Un Trato Con La Bestia

Capítulo Dieciocho

¿Abandonarte? Me siento incapaz de vivir sin verte por más de dos segundos, ¿Qué le haces a mi mente y a mi corazón?

 

Atenea

 

Luego de ponerme al día con Alicia y de confiarle lo que paso en la casa, procedo a contarle lo de mi hermano, jamás imagine que actuaría de esa manera, fuera de sí y obsesionado por el dinero. Es claro que ni mis padres ni yo hemos pensado nunca en dejarlo en la calle ni quitarle los recursos, pero él no lo ve de esa manera, lo quiere todo para mandarlo a la mierda como ha hecho con su vida.

 

Alicia me ha contado que la casa está convertida en un antro y es seguro que Alberto está abusando de los empleados, no puedo permitir que esas personas sufran un trato inhumano, conozco a mi hermano… no, en realidad no lo conozco, el hombre que conocía era el que se mantenía a raya solo porque mi padre estaba con vida, ahora no le teme a nada y es capaz hasta de quitarme la vida si se le presenta la oportunidad.

 

—Señorita, no creo que sea buena idea que baje la guardia con el señor, su padre tenía sus reservas con él y lo mejor es ser precavida —chilla de pronto Alicia sacándome de mis pensamientos.

 

Estamos en la habitación que debo compartir con Dominic.

 

—Alicia, agradezco tu preocupación, pero te aseguro que en este momento mi esposo es el menor de mis problemas, de quien debo ocuparme, en realidad es de mi hermano y de las personas que están en casa sirviéndole de trapeador —Suspiro ruidosamente y dejo caer los hombros.

 

Tomo mi bolso para sacar mi celular, creo que la idea que se me ha ocurrido es la única solución viable en este asunto. Marco el número del señor Robinson y espero a que conteste.

 

—Atenea, querida, no me digas que tu hermano volvió a hacer algo en tu contra —pide, apenas abre la llamada en tono cansado.

 

Es la reacción que lidiar con Alberto produce.

 

—Me gustaría decirle que no, pero me temo que de nuevo necesito su ayuda —digo y vuelvo a suspirar con el aparato pegado a la oreja—, necesito comprar una casa ahora mismo, una propiedad que esté cerca del lote de Dominic —expongo.

 

—¿No me digas que ese barbaján se atrevió a comportarse como un miserable contigo? —cuestiona endureciendo un poco el tono.

 

—No, no se trata de mi esposo, sino de Alberto. Está maltratando a las personas de servicio que quedaron en casa de mis padres y la verdad aprecio mucho a esas personas, las conozco prácticamente desde que nací y no puedo permitir que mi hermano las humille o las pisotee solo porque sí.

 

—¿Segura de que se trata solo de eso? Sobre Dominic Black se dicen muchas cosas y aunque estoy convencido de que los chismes nunca son buenas, también tengo la firme convicción de que tampoco es buena idea bajar la guardia cuando se convive con un hombre como él.

 

Comprendo la preocupación tanto del abogado como de Alicia, pero ¿cómo les explico que esos rumores no son ciertos sin tener que exponer la memoria de mi papá?

 

—No hablemos del señor Black, por favor —pico un poco picada—, lo he llamado por un asunto referente a mi hermano, no a Dominic, ¿Puede o no ayudarme a comprar una casa? —agrego en tono severo.

 

—No hay necesidad de que te alteres, Atenea, como amigo de tus difuntos padres, es natural que me preocupe por ti y tu bienestar —dice conciliador—, mejor dime para cuando necesitas la propiedad y las características que deseas encontrar en dicha propiedad.

 

Le doy los datos que requiere y le aclaro que es para los empleados, es para que ellos puedan vivir en ella en lo que dura mi contrato con Dominic, también resalto el hecho de que nunca he comprado nada tan grande, algo de lo que por supuesto él ya tiene conocimiento, al tiempo que me pregunto por qué me molesto que quisieran hacerme cambiar de parecer con respecto a Dominic. No voy a negar que él transmite un aura de peligro y superioridad, ni que me intimide y que hasta es algo arrogante, pero conmigo se ha comportado tan diferente desde ayer por la noche.

 

Es como si hubiésemos conectado de algún modo. Sus besos son una locura y el calor que se desprende de sus manos son un delirio que mantiene todos mis pensamientos en un constante torbellino dentro de mi cabeza.

 

—¿Entonces quieres la casa para que los empleados se tomen un descanso y cuiden de la propiedad al mismo tiempo? —Salgo de mis pensamientos para prestarle atención nuevamente al señor Robinson.

 

—Sí, por eso es la piscina con tobogán y barbacoa para que ellos puedan usarla, también un gimnasio y no sé qué más pueda incluir para el disfrute de ellos, cuando tenga algunas opciones me las puede enviar para decidir —añado enumerando con mis dedos.

 

Alicia abre mucho la boca como no pudiendo creer que mientras los demás están de descanso, ella estará a mi lado trabajando. Pero tengo pensado dejarle sábados y domingos libres para que vaya a disfrutar de la piscina, es por eso que la he pedido cerca del lote de Dominic.

 

—Perfecto, ahora mismo contacto a una inmobiliaria de confianza para que me muestre las propiedades disponibles —dice en tono de despedida.

 

—No olvide que debe ser cerca del lote de mi esposo —Le recuerdo antes de despedirnos y colgar.

 

No sé si sea buena idea sacar a todos los empleados de la casa y dejar que mi hermano se atienda por sí mismo, pero estoy segura de que es lo mejor para esas personas.

 

—Alicia, por favor, ¿puedes traerme algo de tomar?, un te frio —pregunto antes de que ella abra la boca.

 

Asiente y sale de la habitación dejándome a solas por algunos minutos. Las personas cometemos el error muy a menudo de dejarnos llevar por lo que dicen los demás de alguien en particular, sobre todo cuando ese alguien es alguien que impone tanto con solo su presencia, creo que es el miedo que nos causa lo desconocido, lo que nos hace actuar de esa manera.




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