Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

3 Una linda sorpresa

Después de mis deberes en la cocina, paso el día pensando en cómo hacerle frente a la bola de parásitos instalados en casa. Si el esposo de Analí está desempleado, eso significa que se quedarán más de lo que pudiera llegar a pensar.

Es más sencillo cuando se pelean porque se reconcilian en menos de un mes.

Por otra parte, me preocupa mamá, ella no es de salir tan temprano a la calle por sus calambres que suelen molestarla con frecuencia por las mañanas.

Estuve marcando al teléfono de la casa, pero dejé de insistir cuando lo dejaron descolgado. Malditos.

—Estás muy distraída, Irene —dice Mary recargando su codo sobre el mostrador y la otra mano en la cintura.

—Es que, no entiendo por qué Analí hace las cosas así —confieso con mi mentón recargado sobre mis brazos por encima del mostrador, y la mirada perdida en un trozo de dona que dejaron sobre una de las mesas.

—Es una perra, por eso hace las cosas así.

—Entiendo que ella y su parásito busquen ayuda de mamá, pero que carguen con el parásito menor es un nivel muy superior. Hacía años que no le veía. Llega y..., Maldito bastardo —reniego con enojo—. No debería referirme así a ellos, estoy siendo grosera.

—Nada de grosera. Ellos se lo han ganado, no es que sean las mejores personas del planeta y ganen premios nobel de la paz cada año.

—Pues no, pero ¿cómo exijo respeto si no lo doy?

—Hay excepciones, y cuando te tratan con la punta del pie, créeme, no les debes nada, ni siquiera ese respeto —Me encojo de hombros—. Y si quieres, puedes quedarte hoy conmigo —propone cruzándose de brazos.

—Me encantaría de no ser porque quiero saber a dónde fue mamá. Además, Mary, ellos no van a hacerme correr, están muy mal de su cabeza hueca si piensan que van a sacarme de mi casa. ¿Puedes creer que se terminaron lo que había en el refrigerador? ¡Son unos descarados!

—Unos descarados con los que vas a compartir techo por un largo tiempo.

—Esa es la peor parte, no pienso mantenerlos.

—Eso es algo que los tendrá sin cuidado, porque con la pensión que cobra tu mami, tienen para instalarse por mucho tiempo. Así que, tienes que ser más inteligente que ellos.

—Chicas, ya voy a cerrar —avisa Lorna acercándose a la puerta para voltear el letrero de Abierto a Cerrado—. Pueden irse después de limpiar si quieren, yo me quedaré para recibir unos insumos. Los repartidores llamaron y dijeron que se les averió el camión, no pueden dejar la entrega para mañana.

—De acuerdo —digo al verla regresar a la cocina—. Gracias, Lorna.

—Mejor limpiemos —propone dándome un ligero golpe en el trasero con la franela que lleva en la mano, y me incorporo dando la espalda al mostrador—. Aprovechemos que Lorna hará horas extra, y además te tengo una sorpresa.

—Sí, eso dijiste desde esta mañana. Ya estamos por salir y el dichoso Asher no se apareció. ¿Te dejó plantada? —cuestiono con diversión, pues sí quiero verlo, aunque la visita no sea para mí.

—No tenemos una cita o algo así como para que pueda decir que me ha dejado plantada.

—Entonces, cuéntame. ¿De qué hablaron? No me has contado nada.

—Pues..., hablábamos de ti —suelta sin ningún problema.

—¿De mí?

—Sí, Irene. De ti —confirma acercándose a las mesas conmigo detrás de ella.

—No entiendo... ¿Yo qué tengo qué ver?

—No hay nada que entender, mi reina —Ella saca de su mandil una bolsa de plástico que sacude y me la entrega—. ¿Te das una idea de por qué pidió el número de mi celular?

Deposito en la bolsa los restos de comida y después Mary pasa la franela por encima.

—Porque le gustaste. Mary, te miró por largo rato en esa fiesta.

—No mi reina —Ella se detiene y me encara—. Me pidió el número porque la chica a la que realmente estaba mirando, se fue dejándome sola con él y no tuvo oportunidad de pedirle su número a ella.

—¿Es una broma?

—¿Cuándo te he tomado el pelo, Irene? Por favor, despierta mi reina —Sus dedos chasquean frente a mis ojos provocando que parpadeé despabilando—. Tienes un admirador que, por cierto, está llegando justo ahora —Siento que el corazón podría desbocarse de mi pecho en cualquier momento.

Mary sonríe con picardía encogiéndose de hombros.

No sé si voltear..., no sé qué carajo hacer... Se escucha tintinear la campanilla de la puerta que anuncia un nuevo cliente.

—Aquí huele delicioso —Me giro porque esa no es la voz de Asher.

Encuentro a un chico delgado, alto, cabello negro y muy apuesto mirando detenidamente los postres que hay en el mostrador, entonces regreso la mirada a Mary que ya está riendo como loca.

—Eres una villana muy malvada, Mary.

—Irene, estás como loquita por ese chico y se puede notar a simple vista. Lo verás en un rato, y créeme cuando te digo: No viene a verme a mí —canturrea con toda la intención de ponerme nerviosa.

Solo de pensar en tenerlo frente a mí, se me eriza la piel. ¿Cómo es que una persona puede provocarte tanto?




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