Niega frunciendo el ceño casi sorprendido por mi declaración — No estoy buscando eso ¿Crees que de verdad me importa la popularidad? — Pregunta con recelo cuando no le creo, me volteo negando con burla para mirarlo a los ojos.
— No me vengas con esa; a todo el mundo le importa caerle bien a los demás, aunque no quieran aceptarlo. En la era donde vivimos tener el visto bueno por los demás es una necesidad.
— Eso es hipócrita.
— Ser hipócrita es la realidad — Bufo — Ahora déjame.
Me separo de él para continuar mi camino, no hay más nada que hacer allí y necesito encontrar algún lugar donde perder el tiempo sin que ningún preceptor lo note.
— Vale, espera — Me llamó cuando me encontraba a un metro de distancia— ¡No podemos llevarnos mal si queremos seguir juntos en la competencia.
— ¡Haberlo pensado antes de burlarte de mí!
— ¡No lo hice, creéme! Vamos a hablar — Sigo mi paso sin detenerme, no me volteo y ruego porque él no me persiga. — ¡Lo prometiste por la papita de la paz!
— ¡Métete tu papita por el culo!
Cruzo otro par de árboles y procuro no perder el equilibro sobre mis tacones, caminar sobre el césped y las piedras con unas plataformas no era lo más sencillo del mundo y aún más cuando el viento del otoño comenzaba a ser más fuerte y podía levantarme la falda.
— ¡Ashley! — Volvió a llamar, había quedado muy lejos de mí.
— ¡No te oigo! —Continué mi camino.
— ¡Si lo haces!
— ¡Demasiado lejos!
Su voz va quedando lejana y no me detengo.
— ¡Para ya! — No deja de insistir. No te gires, no te gires. me repito a mi misma — ¡Ashley, mira al frente! — No te gires, no te gires, no te...— ¡Mierda, Ashley! ¡¿Estás bien?!
No oigo lo que dices a continuación porque me ocupo más por retorcerme de dolor en el suelo. Oigo los pasos detrás de mí y lo siguiente que veo es al castaño tomándome de los hombros para ayudarme a levantarme.
— Creí que lo habías visto...joder, que golpe, pensé que te quedabas sin dientes ¿Te duele algo?— Preguntó preocupado y logré sentarme en el suelo, un hilo de sangre recorría desde mi rodilla hasta mi tobillo, además mi labio dolía y lo notaba algo hinchado.
— ¿Tu qué crees?— Señalo la sangre, por la adrenalina no noto el dolor de mi pierna, estaba más preocupada por el tajo que se había hecho en mi falda —Mi falda Armani — frunzo el ceño viendo el corte — Se ha deshilachado.
— Ya veo...será mejor llevarte a la enfermería— Propone y se inclina para poner su mano detrás de mi espalda y levantarme.
— ¿Por la falda? — pregunto sin entender, él me mira con sorna.
—Por tu tobillo — lo apunta; está inflamado y violeta.
Me termino de impulsar y logro levantarme. Siento un horrible dolor en mi tobillo cuando lo apoyo sobre el pasto.
— Puta madre... me duele mucho — Intento no comentárselo pero cuando intentamos dar un paso hacia las canchas lo suelto.
— Creo que está esguinzado. Vamos, te llevaré en mi espalda.
Me inclina hacia un árbol para que logre apoyarme sobre él, luego se pone de cuclillas delante de mí.
— No voy a subirme sobre tu espalda, ¿Qué te crees que soy? ¿Un saco de papas? Soy Ashley Nave tú no puedes...
— Ashley Nave, Lady Gaga, no me interesa, no voy a dejarte aquí sola y con un posible esguince. Mi conciencia no me dejaría.
— No voy a hacerlo, que bochorno. Están los del equipo de lacrosse practicando; Imagínate si nos ven.
— Eso no importa, la última vez que discutimos terminaste con una rodilla lastimada —Repecha retándole importancia a lo que digo.
—Y tú terminarás con una nariz rota si me sigues insistiendo. — Me cruzo de brazos, él gruñe molesto.
— Vale, entonces te quedas aquí y llamo a algún preceptor para que te ayude.
¿Preceptor dice?
— No, no, mis padres me matan si se enteran que me salí de clase, vamos mula, agáchate de nuevo — Y lo empujo desde los hombros para que se incline y que de esa forma me lleve hacia la enfermería.
Me lanza una mirada molesto.
— Me vuelves a decir así y te dejo aquí tirada.
—Shh — Golpeo con mi pierna su muslo tal como los caballos. Él termina la conversación y en silencio cruzamos las canchas y los pasillos hasta llegar a la enfermería. La campana todavía no suena y son pocos los estudiantes que nos ven, llegamos hasta la puerta blanca con la cruz roja característica y la enfermera Jacqueline nos recibe.
— ¿pero vienes de la guerra o qué? Niña, tienes el labio partido y una pierna inflamada — me riñe al pasar mi brazo alrededor de su cuello y junto a Hayden me ayudan a llegar hacia la camilla.
— Tuve peores golpes con las porristas, en un par de semanas tenemos una competencia ¿El tobillo está tan mal? — Pregunto preocupada de una respuesta afirmativa, mi grupo no podía permitirse que yo me lesionara.
Ella estira mi pierna y chequea con mejor detenimiento la situación, me obliga a levantarme y caminar un poco para poder ver que tan grave es, después de eso me pide que tome asiento nuevamente y saca de un cajón un vendaje antinflamatorio.
— No se ve tan mal, es un esguince de primer grado, te dolerá las primeras cuarenta y ocho horas y tendrás que ponerte hielo dos o tres veces al día hasta que se desinflame — Vuelve a enderezar mi pierna y me coloca una férula elástica— Con esto vas a aliviar el dolor, pero cuando estés sentada o en cama mantén el pie elevado con una almohada o algo.
Asiento tomando nota mental de todas las precauciones, Hayden permanece en la enfermería conmigo sentado en otra de las camillas. Jacqueline va hacia otro cajón y saca de allí algodón y agua oxigenada.
— Ahora vamos a ver qué hacer con ese labio. ve desinfectándolo con esto mientras yo te busco algo que sustituya esa falda — Me tiende el algodón empapado en agua oxigenada y busca en la pequeña salita de objetos perdidos, algo de ropa que pueda prestarme. Aparece cuando termino de frotar el algodón en mis labios con un pantalón holgado de ejercicio.