Un trato con Hamilton

Capítulo 3

Keith

Las luces del circuito alumbran el lugar, mi cuerpo entero está transpirando. Así era cada vez desde que Grecia decidió participar en las carreras. A lo lejos veo un par de motocicletas acercándose a la meta, de repente un cuerpo se atraviesa en el camino. Frunzo mi ceño, al ver que no se aparta del camino cuando las motos se acercan. Todo pasa demasiado rápido. Veo a alguien caer y sólo puedo rogar que no sea Grecia. Todos se detienen y corro hacia allí. Reconozco su ropa y siento mi corazón rompiéndose. ¿En qué te he metido, Grecia?

Esos recuerdos vuelven a despertarme, la culpa me invade y no me deja dormir. Observo mi teléfono y son las 5 de la mañana. Me levanto de la cama y entro al baño. Abro las llaves de la ducha y me coloco debajo del agua. El agua cubre todo mi cuerpo, pero no logra tranquilizarme.

 

Preparo mi desayuno y tomo asiento en el comedor. Enciendo la televisión y escucho las noticias. De repente, Amelia aparece.

—Una noticia que nos tomó a todos por sorpresa es el regreso de Nick Collins. Recordemos que hace un año estuvo involucrado en un caso de drogas. Cuando el juicio terminó se fue inmediatamente al extranjero y ahora ha regresado— Amelia se queda completamente inmóvil.

—Tal vez regresó para arreglar las cosas que su exnovia Amelia— apago la TV y me acerco a la castaña.

—Amelia— susurro, pero ella no reacciona. –Amelia— sus ojos verdes se encuentran al borde del llanto y mi corazón comienza a latir rápidamente.

Lo único en lo que puedo pensar es en rodearla con mis brazos, así que lo hago. Su respiración se vuelve entrecortada y comienzo a acariciar su cabello. La tomo entre mis brazos y salgo de la casa. Tal vez lo que necesita es aire fresco.

—No quiero pensar en eso— susurra y asiento.

Me acerco a mi motocicleta y me coloco mi casco, le tiendo el otro a ella y hace lo mismo. La ayudo a subir y me coloco enfrente, pasa sus manos por mi cintura y siento el calor de su cuerpo contra el mío. Enciendo la moto y comienzo a manejar rápidamente. El viento entra por mi casco y siento cada músculo de mi cuerpo relajándose. Sonrío y continúo nuestro camino. Luego de unos minutos estaciono frente al lugar que quería visitar. Una galería de arte. Quito mi casco y ayudo a Amelia a quitar el suyo. Bajamos y caminamos hasta la entrada.

—Nunca creí que serías del tipo que visita galerías de arte— muerdo mi labio inferior.

—Tampoco pensaba eso— respondo.

Observo el letrero, en letras pequeñas veo Scott—Williams y sonrío. Entramos y comenzamos a ver las pinturas.

—¿Qué pasó entre Grecia y tú?— cuestiona. –Estás perdidamente enamorado de ella— sus ojos verdes me miran fijamente.

—No estoy perdidamente enamorado de ella— respondo tratando de evadir su pregunta.

—Si no estás seguro de contarme, está bien— ruedo mis ojos.

—Hace casi cuatro años, mi mejor amigo me pidió que ayudara a una empresaria— hago una pausa. –Grecia tenía problemas con un tipo que había estado robando sus ganancias y que causó el accidente de su padre, así que hicimos un trato y yo le brindé los recursos necesarios para mantener su empresa. Luego de un año y medio, en la boda de Émile, la volví a ver. Bailamos durante toda la tarde, pero al anochecer salió corriendo. Pasaron unas semanas hasta que volvimos a coincidir y la invité a salir. Salimos durante un tiempo hasta que pasó un accidente y ella terminó conmigo— suspiro cuando termino de contar.

—¿Por qué terminaron por un accidente?— pregunta.

—Ella no quería lastimarme al estar conmigo y no amarme de la misma manera que yo la amaba—

—Supongo que ella hizo bien— responde.

—Sí, pero aun así dolió— contesto.

—Entiendo perfectamente— esas esmeraldas me observan fijamente a los ojos, hasta que apartamos la mirada.

 

Amelia

Supongo que esa era una de las cosas que tenía en común con Keith. Ambos nos enamoramos de la persona incorrecta. Hamilton se había enamorado de alguien que ya amaba a alguien, de alguien que ya pertenecía con otra persona. Y yo me enamoré de quien menos debía hacerlo. De quien no tuvo un corazón para arruinar mi vida completamente.

Me abrazo a su cintura mientras maneja rápidamente. Grecia Scott y Andrea Williams eran afortunados de amarse mutuamente, incluso si otras personas salían lastimadas por su romance. Al menos se tenían el uno al otro. Y Keith no tenía a nadie, pero me tendría a mí. Por estos meses que dure esta relación falsa, él me tendría aquí.

Estaciona y bajamos. Entramos a la casa y empieza a preparar la cena. Observo su silueta moviéndose sobre el piso de madera de la cocina. Me subo a la barra y sigo cada uno de sus movimientos.

Las noticias vuelven a mis pensamientos. Había regresado. Mi corazón late rápidamente contra mi pecho, mi cuerpo entero rechaza esa idea, provocándome nauseas. Era un reflejo, cada vez que me ponía demasiado nerviosa o estaba triste, mi cuerpo quería expulsarlo. Literalmente. ¿Por qué había vuelto? ¿Por qué me importaba que lo hiciera? Durante este año me había asegurado de no recordarlo sino era en mis pesadillas. Borrarlo de mi mente, pero bastó escuchar las noticias sobre él, un segundo y todo se echó a perder.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.