Varios días después
Viernes.
Me despierto diez minutos antes de que la alarma suene. Espero a que las manejillas se muevan mientras permanezco en la cama un rato más y salgo de ella colocando mis pies dentro de las pantuflas para no perder la temperatura de mi cuerpo.
El día de la competencia ha llegado.
Me dirijo hasta el baño sacando la bata del vestidor antes y veinte minutos después salgo del lavabo para buscar dentro de mi ropero un vestido blanco con mayas de inviernos color piel y un cinturón de café que hiciera juego con mis botas.
Me miro al espejo aprobando mi apariencia. Paso las manos sobre el tocador y aplico un poco de rubor sobre mis mejillas y delineador negro alrededor de mis ojos. Decido dejar mi pelo suelto y bajo hacia el comedor para empezar el día.
— Buen día — Saludo a mi padre que como todas las mañanas desayuna su vaso de té con una pizca de licor para levantar el ánimo. Me siento en la silla que queda en frente y veo que Susan ya había dejado mi desayuno allí— ¿Y mamá?
— Salió temprano para dejar los regalos en el albergue — Me informa y recuerdo que es ocho de enero, día de reyes; Y por lo tanto, la empresa Naves & M donaría parte del dinero de los fondos recolectados en las fiestas de caridad a jugueterías para comprar regalos a los niños del orfanato. — Vas muy preparada hoy. ¿Es la competencia? — Pregunta apartando la vista de su periódico, asiento y revuelvo mi cuchara dentro del cuenco de cereales y leche.
Susan entra a la cocina terminado de colocarse su delantal blanco y sonríe al verme. Llevaba las rodillas de sus pantalones con tierra y podía asegurar que minutos antes estaría arreglando el jardín tal cual a mi madre le gustaba. En estas épocas del año los jazmines amarillo comenzaban a brotar de los árboles y eran las flores favoritas de mi madre, a Susan le encantaba la jardinería y estaba agradecida de que su jefa le dejara arreglar su jardín y de paso llevarse algunos flores si así lo deseaba.
—Mi niña. ¿Lista para hoy?— Planta un beso en mi cabeza y le hago un gesto afirmativo con la boca llena de chispitas de avena — Apenas terminas me llamas ¿sí? Quiero ser la primera en felicitarte.
—Así será — Le aseguro, me levanto luego para dejar el cuenco vacío dentro del lavavajillas —papá ¿Te llamo también a ti?
— No va a ser necesario, princesa. Vas a ganar, lo sé y no quiero robarte el tiempo cuando lo estés celebrando.
Se levanta de su asiento dejado el periódico sobre la mesa y toma desde el perchero su saco negro, Susan se apresura en arreglarle la corbata cuando esta se arruga y mi padre le agradece.
— ¿Quieres que le pida a Peter que te lleve o prefieres que lo haga yo? — Pregunta, terminando de arreglarse el cuello de su camisa.
— Tú, por favor.
— Entonces date prisa.
Me pide y subo rápidamente los escalones hacia mi habitación para buscar mi boldo y cepillar mis dientes. Bajo en menos de cinco minutos, besando la mejilla de Susan para despedirme y salgo de la casa donde mi padre ya espera sentado en el auto. Lo pone en marcha apenas entro en él.
—El Sr Marshall quiere verte pronto, David ansía volver a verte — Comenta cuando doblamos la primera esquina. David Marshall era el hijo del mayor socio de mis padres, tenía veinticuatro años y nunca habíamos sido muy amigos, podía contar con los dedos de una mano las veces en la que habíamos mantenido alguna clase de conversación. Eso de tener ansias de verme no era más que mentiras de su padre para contentar al mío.
— ¿En serio está interesado? Porque si así lo estuviera bien podría haberme mandado algún mensaje en estos últimos cuatro años. — La última vez que nos habíamos visto había sido el día de su graduación. El Sr Marshall había insistido en que mi familia viajara a Mississauga para celebrarlo con ellos. Y como era de esperarse, lo hicimos. David no me cae mal, no me malinterpreten. Pero no lo veo como un futuro socio de trabajo como mis padres lo hacen.
— La universidad lo trae ocupado, este es su último año, ya verás que para las vacaciones podemos volar hasta Canadá y pueden volver a ponerse en contacto. Me encantaría que te llevaras bien con él y siguieras la tradición familiar de la que hace décadas formamos parte.
La tradición de ser socios y amigos; mano derecha y cerebro; uña y diente y otras sarta de estupideces. Mi bisabuelo construyó con sus propias mano la empresa, junto a su mejor amigo, Fitzwilliam en la década del cuarenta. Años después cuando ambos se casaron criaron a sus hijos juntos y estos crecieron para seguir con la amistad y el negocio familiar. Así y hasta la actualidad, la familia Nave y Marshall seguía su lazo fraterno sin romperlo.
— Lo sé, solo dame tiempo, creí que el Sr Marshall y su familia seguían en Mississauga ¿A qué se debe que ahora estén acá?
— Están renovando nuevos contratos, todavía no vinieron pero lo harán en un par de meses y con suerte tendremos una nueva franquicia en Colorado y Denver para el próximo año.
— Vale, me pondré en contacto con él cuando llegue — Me compromete y seguimos el trayecto del viaje cruzando por el puente hacia la escuela.
— En un par de días tendremos una reunión comercial también. Quizá te interese ir, dado el hecho que al año que viene estudiarías administraciones comerciales pienso que sería una buena oportunidad para ti — Recomienda y a lo lejos diviso las paredes del instituto — ¿ Es lo que querías estudiar no?
— Si — Cruzamos la última calle que nos queda. Estudiar administración comercial era también una tradición en mi familia y afortunadamente si era una carrera que me gustara, no tenía ningún inconveniente en estudiarla y aún menos si podía de esa forma enorgullecer a mis padres.
— Genial entonces, le avisaré a tu madre y les preguntaré a mis socios si me permiten llevarte.
Estaciona a un costado de la vereda y me quito el cinturón para bajar.