A su hija? ¿La mamá de sus nietos? —pregunta Helena, sorprendida.

—Sí, Martina. Era la luz de nuestros ojos. Cuando enfermó de cáncer y falleció poco después, fue un golpe devastador. Pero hay algo en ti... tu ternura, tu calidez... Me haces recordarla tanto.

—Es un honor que piense así de mí, Lucía. Me alegra que pueda verme en ella. Sabe que siempre puede contar conmigo.

—Lo sé, mi niña —Lucía le sonríe con ternura, apretando suavemente las manos de Helena entre las suyas—. Y por eso estás aquí. Necesito tu ayuda.

—¿Mi ayuda? —Helena la mira intrigada—. Claro, dígame, soy toda oídos.

—No sé si Tony te contó, pero en un mes cumplo 80 años, y planeo hacer una gran fiesta —explica Lucía con entusiasmo.

—Sí, algo me comentó.

—Quiero que me ayudes a organizar la fiesta. Además, ese día será crucial para ti...

Antes de que Lucía pueda explicar más, dos figuras se acercan al jardín. Helena, de espaldas, no logra distinguirlas hasta que una de ellas, una joven mujer de aspecto familiar, abraza a Lucía con cariño.

—¡Mica, querida! No puedo creer que estés aquí —exclama Lucía con lágrimas en los ojos. Helena, aún sorprendida, apenas nota que Alejandro también se ha acercado, pero sin dirigirle una sola palabra.

—Hola, madrina. Te he echado tanto de menos, pero ya estoy aquí. Vine para ayudarte con la fiesta y, por supuesto, para publicar mi novela con Ediciones Montenegro.

—Mi niña, no sabes la alegría que me das. ¡Mírate! ¡Cómo has cambiado! Apenas te reconozco.

—Gracias, madrina. Solo crecí un poco —dice Micaela con una sonrisa tímida.

—Siempre has sido hermosa, solo tenías que darte cuenta. Helena, déjame presentarte a Micaela, mi ahijada, una más de la familia. Mica, ella es Helena, la mejor amiga de Tony. Un día me salvó de sufrir un infarto, y desde entonces hemos sido inseparables.

—Y, por desgracia, nos impone su presencia —añade Alejandro con frialdad, sorprendiendo a todos. Aunque Helena está acostumbrada a sus desplantes, este le duele más de lo habitual.

—¡Alejandro! ¿Por qué tanta falta de respeto? —pregunta Micaela, perpleja. Conoce a Alejandro como alguien siempre respetuoso y considerado.

—Mica... No necesitas saberlo.

En ese momento, Helena ya no puede contener más las lágrimas. El nudo en su garganta se hace insoportable, y sale corriendo, incapaz de soportar más humillaciones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.