Me miro al espejo de cuerpo entero una última vez terminando de retocar el rubor sobre mis mejillas.
Miro mis ojos azules contrastar con la sombra de ojos gris y el labial rosa. Mis pómulos se marcan por el iluminador y mis ojeras, que por suerte son pocas, quedan escondidas debajo de mi corrector. Sonrío ante lo que veo; estoy lista para el baile.
Frente a mi el reloj marca las 7pm, lo que significa que en menos de quince minutos Brenda vendrá junto a Brittany para recogerme. Al final Maxwell y yo acordamos ir por separados al baile. Sus compañeros de equipo querían ir juntos y a él no le apetecía quedar mal con ellos.
Tomo el celular que anteriormente dejé sobre mi escritorio y lo coloco dentro de mi bolso a juego con mi vestido azul. Me arreglo el pelo, sujetando un mechón rebelde con un broche dorado y bajo las escaleras para esperar a que mis amigas lleguen.
Al bajar y pasar por el comedor, mi madre alza la vida al verme quitando su atención del ordenador.
— ¿Ya te vas, mon amour? — Pregunta bebiendo de su copa de vino cuando paso por su lado.
— Brenda y las demás ya me están esperando.
Asiente tragando lentamente la bebida, sus ojos viajan a mi atuendo mientras se termina su copa.
— Pensé que usarías el vestido que te regalé — Cuestiona luego de ver que no llevaba el suyo rosa sino una celeste ceñido a la cintura y un poco más largo que el otro — Con ese parece que te vas a una misa en vez de a un baile, cariño.
— Es el vestido de la tía Anabell, mamá.
— Lo sé, ¿Por qué crees que te lo digo? — Deja el vaso a un costado del ordenador — Si la hermana de tu padre no hizo otra cosa que jugar a ser una mendiga. Siempre metida en esos comedores públicos y donando ropa para los pobres. Ese vestido es horrible, Ashley, quítatelo.
Dejo escapar un suspiro al mismo tiempo que mis dedos juegan ansiosos con la argolla de mi brazalete.
— A mí me gusta— replico— fue el primero que confeccionó.
— Y por algo terminó siendo dueña de una tiendita de moda y no de una boutique — Niega reticente, con una mueca descontenta.
Su mueca curvada hacia arriba me deja ver la burla que conllevaban sus palabras, mi tía y mi madre no habían tenido la mejor relación de todas cuando mi tía todavía estaba viva, mi madre siempre había pensado que ella era una persona de pocas ambiciones e intereses, mientras Anabell creía que su cuñada se desvivía por ellos dejando lo esencial de lado.
— Es fino, su tela parece ceda y se ciñe bien a la cintura. Además su escote es ligero y las decoraciones en el borde combinan con mi diadema. A mí me parece a la altura de un vestido de boutique.
— Pues a mí me parece que es viejo, está arrugado y ese color no va acorde a tu tono de piel. ¿Por qué no buscas dentro de mi armario algo que te favorezca más? Puedes usar el que mas te guste, el negro, el rojo de Chalis o el Georgette verde si quieres. Cualquiera sería mejor que ese.
Se levantó de su asiento cerrando la portátil en mi cara.
— tengo demasiadas cosas que hacer como para ayudarte a elegir uno, pero te doy el permiso de que te pruebes todos los que quieras. — La oferta es tentadora, los vestidos que a mi madre le regalaban algunas marcas para patrocinarla son preciosos, pero difiero de su propuesta siguiendo firme con mi decisión.
— Voy a ir con este — Le aseguro sin moverme de mi lugar. El vestido tiene un gran valor sentimental incapaz de sobrepasar; asimismo de ser aquel que tejió por primera vez mi tía, también fue el que usó en su primera cita con el tío Frederick. Y por lo tanto, también tendría un gran valor para mí cuando lo usara en el baile de hoy y le dijera a Maxwell finalmente lo mucho que lo quiero; lo importante que es para mi. Porque sí, ninguno de los dos se había animado a dar ese paso hasta ahora. Y hoy estaba decidida a por fin hacerlo yo.
Mi madre termina su trabajo cerrando la computadora y dejando la copa de vino vacía dentro del lavavajillas, se volteó para volver a mirarme cuando notó mi persistencia.
— has lo que tú quieras, solo no te arrepientas luego.
Asiento dándole la espalda para ir hacia el pasillo.
— No vuelvas muy tarde.
Fue lo último que oí antes de ver por la ventana el coche de Brenda estacionado en la puerta, me despido de mi madre desde el corredor y saco las llaves para salir. El aire frío del exterior se cala en mis huesos, aferro la chaqueta a mi cuerpo y corro al auto para aclimatarme de nuevo.
— Te ves guapísima — Es lo primero que oigo desde el asiento de atrás, Brittany me saluda y veo que lleva su pelo amarrado a un rodete alto dejando a la vista sus aretes de oro.
— Tu aún más — Forjo mi atención en el vestido negro que le llega a los talones. Se ve elegante y preciosa, como siempre.
— ¿Tenemos que pasar a recoger a Tiffany también? — Brittany desvía mi atención y pone en marcha el auto, lleva una minifalda de cuero y un topcross blanco que le dan una apariencia celestial a sus curvas. Niego a su pregunta y me acomodo en mi asiento intentando que la cola de mi vestido no se arrugue.
— No, me ha dicho que iría con un muchacho del equipo de fútbol, la veremos allá.
— Vale, entonces vamos directo a la escuela.
Brenda estaciona en el primer lugar libre del aparcamiento y bajamos.
Cuando entramos al gimnasio este ya estaba lo suficientemente lleno, las mesas de comida estaban servidas y el DJ ya tenía su pista de música preparada. El comité de baile hizo un gran trabajo con la decoración del sitio. Las paredes están decoradas con pequeños dibujos de copos de nieve y del techo cuelgan guirnaldas azules y celestes que combinan con las telas blancas de las ventanas. La nitidez baja de las luces le termina por dar el toque perfecto.