Un secretario muy especial.

Capítulo 54:

Después de cortar la llamada con Tony y sentirse un poco más tranquila consigo misma, Helena ordena que le suban el desayuno a la habitación, así poder disfrutarlo juntos, en compañía de Alejandro.

Al abrir la puerta, se encuentra con que él no está en la cama. Comienza a buscarlo por toda la habitación, hasta que escucha el sonido de la lluvia de la ducha correr, por lo que deduce que está bañándose, mientras lo escucha tararear una canción. Al parecer, Alejandro está muy feliz y estará de un excelente humor todo el día.

Minutos más tarde, golpean la puerta y Helena se acerca a abrirla y recibir el desayuno. Lo acomoda sobre la pequeña mesa con la que cuenta la habitación y se sienta a esperar que Alejandro salga del baño. El desayuno es bastante completo: café, huevo, tostadas y frutas, lo suficiente como para cargar energías para el resto del día, un día que será muy ajetreado. Hoy comienza la feria del libro y deben estar presentes en las presentaciones de los autores de la editorial.

De repente, el sonido de la puerta del baño al abrirse la saca de sus pensamientos. Helena dirige la vista hacia el hombre más hermoso que debe existir en todo el planeta. Sus miradas se entrecruzan y Alejandro le brinda una sonrisa de oreja a oreja, cargada de dulzura, amor y sinceridad.

—Hola, mi amor —es la primera vez que la llama de esa manera, y se siente tan bien esa palabra en sus labios. Alejandro se acerca a ella y la besa apasionadamente—. Pensé que habías huido cobardemente.

—Claro que no, solo fui a pedir que subieran el desayuno a la habitación —se excusa. No puede decirle que, por un momento, se le cruzó por la cabeza la delirante idea de huir y volver a su país.

—Tardaste mucho. Pensé que te encontraría en mi cama y podría despertarte haciéndote el amor —dice, poniéndose cariñoso y besándole el cuello, pero, aunque no quiere, Helena lo detiene.

—Solo me distraje hablando con Tony. Basta, Alejandro, contrólate, tenemos un largo día por delante —exclama al ver que sigue insistiendo.

—Maldita seas, tienes razón —añade Alejandro, sentándose en la mesa frente a ella—. Helena, ¿te he dicho ya lo hermosa que estás hoy? —sirviéndose un poco de café en su taza—. Pareces una mujer feliz, que ha pasado toda la noche haciendo el amor y está muy satisfecha.

Alejandro comienza a reírse al ver cómo el rostro de Helena se tiñe de bordó, casi conteniendo la respiración por la vergüenza que le genera el comentario.

—Eres un idiota…

—Tranquila, mi amor, era solo una broma. ¿Quieres té? ¿Café? ¿Leche? —le ofrece.

—Café con leche, por favor.

—A sus órdenes, mi reina.

Después de desayunar durante media hora y organizar el día detalladamente, Helena se da un baño y se viste elegantemente, mientras Alejandro se reúne con los autores para pautar los horarios de las presentaciones y ponerse de acuerdo para dirigirse al establecimiento donde se llevará a cabo la feria.

Helena se viste con un hermoso traje sastrero negro, entallado a su cuerpo, regalo de Lucía para estrenar el primer día de la feria. Lo combina con unos lindos pendientes y unos zapatos stilettos, para finalizar el atuendo con un maquillaje natural de colores neutros que realzan sus bellos ojos y el cabello suelto, peinado con suaves ondas.

Una vez lista, se reúne en el hall con Alejandro, quien, al verla, queda boquiabierto. La toma de la cintura y le da un tierno beso en los labios. Ya no le importa que lo vean, se siente tan feliz que no puede disimularlo. Además, pronto van a casarse y nada ni nadie podrá separarlos.

—¡Dios mío! ¿Por qué eres tan bella? Llamarás la atención de todos en la feria —exclama, riéndose—. Seré el hombre más envidiado cuando nos vean de la mano.

—Alejandro, no seas tan infantil —lo regaña.

—No soy infantil, soy un hombre enamorado.

Helena, Alejandro y los autores de la editorial suben al vehículo que habían alquilado previamente y se dirigen al primer día de la feria del libro. Todos están muy nerviosos. Es una de las ferias más importantes y prestigiosas del mundo editorial, y estar presentes en ella es un privilegio que no cualquier escritor podría tener en su vida. Por eso, Helena siente como una pequeña decepción en su corazón. A pesar de estar en ese lugar, le gustaría haberlo hecho como Butterfly o como una escritora y no como la CEO de Ediciones Montenegro. Alejandro nota su incomodidad y, con su mano libre, toma la de ella, intentando contenerla.

—¿Estás bien? —pregunta preocupado. La conoce lo suficiente como para darse cuenta de los pensamientos que rondan por su cabeza.

—Sí, no te preocupes, solo estoy un poco nerviosa —dice, observando por la ventanilla del auto.

—Sé que quisieras estar en este lugar como lo que eres, pero… te prometo que te ayudaré a que cumplas tu sueño.

Helena abandona la ventanilla para mirar a Alejandro, confundida.

—¿A qué te refieres?

—Quizás, en alguno de estos días, Butterfly podrá hacer su aparición, ¿qué dices?

Helena no sabe qué responder, por lo que decide quedarse callada.

Después de más de una hora de viaje, finalmente llegan al lugar donde se realiza la feria del libro.

El establecimiento está un poco alejado de la ciudad, pero pueden notar la cantidad de vehículos estacionados afuera, lo que quiere decir que la feria es todo un éxito.

Al ingresar, Helena se lleva la sorpresa de su vida. Siempre había visto estos lugares por internet, pero no se puede comparar con lo que son personalmente. Se podría decir que se ha convertido en su lugar favorito. Como amante de los libros, sus ojos brillan con intensidad y entusiasmo. El espacio está lleno de stands con editoriales de todo el mundo. No le alcanzarían los días para poder conocer y recorrer cada uno de ellos. Jamás había visto algo igual.

Alejandro la toma de la mano y le brinda una tierna sonrisa, pues se siente feliz al verla feliz. Helena se merece todo en la vida, y él se encargará de ello.




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