Las preparaciones estaban listas. Ahora solo debía transmutar el alma de Alice a ese nuevo cuerpo y volvería a estar con ella; la traería de nuevo a la vida sin importar qué. Si era tan talentoso como todo el mundo aseguraba y tenía todo ese poder, tenía que ser capaz de utilizarlo para transmutar el alma de su amada y traerla de nuevo a la vida a ese cuerpo que había fabricado para ella. Estiró sus brazos sobre el cuerpo inerte dispuesto en la plancha de operaciones y extendió las palmas de sus manos para activar sus círculos mágicos.
Cerró sus ojos para concentrarse y recitó su hechizo:
Desde las profundidades del purgatorio
Le pido al buen barquero regresar un alma
Con sangre y cenizas pago su entrada
Déjala volver a la tierra una vez más
¡Regresa a la vida Alice Bellacroix!
¡La tierra te pide alzarte una vez más entre los vivos!
Un gran círculo de magia se proyectó en el piso hasta alumbrar toda la habitación, luego explotó causando una gran un impacto. El hombre que había realizado el hechizo fue arrojado contra un librero en la pared y resintió el golpe. Estaba conmocionado cuando entre el humo que se había formado en la habitación, distinguió la silueta del muñeco que descansaba sobre la plancha erguirse.
— ¡¿Alice?! ¡¿Eres tú?!— preguntó levantándose con torpeza e impaciente por ver si su experimento había dado resultados, se acercarse a su creación agitando las manos para disipar el humo que se había formado. Lo que vio lo dejó perplejo, lo que estaba frente a él no era humano cuando se suponía que debió haber sido así.
La “muñeca”, el cuerpo que había creado, tenía que haber tomado la forma del alma que lo poseyó pero lo que tenía frente a él era algo parecido a una mujer pero con piel aterciopelada rosácea, orejas oscuras, garras y cola animal. Sus ojos amarillos con pupilas felinas lo miraban con curiosidad, entonces supo que había fallado.
—No puede ser…—agachó la cabeza derrotado cuando la muñeca coloco sus garras sobre su mano.
El alzó su rostro sorprendido y ella le sonrió de manera afable. Aquella sonrisa fue una herida mortal para él, la criatura en verdad tenía un parecido idéntico con Alice a pesar de su apariencia animal. Fue doloroso mirarla y ver el rostro de su amada en ese cuerpo. Retiró su mano y dio media vuelta incapaz de seguir viendo lo que su anhelo egoísta había provocado.
Escuchó a la criatura emitir un gruñido lastimero cuando salió de la habitación pero ni así se dignó a volver la mirada. Las lágrimas corrían por sus ojos y se dejó caer contra la puerta cerrada agotado. Golpeó su cabeza contra sus nudillos sintiendo que era un inútil.
¿Por qué aun cuando tenía la bendición de ser un Arcano*, no podía revivir a la mujer que amaba?
*Los Arcanos son magos descendientes de dioses en el país de Sherezade (Estambrisueños)
Sé quedo ahí llorando hasta que el cansancio lo venció. Dormitaba cuando la puerta de su biblioteca se abrió y él cayó de manera irremediable de espaldas contra el piso. La “muñeca” que había creado lo observaba desde el marco de la puerta. Le sorprendió que estuviera vistiendo una de sus camisas y se preguntó si había intentado vestirse sola, ya que la camisa estaba desgarrada y podía ver parte de su piel en las rasgaduras.
—No sabía que aquí fuera tu cama, amo— dijo ella con un extraño acento que le parecía ronronear cada palabra. Su voz definitivamente no era igual a la de Alice.
—Leí en uno de tus libros que ustedes los humanos duermen en camas. ¿Acaso tú no tienes una cama, amo?—preguntó ella con extrañeza.
El abrió los ojos como platos y se puso de pie rápidamente.
— ¿Puedes hablar?— preguntó sorprendido.
— ¿Por qué no podría? Tengo una boca, lengua y garganta con cuerdas vocales o eso dice tu libro de anatomía; tienes muchos libros útiles ahí— dijo señalando detrás de ella.
—Aunque hay algo que me preocupa, amo— confesó apenada. — Hago un ruido raro que no viene en tus libros de anatomía, escucha—dijo ella levantando su dedo índice en alto y con su mano libro la posó sobre su manzana de Adán. Cerró sus ojos y sin abrir la boca, ronroneo.
—Es un sonido agradable, me gusta mucho pero no sé qué significa—dijo preocupada. — ¿Estaré enferma?
—Eso es un ronroneo, no estás enferma—El mago le pareció graciosa su ingenuidad adorable y soltó una risita.
—Ah eso es una risa, amo. Es fascinante, tu sonrisa es… hermosa— dijo ella alegre aplaudiendo con sus dos manos.
De nuevo ella sonrió y desvió su mirada para evitar verla. Cubrió su rostro con su mano y su cabeza.
— ¿Te molesta mi sonrisa, amo?—preguntó la muñeca con un semblante preocupado.