Un Trato Con La Bestia

Capitulo Cincuenta y Tres

Cubriría el mundo de oscuridad, si por mala suerte la fatalidad llega a nuestras vidas, el universo entero debería inclinarse ante tu presencia porque gracia a ti sigue existiendo la luz.

 

Dominic

 

Intento mantener a calma, ser paciente, pero es algo casi imposible. Todo lo que concierne a Atenea quiero que sea perfecto, que no se esfuerce de más ni que tenga que pasar por situaciones que le causen estrés, aunque a veces creo que se aprovecha de que está embarazada para hacerme hacer lo que ella quiere, como ahora, que en vez de pasar al con la doctora cedió su turno por un simple capricho.

 

No es que me moleste complacerla, amo hacerlo. Saber que puedo brindarle confort y seguridad a ella y a mi hijo me hace plenamente feliz, pero tener que esperar tanto tiempo a que nos digan si nuestro bebe está mejor, si la amenaza de perderlo ha disminuido, si ya no tenemos de que preocuparnos. Todo esto me pone los pelos de punta, pero, por otro lado, no tengo el valor de negarme a cumplirle sus caprichos, me tiene hipnotizado, idiotizado, hago lo que dice y le doy lo que pide cuando lo pide y como lo pide.

 

El olor de su piel, la textura, su mirada, todo ha cambiado en ella, me siento más atraído que antes, pero no es sexualmente hablando, es como… no sé cómo explicarlo, es como si el bebe me pidiese a través de la voz de su madre que no me aparte ni un solo segundo de su lado. Es una tontería, quizás por ser padre primerizo estoy pensando en cosas sin sentidos y absurdas, pero es que son muchas las pruebas de lo que digo, como las ansias de regresar a casa cuando estoy en el trabajo, el sentimiento de pérdida y vacío que se esfuman cuando abrazo a mi esposa.

 

Salgo de mis alocados pensamientos cuando la puerta del consultorio se abre y sale la mujer a la que Atenea cedió su turno, pero su rostro es de sorpresa, sus pasos son lentos y tiene la mirada como extraviada, la asistente de la doctora viene con ella y la ayuda a sentar el mismo sitio donde estuvo antes, para luego ir por un vaso con agua. La mujer sin pronunciar ni una palabra se lleva el teléfono a la oreja y al cabo de unos diez segundo dice son mellizos, un niño y una niña.

 

La mujer presagio, se sonríe con satisfacción al ver que su predicción fue acertada, y yo no puedo estar más sorprendido, Atenea, al igual que yo, se encuentra en medio de una especie de admiración hacia las habilidades de la mujer.

 

—Felicidades, al fin vas a cumplir tu sueño —celebra mi esposa haciendo que la chica reaccione y suelte el teléfono para posteriormente girarse a la otra y dirigirle unas palabras de admiración y bendiciones.

 

Cinco minutos después estamos dentro del consultorio, Atenea está tumbada sobre la cama, una pantalla está de frente a ella mientras yo me he posicionado en la cabecera de la cama para poder ver junto a ella a nuestro bebe, al tiempo que nuestras manos están entrelazadas.

 

—¿Cómo está nuestro bebe? —La ansiedad provoca que la pregunta salga de mi boca sin darme tiempo a procesar lo que he dicho.

 

—Ya vamos a verlo —pronuncia luego de colocar un poco de gel en el vientre de Atenea para posteriormente pasar de un lado a otro una especie de cámara de ultrasonido—, ahí está —dice, pero no distingo nada, solo líneas grises que se mueven en un espacio oscuro—, ¡qué maravilla, quizás podamos saber el sexo! —exclama con emoción.

 

No creo que sea posible saber el sexo, creo que es muy pronto, aunque en realidad yo no sé absolutamente nada sobre esto, ni siquiera sé cómo sabe la posición del bebe dentro del vientre.

 

—¿Es posible? —pregunta Atenea con esperanza.

 

—Tienes alrededor de doce semanas de embarazo según tú última regla y gracias a que el bebe está de perfil podemos ver el esbozo de sus genitales… a ver… según lo que veo el esbozo está en paralelo a la dirección de la columna vertebral, por lo tanto, es una niña, claro debemos esperar hasta la semana veinte para tener una confirmación más exacta de su sexo, sin embargo, estoy un ochenta por ciento segura de que tendrán una niña.

 

Siento el corazón latir con fuerza lleno de emoción, una niña, una princesa. Yo seré el único rey en su vida, voy a cuidarla y a protegerla siempre, a las dos. Me convertiré en el héroe de cada una de sus historias, dudaba de que el amor existiera y ahora no sé qué hacer con tanto sentimiento bullendo en mi pecho. Me inclino sobre mi esposa y la beso repetidas veces, en los labios, la frente, cada mejilla, donde sea que pueda dejar un beso lo hago, no obstante una idea se cruza por mi cabeza.

 

—¿Puede ver si no hay otro bebe escondido en alguna parte? —pregunto con una sonrisa en los labios que me parte la cara en dos.

 

La doctora me mira con cara de me he vuelto loco y Atenea se ríe cubriéndose la boca.

 

—No seas tonto, solo tendremos una niña —señala sonriendo tanto como yo.

 

—Así es, solo es una bebe, de todos modos vamos a asegurarnos —concede la doctora y desliza el aparato de un lado a otro sin dejar ni un solo espacio por examinar minuciosamente, al tiempo que nos hace escuchar los latidos de nuestra hija, la mano de Atenea se cierra con más fuerza sobre la mía y sin poder evitarlo derramo una lágrima al oír el sonido más increíble y maravilloso de toda mi vida—, no, efectivamente no tiene más huéspedes en su vientre, señora Black, solo una niña que está ansiosa por conocerlos —dice rato después en el que nuestra felicidad no ha aminorado ni un poco.

 

Termina de realizar la ecografía, imprime las imágenes y nos da cita para la semana veinte, además de habernos dicho que la amenaza de aborto ha desaparecido, que lo que sucedió anteriormente seguramente fue debido a algún evento de mucho estrés, por lo que la única recomendación además de continuar con las vitaminas y la buena alimentación es evitar las situaciones tensas que puedan poner en riesgo la vida de ambas.




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