Dos toques en la puerta me hicieron despertar sobresaltada cayendo de golpe en el suelo. Solté un par de groserías por el dolor e intente levantarme pero falle en el intento, el sueño aun me controlaba y mis ojos no cedían.
- ¡Levántate, Vega! -dos toques más seguidos de la voz animada de Kathleen llegaron a mis oidos.
Gruñi apartando con patadas las sabanas que habían ido a parar conmigo al suelo.
- ¡Ya estoy despierta! -le hice saber.
- Estaremos en la cocina. -informó.
No respondí pero afortunadamente escuche sus pasos alejarse. Me sente en el suelo moviendo mis ojos por toda la habitación en un intento por poner en funcionamiento mi cerebro. Estire el brazo tomándo el celular del lugar donde se encontraba cargando en la cómoda para ver la hora. ¿Seis de la mañana? ¡Me dormí a las cuatro! Me deje caer nuevamente cerrando los ojos para soltar una exclamación quejumbrosa.
Luego de la cena todas se fueron a dormir justo como lo había pedido Amanda, por mi parte lo intente pero me encontraba más despierta que nunca. Mi error fue matar el tiempo viendo Netflix hasta que pudiese dormir y para cuando comenzaba a sentirme finalmente cansada vi el reloj para notar que marcaba las cuatro de la mañana.
Tengo que levantarme, no hay opción.
Abrí mis ojos y reuniendo la poca energía me levante hasta estar en mi pies. Arroje el celular a la cama y entre al baño para lavar mi cara, dientes y aliviar mi vejiga. Con eso hecho camine hasta la puerta y tomando el pomo me detuve mirando mi pijama. ¿Debería cambiarla? Mi estómago rugió respondiendo por mi por lo que abrí la puerta abandonando la habitación. Mis pijamas no estaban tan mal, no causarían un infarto que es lo importante.
En la sala principal desacelere mis pasos cuando casi choque con un arreglo floral que cargaban un par de personas, murmure una disculpa y continúe hasta la puerta a unos metros del ascensor que daba a la cocina.
- Buenos días. -salude dejando salir un bostezo que tape con mi mano. Para mi alivio no era la única usando pijamas, pero si la única luciendo cómo una persona de la calle.
- Buenos días. -replicaron todas al unísono sin perder el enfoque en lo que leían en los papeles junto a sus platos.
- El café esta en la cafetera y tu plato en el microondas.
Afirme con la cabeza hacia Kathleen quien se encontraba sumergida en los papeles y solo levanto la mirada para decir lo último. Inspeccione los gabinetes buscando un tasa, serví un poco de café y tome mi desayuno para sentarme en una de las sillas que quedaba disponible. Antes de comenzar a engullir el desayuno di un sorbo a la sustancia caliente que tuve que devolver de inmediato cuando el sabor amargo golpeó mis papilas gustativas. Tome un par de servilletas y las pase por mi lengua para quitar el sabor desagradable pero solo logre que papel quedará pegado. Aparte la taza con expresión de disgusto, quitando los pequeños papeles de mi boca. Segura de ya no tener nada desagradable comencé a comer los huevos con pan tostado que para variar no intentaron matar mis papilas gustativas.
- No creo que McCartney se deba sentar junto a Buenavista. -comunico Amanda con preocupación a Kathleen- Sabes que su último negocio no salio bien.
- McCartney se lleva mal con todos. -dejo el tenedor a un lado, aburrida- No se donde puedo sentar a ese hombre.
- Una mesa para él y su ego. -dijo Kelly sin despegar la vista de los papeles en tono de broma.
- Una mesa no es suficiente. -manifestó en desacuerdo Erica.
Me sentía pérdida cómo todo momento en aquel viaje, solo escuchando y llevando mi atención a cualquiera que hablara. De hecho, nunca entre en muchos detalles sobre la boda y lo que sabía era muy poco.
- ¿Cuantos invitados son? -quise saber.
- Hasta ahora trescientos. -respondió Amanda.
Abrí mis ojos tragando duro. ¿Hasta ahora? ¿Se podían tener más de trescientos?
- Vaya, eso es bastante. -fue lo único que se me ocurrió para decir.
- Querida, eso es poco. -Amanda apartó la vista de los papeles clavandola en mi- He organizado bodas de mil personas, esto es una fiesta de niños.
Dando un mordisco a la tostada me di tiempo para pensar que decir.
- Saldrá genial entonces. -levante mi pulgar y ella apartó la mirada tomando una gran cantidad de aire.
- Y dinos Vega, ¿que haces para ganarte la vida? -paso una hoja, mirándola de punta a punta antes de continuar- Kathleen menciono que eres algo así como escritora.
Detuve el tenedor a medio camino y mire a Kathleen. ¿Por qué diría algo así?
- No soy escritora. -aclare cuando Kathleen ni se inmutó- Trabajo para las editoriales revisando manuscritos, aprobando y descartando lo que deberían o no publicar.
- Eso fue lo que dije. -por fin se manifestó Kathleen- Nunca dije que era escritora.
- ¿Es lo mismo, no? -Amanda me ignoro dirigiéndose a Kathleen.
Junte mis cejas incrédula de si había escuchado correctamente lo que salió de su boca. Afortunadamente, no era la única preguntándose si dejo su cerebro en la almohada esa mañana.
- Amanda, sonaste como una estúpida. -Tessa la señaló con el dedo, divertida.
Gracias, Tessa. Gracias por ser la voz de mis pensamientos.
- Si, bueno, lo que sea. -Amanda volvió su atención a donde se debió quedar desde un principio.
Tessa negó con la cabeza para darme su atención.
- ¿Donde trabajas? Se oye genial.
- No estoy trabajando en estos momentos. -lleve el tenedor que había dejado a mitad de camino a mi boca.