Un Trato Con La Bestia

Capitulo Treinta y Dos

Siempre estoy pensando en ti, aunque no quiera hacerlo, lograste convertirte en el epicentro de mis emociones y mis deseos.

 

Atenea

 

No puedo continuar vomitando de esta manera, ni siquiera he comido nada y parece como si ni siquiera pudiera tolerar el aire que respiro, esto es culpa de Dominic, si no se hubiese comportado como un animal, fue tan cruel con esas personas. No debí haberle dicho lo que les escuche decir, en parte es mi culpa por creer que reaccionaria de otra manera, es un hecho que no lo conozco realmente y con lo que ha sucedido entre los dos en estos días conocerlo es lo último que deseo.

 

Vuelvo a la habitación y me dejo caer sobre la cama, aspiro con fuerza llenando mis pulmones de aire como si con eso pudiese aliviar el malestar que tengo. Me incorporo al escuchar que golpean la puerta y la voz de la señora López retumbar al otro lado.

 

—Le he traído fruta. —Se supone que es Alicia quien se ocupa de mis cosas.

 

Me pongo de pie y voy hasta la puerta para abrirle.

 

—Yo no he pedido esto —digo mirando la bandeja con fruta que lleva en las manos.

 

La boca se me vuelve agua al ver melón.

 

—El señor pidió que le trajera esto —explica.

 

Es cierto, él dijo que pediría que me subieran algo de comer, creí que lo había olvidado.

 

—Gracias. —Tomo la bandeja de sus manos y cierro la puerta antes de que se extienda y me haga alguna pregunta.

 

No quiero seguir pensando en lo que sucedió. Me devuelvo hasta la cama y dejo la bandeja sobre ella, tomo el tenedor y empiezo a engullir rápidamente el melón, está rico, dulce y jugoso, mastico rápidamente cada cuadrito hasta que no puedo más y suelto el cubierto para poder correr al baño, entierro la cabeza en el inodoro y descargo cada trozo de fruta que comí.

 

Las arcadas continúan a pesar de que ya no me sale nada, los ojos se me humedecen y siento que me duele el cuerpo entero. No debí haber comido tan rápido con el estómago vacío. Respiro y dejo salir el aire por la boca varias veces buscando calmar las contracciones en mi esófago hasta que lo consigo, descargo el inodoro y me lavo en el lavabo antes de volver a la habitación.

 

Debe ser el estrés el causante de este malestar, no soy alguien que se enferme con facilidad, pero todo lo que estoy viviendo es nuevo, nunca había tenido que lidiar con tanto. Retiro la bandeja de la cama y la dejo sobre la mesita de al lado para posteriormente tumbarme boca arriba. Creo que lo más saludable es ir al médico para que me examine, lo haré por la mañana antes de ir a la empresa.

 

Extraño tanto a mis padres, si ellos estuvieran vivos nada de esto estaría pasando, yo seguiría viviendo en mi casa alejada de Dominic, no me hubiese enamorado de él y no estaría tratando de sobrevivir cada día a su presencia contaminante. De nuevo golpes en la puerta me hacen salir de mis pensamientos, giro la cabeza al ver que la puerta se abre y Alicia se asoma.

 

—Vine a ver cómo te sentías —fórmula y termina de entrar.

 

—Supongo que debo sentirme bien, no hay nada que pueda hacer, esta es su casa y él toma las decisiones que le dé la gana —contesto volviendo a cerrar los ojos.

 

—No comiste casi nada, tienes que alimentarte, si no te vas a enfermar —dice al ver la bandeja casi intacta.

 

No le he dicho a nadie sobre la noche que Dominic y yo estuvimos juntos, ni siquiera a ella, tengo que evitar a toda costa que mi esposo se entere de que tuvimos relaciones.

 

—¡Maldición! —exclamo cayendo en cuenta de que esa noche ninguno de los dos nos cuidamos.

 

Es imposible, yo no puedo estar embarazada, no puedo tener tan mala suerte.

 

—¿Qué sucede? —pregunta Alicia, haciéndome consciente de su presencia nuevamente.

 

—Por favor déjame sola —pido, pero insiste en saber qué es lo que me pasa, por lo que siendo un poco más inflexible le ordeno que salga de mi habitación.

 

Sé que no debería de tratarla de esa manera, ella solo se preocupa por mí y si está aquí conmigo es porque yo se lo pedí, sin embargo, me llenara de preguntas hasta hartarme y hacer que le cuente todo.

 

Es imposible que yo esté embarazada, solo paso una vez y era virgen, es improbable que una mujer quede embarazada en su primera vez, el malestar que tengo debe ser por el estrés, no puede haber otra explicación, tiene que ser eso.

 

—Por favor, Dios, que no esté embarazada, no puedo darle un hijo a un hombre como él, sé que falle al dejarme seducir por sus besos y caricias, pero no me castigues de esta manera, no con un hijo de Dominic —musito implorando al cielo mientras las lágrimas empiezan a salir por sí solas.

 

Inconscientemente, llevo las manos hasta mi vientre plano, sopesando la posibilidad de llevar una vida dentro de mí, una vida que no pidió venir a este mundo ni es culpable de que Dominic sea su padre. No puedo culparlo por mi error, no puedo hacerle pagar por la equivocación que cometí al dejar que mi corazón se abriera para un hombre que no merece ni una pizca de amor.

 

Dejo salir un suspiro al tiempo que la cabeza se me vuelve un lío con las cuentas y las caricias de esa noche, antes de tener intimidad, creo habían pasado unos diez días desde mi periodo, han pasado dos semanas luego de esa noche, eso quiere decir que debe estar por venirme nuevamente.

 

Me levanto y corro al vestidor para verme frente al espejo de cuerpo completo, sigo luciendo igual, no noto ningún cambio en mi apariencia física, la ropa sigue quedándome igual, las náuseas y el vómito es el único síntoma que he tenido y puede deberse a muchos factores, el más importante y el único real en este momento es la presión en la que me encuentro: Dominic, mi hermano, la herencia, la empresa. Todo significa una carga muy pesada para la cual no estoy preparada realmente.




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