Pov Hayden
Antes de que pueda reaccionar, nuestros rostros se encuentran demasiado cerca. Por la fuerza con la que ella se levanta, choca contra mi pecho y alza la vista alineándola con la mía; sus labios quedan demasiado cerca de los míos, no me atrevo a cerrar los ojos pero tampoco me aparto. Por alguna razón ella tampoco se aparta, es como si ninguno se atreviera a hacerlo.
Hasta que a lo lejos se oye una bocina y eso hace que finalmente retomemos distancia. Mi corazón bombea rápido en mi pecho e involuntariamente me llevo mi mano a el cuando la rubia se voltea para toma su bolso que descansa en los peldaños.
Le cuesta aguantar el equilibrio y le tiendo una mano para ayudarla. Ella, a pesar de la desconfianza, la acepta y bajamos juntos con cuidado hacia el coche. Un hombre me saluda desde el asiento delantero cuando llegamos y le devuelvo el gesto mientras abro la puerta para la rubia.
Se apoya en mí cuando casi tropieza al entrar, paso mi mano por su espalda instintivamente y evito que se caiga, ella logra sentarse y me agradece. Todavía tengo su labial en mi mano y ella lleva en la suya la cartera.
— Gracias por ayudarla. A ella no le gusta quedarse sola — El hombre se dirige a mí y por suerte la rubia no lo oye por estar distraída forcejeando con su bolso y su pierna — ¿necesitas que te llevemos a algún lado?
Niego, pero de todas formas le agradezco el gesto. Veo por la ventanilla el reflejo de Ashley me despido con un gesto de mano. Estoy a punto de voltearme cuando escucho su voz.
— ¡Oye! Al final nunca te felicité, lo hiciste bien sobre el escenario. Esperemos ser los mejores en la siguiente etapa.
— Lo haremos, a mi también me sorprendiste.
— Lo sé, ¿la próxima semana estás libre? tenemos que ensayar.
— Ni siquiera nos han dado el tema de la segunda faceta — menciono. Apenas acabamos de terminar esta y falta alrededor de un mes para comenzar con la segunda.
— «Antes que nada, la preparación es la clave del éxito» — Cita — Alexander Bell.
— ¿Quién es?
— Búscalo y me dices.
Y se termina despidiendo para después pedirle a su chofer que ponga el auto en marcha. La veo alejarse y permanezco ahí hasta que veo el coche alejarse por la esquina.
No vale la pena volver a clase a esta hora; y tampoco tengo más nada interesante que hacer como para quedarme. Mientas pienso qué hacer parto directo calle abajo hacia mi casa, cruzo el puente y camino por el parque central rodeado de niños y jóvenes que juegan. Al cabo de quince minutos llego a mi hogar. Busco mis llaves y entro.
— ¿Hay alguien en casa? —Pregunto al vacío ,no obtengo respuesta así que doy por hecho que mis padres a esta hora siguen en el trabajo y que mis restantes dos hermanos siguen todavía en el instituto. Disfruto del silencio en el pasillo y el hall; es una ventaja tener la casa solo para uno cuando por lo general, siempre hay cinco residentes quisquillosos viviendo en ella.
Me voy directo a la isla de la cocina y saco de bolsillo trasero mi celular. Entro a mi Whatsapp y el primer número que aparece es el de mi compañera de dueto. Supongo que son las ventajas de tener un nombre que comience con A.
Me fijo en la foto de su perfil, deduzco que no es de hace mucho porque lleva la misma apariencia habitual. Está sonriendo y sus ojos se iluminan a la cámara, el fondo no es muy visible pero puedo ver una enorme piscina detrás de ella y a un costado, sobre una mesilla, una copa de cóctel. Debe ser genial poder disfrutar de un jardín tan bonito y una alberca tan grande, pero me pregunto si tiene con quien disfrutar de esas comodidades, porque en la imagen no hay rastro de la presencia de alguien más y por el ángulo, dudo que no se la haya tomado ella misma.
— Oye ¿Qué haces? — Una voz detrás de mi me espanta, suelto el móvil de un respingo y cae sobre la mesada, me doy vuelta y veo a mi hermana. — ¿Stalkeas a alguien?— Me mira curiosa y con un movimiento ágil intenta robarme el teléfono.
— No, claro que no — Logro esquivarlo y lo guardo en mi bolsillo de nuevo — Estaba...eh, escribiendo en mi diario virtual.
Sus ojos se achican y su ceño se frunce.
— Tu no tienes un diario. — musita.
— ¿Tú que sabes?
— Si lo tuvieras, ya lo hubiera leído. Búscate una mentira mejor. Ya dime ¿A quien stalkeabas?
Con eso, mi hermana demuestra que en esta casa no tengo ni un poco de privacidad. Conozco a la perfección la personalidad de ambos de mis hermanos y sé que una de sus características personales es la intromisión a mi vida privada. Y las ganas de siempre fisgonear en mis cosas.
— Nadie. De veras, y si lo estuviera haciendo no te lo diría — farfullo— ¿Qué haces tú aquí?
Todavía está en horario de universidad.
— Lo mismo podría preguntarte. ¿No salías a las dos? — Pregunta.
— Hemos salido antes.
— ¿Como casi todos los días? A mamá le va a encantar oír que su hijo predilecto se fugó de clases — Canturrea y se va directo a la cocina.
— Y va a saltar de la felicidad cuando se entere que tú, te has estado yendo tempano todos los días. — Contraataco y su nariz se arruga.
—Yo no te vi en todo el día y tú no a mi ¿Vale? — Me sirvo un vaso de zumo.
— Perfecto — Acepto. e acerca a mí y alborota mi pelo dejándolo caer sobre mis ojos. Magalí era alta casi de mi altura y como era la mayor se había tomado la tarea de ser una pesada conmigo. Me aparto de ella y saco del microondas la pasta que ayer había cocinado para hoy — Duh, necesitas un corte urgente si piensas buscarte novia.
—No quiero terminar como tú la última vez — Hago memoria al día donde Magalí quiso seguir un tutorial de Youtube y terminó cortándose el flequillo sobre las cejas. Parecía una réplica de Bellota, de las chicas superpoderosas pero rubia.