Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

6 La llamada

—¿Qué sucede con mi Curvy favorita? —pregunta Mary al otro lado de la línea.

—El imbécil de Eddie me arruinó una llamada con Asher.

—¡Hey! Quiero saber eso. ¿Te llevó a casa y te llamó sin esperar a mañana? Lo dejaste impactado, mi reina.

—Y el imbécil de Eddie lo des-impactó.

—Pues no te quedes ahí cruzada de brazos lamentándolo, mi reina. Llámalo antes de que se duerma.

—No creo que sea prudente, dijo que haría guardia hoy.

—Vaya, qué mala suerte..., cosas de internos de medicina supongo. Me lo contó Collin, trabajan juntos.

—¿Cómo te fue con él? Estuviste tan entretenida que te olvidaste de mí —reclamo.

—Tan olvidada, no estabas. Pues..., esperaba un beso al final de la cita. Ese hombre es divino.

—¡Mary! Eso no fue una cita.

—Se improvisó y para mí sí lo fue.

—Bueno, tal vez es de esos que les gusta ir despacio.

—Supongo, ya veremos qué pasa. ¿Averiguaste por qué sigue la bruja ahí?

—Sí, te cuento todo mañana. Por ahora voy a descansar.

—No. Llámalo, Irene. Ellos deben tener algún momento de descanso. No creo que toda la noche lleguen enfermos uno tras otro, ¿o sí?

—Mary, ¡es un hospital!

—Y no es el único médico allí. Llámalo. Paso mañana por ti a la misma hora.

La escucho sonar un beso y me cuelga la llamada. Decido que no es buena idea molestarlo mientras trabaja, pero las horas pasan y pasan y no dejo de ver el celular esperando que él envíe alguna señal, pero no sucede nada.

Abro su contacto en el WhatsApp, y mi corazón se pone como tonto cuando lo veo en línea, pero él se desconecta. Suspiro al tiempo que abro la agenda con la presión sanguínea a todo lo que da, y marco su número.

Un tono, dos tonos, tres tonos, cuatro tonos... Buzón de voz. «Por favor, deje su mensaje después del tono...»

—Asher..., lamento si arruiné la llamada, no fue mi intención. Espero que pases una linda noche —Dejo en el mensajero y cuelgo arrepintiéndome casi al instante.

Cierro los ojos apretándolos fuerte, y me acomodo en la cama para dormir.

• ────── ✾ ────── •

El sonido de una canción de Ed Sheeran no deja de escucharse. Tardo unos segundos para caer en cuenta de que es mi teléfono el que suena. Lo busco hasta que doy con la luz que me aturde la vista en el instante provocando que entorne los ojos para visualizar mejor.

Asher..., es lo que se lee en la pantalla. ¡Asher! Abro tanto mis ojos y todo pasa tan rápido que abro y cierro los ojos tan rápido como puedo para lubricarlos y que no me lastime más la luz en las retinas.

Respondo cerrando los ojos.

—Hola... —saludo tratando de aterrizar.

—Te desperté, estabas dormida —dice robándome una sonrisa.

—Sí, pero no importa. Me has salvado de un mal sueño.

—Eso suena bien —Me quedo en silencio hasta que él vuelve a hablar—. Irene, escuché lo de hace rato...

—Entiendo si fue incómodo para ti —menciono avergonzada—, creí que había pausado la llamada.

—¿Todo está bien por ahí?

—Sí. Te lo dije, lo puedo manejar.

—¿Quieres hablar de eso?

—Tal vez luego.

—¿Sigues sin confiar en mí?

—No es eso. Pasa que no quiero desperdiciar esta llamada hablando de alguien que no merece siquiera mención.

—Entiendo... Espera —Escucho silencio y de pronto me entra una notificación para activar la cámara.

Me pongo completamente nerviosa, pero activo la cámara al tiempo que me cubro más con la cobija y me posiciono de lado.

—Ahí estás —dice regalándome su hermosa sonrisa.

—No estoy lo mejor presentable que se puede estar a mitad de la madrugada, pero sí. Aquí estoy.

—Lo cual es una suerte, porque justo esa Irene tan real es la que quiero conocer.

—¿Hay muchos enfermos? —pregunto nerviosa, cambiando la conversación, recordando las palabras de Mary.

—Algunos, pero están a cargo de Collin, así que están en buenas manos.

—Te ves cansado, Asher —Él sonríe complacido y no entiendo por qué.

—Es una noche tranquila.

—No debiste ir de paseo esta tarde si tenías un turno ahora mismo. Debiste descansar.

—No, eso no es problema. No iba a permitirme perder la oportunidad de hacer lo que no hice en esa fiesta.

—¿Pedir mi número?

—Acercarme a ti sin titubeos.

—¿Esa era tu intención en esa fiesta?

—Sí. Te vi bailando y pensé: tengo que conocerla —declara mirando a la nada como si estuviese recordando el momento, y eso me hace sonrojar—. Alguien que disfruta de ese modo la música, es alguien que disfruta del momento. Lo comprobé esta tarde. Tenías miedo, pero al final disfrutaste el momento.




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