El sonido agudo taladra en lo más profundo de mi cabeza, un fuerte zumbido invade mi audición y todo se vuelve mas pesado e intenso al volverme consciente. Mis parpados se abren poco a poco con el movimiento de los globos oculares y soy un poco mas lúcida de lo que hay a mi al rededor.
Al despertar lo primero que siento es como si un camión me hubiera pasado en cima para hacer reversa y volver a aplastarme una vez más. Mi cabeza da vueltas y siento que me han estado taladrando la cabeza durante horas, además la luz cegadora que aturde mi vista desde el techo no está resultando de ayuda para que la jaqueca cese.
Levanto mi cuello un poco para tener mejor vista del lugar donde me encuentro y me queda claro que estoy recostada en una camilla de hospital, el blanco lúgubre de las cortinas y paredes me dan ganas de vomitar y noto que tengo enterrado en mi brazo una aguja intravenosa con suero.
Vuelvo a apoyar mi cabeza en la almohada suspirando.
Odio las agujas.
Antes de que pudiera seguir quejándome, una enferma anciana entra con una bandeja de comida en sus manos. Me mira regalándome una sonrisa, sus ojos caramelo me dan calma al verla.
— Ya estás despierta — me felicita cuando nota que me remuevo en la cama, deja la bandeja de comidas en una mesa de plegable que coloca sobre mis piernas y saca del bolsillo de su bata una linterna médica para encenderla frente a mi cara — No presentas sensibilidad a la luz, es una buena señal, pero de todas formas vas tener que seguir con el suero un par de horas más.
Asiento y ella sigue observando mis ojos, pasa luego a cambiar la bolsa con el suero a medio terminar por otra que está llena.
— ¿Qué fue lo que pasó? — pregunto sin dejar de observar la cucharita descartable envuelta en un plástico sin abrir. En la bandeja que me había dejado sobre las piernas había un tazón de frutas, un pudín de vainilla y un vaso con agua.
— Te desmayaste en un partido, un compañero te encontró y estabas a punto de sufrir un ataque hipovolémico. — No tengo ni idea de lo que es eso pero asiento prestándole atención — Tienes un caso severo de anemia y excediste tu estado físico producto del descontrol de adrenalina y la falta de azúcar en tu organismo. Tuvimos que hacerte análisis de sangre y tendrás que reponer vitaminas con suero y una nueva dieta balanceada. Tus padres estuvieron aquí hace unas horas, ya se encargaron de sacarte cita con una nutricionista especializada.
— ¿Voy a poder seguir mi entrenamiento con las porristas?— pregunto con el miedo a que su respuesta sea negativa, me mira de reojo pero me hace un gesto afirmativo.
— No ahora, tendrás que descansar al menos durante una semana, pero podrás volver a tu vida normal con ellas pronto, siempre y cuando sigas un régimen estricto de comidas y no descuides tus horas de sueño.
— Vale — Me saca un peso de encima con eso — .¿Mis padres siguen aquí?
—Se fueron hace unas horas, pero también vinieron otros familiares, una niña rubia que dice ser su prima y su padre. Ella le trajo flores— Apuntó hacia la mesa de luz blanca donde reposaba un ramo de flores violetas con listones — Se fueron en la mañana para que la niña no llegara tarde a sus clases de sábado.
Son azafranes, mis favoritas.
Terminé mi ensalada de frutas luego de que ella terminara de fijar la aguja en mi brazo. Apenas la sentía y el dolor de cabeza había cesado pero solo el hecho de saber que tenía algo atravesando mi brazo me daba mareos.
— Ah, lo había olvidado, también hay otro chico que sigue esperando afuera. Vino contigo desde la ambulancia, tienes suerte de que tu novio haya estado ahí para encontrarte a tiempo. ¿Le dejo pasar?
No recordaba nada de lo que había pasado, pero estoy segura que Maxwell no estuvo conmigo en la ambulancia, Lo vi irse antes del tercer tiempo.
De todas formas, hago nuevamente un gesto afirmativo y la enfermera camina a la puerta para llamarle.
Al cabo de unos minutos la enferma salió de la habitación y Hayden ocupó su lugar sorprendiéndome. Me percato de que todavía lleva el uniforme del equipo.
— ¿Qué haces aquí? — Pregunto dejando decaer mi sonrisa, él se deja caer en el sofá con apoya brazos a un costado de la cama. Tenía ojeras y se lo veía cansado.
— ¿Estás mejor? — Preguntó a la misma vez — Brittany y Brenda me pidieron que las llamara apenas te despertaras ¿Quieres que las llame ahora?
— Descuida, lo hago yo luego — Le resto importancia, ya voy a tener tiempo más tarde de hablar con ellas y explicarles todo lo que pasó. Me fijo que trae un bolso consigo detrás de sus piernas — ¿Te quedaste toda la noche?
Hace un gesto afirmativo — No fue tan malo, me quedé contigo hasta que te entraron a urgencias y llamaron a tus padres. Cuando ellos llegaron pidieron verte y aproveché para dormir en la sala de espera, luego vinieron otras dos personas de tu familia y me hicieron compañía hasta las horas de la mañana. Se fueron hace menos de una hora, yo me quedé para avisarles si pasaba algo. Mi madre también vino y me trajo algo de ropa, pero los baños públicos no tienen ducha y no pienso bañarme en un lavamanos ¿Te molesta si uso el tuyo? — Me pregunta apuntando discretamente a la puerta blanca que da al baño.
— Todo tuyo.
Se levanta tomando su bolso y se mete enseguida al baño, no pasan ni cinco segundos cuando oigo correr el agua de la ducha. Me acomodo en mi cama y prendo la televisión para matar el aburrimiento. El primer canal que aparece en las noticias es el del clima e indica que hoy será un sábado lluvioso y con vientos.
Quince minutos después, en los que yo me entretengo mirando los canales para niños, Hayden sale del baño vistiendo una sudadera negra y unos jeans gastados. Lo miro dejar el bolso sobre el sillón. ¿Se va a ir ahora que ya he despertado?
— ¿Ya te vas? — Indago cuando lo veo busca algo en su celular.