Capitulo veinticuatro:

—Alejandro, yo… no sé qué decir… —exclama Martín, avergonzado. Sabía que tarde o temprano usarían esa foto en su contra. Seguro que toda la empresa supone que Martín y Tony tienen una relación amorosa.

—Solo dime la verdad, no voy a juzgarte, solo quiero entender qué está pasando… Anoche, Tony reveló que estaba enamorado y en pareja con Helena, y ahora aparece esta foto. No entiendo nada… ¿Es todo una pantalla para esconder su romance? —Helena abre los ojos de par en par. No puede creer la increíble imaginación de Alejandro. En ese momento, ve el semblante de Tony: avergonzado y angustiado. Seguro que todos esos fantasmas que lo llaman homosexual han regresado a su cabeza. Tiene que hacer algo, tiene que sacar a su amigo de este lío, así como él la ha salvado tantas veces.

—Alejandro… Tony y yo… somos amigos. Ese día solo estaba cansado y triste, pero te juro que no hay nada entre nosotros.

—Respóndeme una cosa, Martín… ¿eres homosexual?

Helena sabe que la única manera de salvar a Tony es aceptar algo que no es.

—Alejandro… yo… sí lo soy —confiesa, ante la mirada atónita de Tony y su jefe.

—Martín, no sé qué decir… me has dejado sin palabras.

—Pero quiero que sepas que entre Tony y yo no hay nada, porque a mí… me gusta otra persona.

Alejandro abre los ojos de par en par, imaginándose la respuesta.

—Martín, tú estás…

—Estoy enamorado de ti, Alejandro. Me gustas, pero sé que no tienes los mismos sentimientos por mí, por eso me conformo con ser tu amigo —en ese momento está hablando Helena, con sus emociones a flor de piel, diciendo cosas que como mujer no se atrevería.

—Martín… necesito asimilar todo esto… Lo siento, Tony, luego hablamos en casa.

—Tranquilo, Alejandro, maneja con cuidado —Alejandro sale de la oficina dejando a Martín y a Tony solos. Al ver que no hay nadie espiando y que tienen privacidad, Helena se arroja a los brazos de su amigo, llorando desconsoladamente.

—Eres una tonta. ¿Por qué hiciste eso? Lo único que lograrás es alejarlo también de Martín. Además, sé que lo hiciste por mí. No debiste hacerlo.

—Tony, era la única forma de salvarte. Me has salvado tantas veces… era lo menos que podía hacer. Sé que te duele que todo el mundo dude de tu sexualidad. No encontré otra manera. Además, si Alejandro se aleja de mí es lo mejor para los dos —exclama con lágrimas en los ojos.

—Ay, Helena, jamás vuelvas a hacer eso porque ahora me siento culpable.

—Tony, necesito pedirte un favor —dice Helena, secándose las lágrimas.

—Dime, sabes que puedes contar conmigo.

—Necesito que me acompañes a hablar con tu abuela. Esto no puede seguir así…

—Está bien, si quieres podemos ir ahora mismo.

—Pasaré por casa. Necesito tranquilizarme y volver a ser Helena… —nunca imaginó que, en poco más de un mes, su vida cambiaría de esa manera. La verdad es que necesita unas vacaciones: desaparecer, volver a su pueblo, visitar a sus padres para que la llenen de amor y cariño. Dejar de ser Butterfly por un tiempo y sacarse a Alejandro y a Ediciones Montenegro de su cabeza de una vez por todas.

Después de despedirse de Tony, sube a su auto y se dirige a su casa. En el camino recibe la llamada de Amelia, su mánager. Estaba tan concentrada en ser Martín Gutiérrez que hacía días que no hablaba con ella.

—Hola, mi querida Helena, ¿cómo estás? —pregunta Amelia. Helena la conoce lo suficiente como para saber que algo se trae entre manos.

—Hola, Amelia, dime, ¿qué sucede? —exclama mientras sigue concentrada en la carretera, hablando por el Bluetooth del automóvil.

—Ay, Hele, tanto me conoces… Escucha, recibí la llamada de Alejandro Montenegro hoy temprano. Me dijo que estaba muy interesado en invitarte a una fiesta que se realizará en la empresa.

—Lo sé, Ame. Hablé con él anoche…

—¿Qué tienes pensado hacer? Me dijo que no te obligará a mostrar tu imagen. Es una fiesta de disfraces con temática de protagonistas femeninas y masculinas de obras literarias.

—Aún no lo he pensado. Por el momento deseo quitarme a Alejandro Montenegro de la cabeza… —confiesa con pesar, algo que no pasa desapercibido para su amiga.

—Oh no, ¿qué me he perdido? ¿Pasó algo entre ustedes? Te dije que ese cambio de imagen iba a romper corazones.

—Ame, perdóname, pero no estoy con ánimos de hablar de él, ¿puede ser? Estoy saliendo de Ediciones Montenegro como Martín Gutiérrez y lo único que deseo es llegar a casa y descansar.

—Helena… recuerda que antes de ser Butterfly eres una persona. Si necesitas tomarte un tiempo, sabes que te apoyaré en lo que decidas.

–Aún no lo sé. Quizás, cuando todo esto termine, regrese al pueblo a pasar las fiestas con mis padres.

–Es una buena idea... pero... ¿a qué te refieres con "cuando termine todo esto"? –pregunta Amelia, confundida. Necesita charlar con su amiga, bebida en mano, porque hay muchas cosas que Helena no le ha contado, y la siente muy triste y decaída.

–Hoy mismo hablaré con Lucía Montenegro. Quiero dejar de ser Martín Gutiérrez... –confiesa Helena, sorprendiendo aún más a Amelia.

–Helena, durante años tu sueño fue trabajar para Alejandro Montenegro, ¿y ahora que lo has conseguido, quieres abandonar?

–No puedo más, Amelia. Trabajar con él cada día se me hace más difícil...

–Déjame adivinar... te enamoraste de él.

–Sí –dice Helena, sin poder añadir más palabras, porque el nudo que se forma en su garganta no la deja continuar.

–Tú y yo nos debemos una noche de chicas, alcohol y confesiones hasta el amanecer.

–Creo que tienes razón... Ahora debo colgar. Volví a casa para regresar a ser Helena. Lucía Montenegro me está esperando.

–Está bien, Hele. Llámame si necesitas cualquier cosa, sabes que estoy aquí para ti.

–Lo sé, Ame, por eso eres mi amiga.

Después de cortar con Amelia, Helena baja de su auto y entra al departamento. Se da una ducha para relajar un poco las tensiones y vuelve a ser ella misma, poniéndose un lindo conjunto de pantalón y chaleco sastrero que marca su diminuta cintura. Se maquilla y se ata el cabello en una coleta. Se da una última mirada en el espejo, cerciorándose de que se vea bien, y sale nuevamente para subirse a su auto.