Tres días después y los rumores en los pasillos al fin estaban cesando.
Caminar por los corredores, poco a poco vuelve a ser algo que no me hace sentir observada y ya no siento la mirada ultrajada de los otros sobre mis hombros. Lo que pasó en el baile ha quedado en segundo plano luego del reciente estrellato que mi compañero de dúo había conseguido. Hayden se logró colar por un huequito a la popularidad, fue sorpresa para todos oírlo cantar por primera vez y hoy, tres días después de aquel momento, el rumor de un nuevo vocalista en el salón AT1 sigue siendo un furor entre los estudiantes.
Me ha quitado un peso de encima con solo abrir la boca.
Quien lo hubiera imaginado.
Distraigo mi atención de ese pensamiento mientras sigo mi camino hacia los vestidores del gimnasio, hoy era jueves y por ende me tocaba entrenar junto a mi equipo de animadoras para un posible partido que se celebraría en unos meses.
Saludo a la entrenadora Jones cuando paso por su oficina y la veo devorar un sándwich de jamón y huevo, sigo mi camino hacia el casillero que tiene grabado mi nombre y rebusco en el mi ropa, dejo el bolso que llevo sobre los hombros en el banco frente a estos y saco de mi casilla la falda de volados color violeta y la blusa corta con el logo del colegio.
Me desvisto allí mismo asegurándome de cerrar la puerta con tranca y cuando me termino de colocar el uniforme, ato mi pelo en una coleta alta, buscando en mi bolso la muñequera violeta de capitana. Torpemente cuando lo hago, golpeo con mi codo la botella de agua que dejé sobre el banco y esta rueda por el suelo.
Me inclino a recogerla, poniéndome de rodillas para sacarla de debajo de otro banco. Pero cuando me levanto de nuevo siento la presencia de alguien a mi lado.
— Y yo que pensaba que solo tendría que verte en la cafetería — Una voz irritante se dirige a mí tras los vestidores. Alzo la cabeza al tiempo que tomo la botella de plástico entre mis manos.
— Lo mismo supuse. — Me yergo — ¿A qué viene esto de tener que ver también tu cara en los vestidores del edificio de música? — Volteo mi cuerpo y sigo con mi tarea de dejar la ropa que había traído en mi bolso dentro de mi casillero para después del entrenamiento.
— Las duchas de nuestro vestuario se averiaron. El director nos dejó practicar acá esta semana. Lamento informarte que tu equipo y tú van a tener que conformarse — La pelirroja se respalda en el casillero de mi costado. Por primera vez estaba sola, sin su mejor amiga como perro faldero o su séquito de bailarinas detrás.
— ¿Qué quieres, Colette?—Le suelto sin mucho reparo, si ha venido sola es porque su único propósito es estorbarme.
— Oí que el nuevo ligue de tu ex novio estaba hablando de ti.
Freno en seco cerrando la puerta de mi casillero. ¿Kate estaba hablando de mí? Y para peor la pelirroja ya se había enterado, ninguna de las dos cosas trae nada bueno y sé que eso ella lo tiene muy claro.
— ¿Y qué? ¿Qué esperas que haga? — Cruzo mis brazos frente al pecho. La miro sin mucha gracia y aunque no era lo que quería, termino dándole la oportunidad perfecta para que se eche a hablar.
—No lo sé, corren los rumores que Kate Winkler vendrá a hablar contigo hoy, dicen que te espera en la cafetería, una de sus amigas se lo contó a una chica del grupo de baile y ella...
—Sí, sí. Ya sé cómo se pasan los chismes — La interrumpo. Tampoco busco que me cuenta toda su vida. — ¿Algo más?
— ¿Vas a golpearla? — Se escrute con la mirada. Veo sus ojos brillar esperando una respuesta de mi parte.
— ¿Pero por quién me das? — Frunzo el ceño y niego repetidas veces. Tomo la botella de un manotazo para irme — No voy a golpearla si eso es lo que ella busca, no soy una brabucona ¿sabes? Ni tampoco lo seré por alguien como ella.
Le espeto antes de largarme de allí, la dejo sola en los vestidores y me doy directo hacia el gimnasio.
El entrenamiento fue una mierda.
Y una que olía bien feo.
Y no lo digo solamente por el perfume de abuela que usaba la pelirroja sino por la musiquita tediosa de las bailarinas, y las colchonetas tiradas por todos lados para sus estiramientos. Con todo ese revoltijo, nos habían arruinado la hora de ensayo, sin música, sin espacio, y de mal humor, no le quedó de otra a la entrenadora Jones que suspender la práctica.
Dejo la charola con mi ensalada y mi zumo de uva sobre la mesa de todos los días al mismo tiempo que el timbre de receso suena. Hago espacio en las mesa y espero a que las demás salgan de sus clases para hacerme compañía en la mesa que frecuentemente utilizamos. Brenda hoy faltó y Brittany espera en la fila de la cafetería por su almuerzo. Estoy sola a la espera de que alguno del equipo de lacrosse llegue o que alguna de las animadoras que se habían quedado matando el tiempo en el gimnasio saliera de el para venir a sentarse.
Estoy a punto de llevar un bocado de tomate a mi boca, cuando siento el ruido de unas manos apoyarse con dureza sobre la mesa de madera. Levanto la vista de mi celular hacia la persona que me mira desde el otro lado del escritorio.
Kate me observa severamente de pie con sus dos manos apoyadas en la barrera de la mesa.
Lleva su pelo suelto, y su cara levemente maquillada, sus ojos grises están perfectamente delineados en un ojo de gatos. Tiene puesto unos pantalones ajustados de color negro y una blusa con escote en los hombros color caoba que le dan un aire nuevo en su apariencia.