Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

10 Corazón

Los sonidos a mi alrededor se vuelven como un eco, no puedo concentrarme en ninguno. Observo a los paramédicos revisando los signos vitales de mamá.

—¡Señorita! —Me sobresalto volviendo a la realidad.

Tardo un poco en reaccionar y sacudo la cabeza en forma de negación para despabilar.

—¿Có-cómo dijo...? —inquiero al hombre que me gritó haciéndome volver en sí.

—Le pregunté si ella toma este medicamento —Me muestra el frasco.

—S-sí..., ella las toma para dormir. No debió tomarlas todas...

—¿Ha pasado esto antes?

—No. Es la primera vez... ¿Ella estará bien? —pregunto sintiendo un nudo en mi garganta, siento que se me dificulta hablar.

—Tiene signos vitales, la vamos a llevar al hospital. Necesita venir con nosotros —dice y asiento repetidas veces con la cabeza.

Veo que la suben a una camilla y le ajustan varios cintillos asegurándola. Los sigo concentrándome en el rostro plácidamente dormido de mamá. Cuando la suben a la ambulancia, una de las chicas me ofrece su mano para ayudarme a subir y me mira preocupada.

—Necesitan suturarte, cariño —dice mirando mi brazo en cuanto me siento en una de las bancas que hay adentro del vehículo.

Tengo un corte en el antebrazo, debí hacérmelo cuando el esposo de Analí me empujó contra el televisor. Estaba tan enojada que no lo sentí. Siento que ella toma mi brazo y comienza a limpiar, pero yo me concentro en mamá.

En cuestión de minutos llegamos al hospital donde hay un par de médicos que se acercan de inmediato a mamá. Los paramédicos les informan a ellos en qué estado encontraron a mamá, los signos vitales, y los medicamentos que le han suministrado. No les entiendo nada de lo que dicen, solamente les sigo el paso mientras observo a mamá.

—Ella necesita suturas —comunica la chica que me limpió la herida, y reacciono.

—Campbell, atiende a la señorita —ordena uno de los médicos que va con mamá, a una chica que se encuentra cerca.

—Vamos —Me habla, pero me resisto.

—N-no, yo estoy bien. Es mi mamá... E-ella...

—Su mamá estará bien atendida, se lo aseguro, señorita. Vamos a atenderle esa herida o podría infectarse —Volteo a verla esperando que tenga razón, y asiento para seguirla hasta un consultorio dentro de urgencias.

Apenas pongo un pie adentro, intento regresarme, pero la señorita se pone en mi camino.

—Mi mamá, necesito saber que ella estará bien.

—Oiga, tranquila. Necesito atender su herida primero, y después pediremos información de su mamá. ¿Cómo se hizo el corte? ¿Sabe con qué fue?

—No lo sé... Yo estaba... Él me empujó —relato recordando cuando ese idiota lo hizo—, pero logré sostenerme de la chimenea..., debió ser en la chimenea...

—¿Irene? —Volteo tan pronto como escucho mi nombre—. ¿Estás bien? ¿Qué sucedió?

—¿La conoces, Collin? —pregunta la chica.

—Sí, es mi amiga —Agradezco internamente su gesto, él termina de entrar en el pequeño consultorio—. ¿Qué te sucedió?

—Debió ser en la chimenea —repito—. Él me empujó...

—¿Él, quién? —inquiere Collin con el ceño fruncido.

—¿Dónde está mi mamá? —pregunto mirándolo exclusivamente a él.

—Trajeron a su mamá en estado inconsciente, la están atendiendo —informa la chica—. Ella tiene un corte y no se deja atender.

—Entiendo. Irene, quédate tranquila. Iré a ver qué está sucediendo y vendré a darte información. ¿Dejarás que te atiendan si lo hago? —Eso me deja más tranquila. Asiento con la cabeza—. Bien, regreso enseguida. ¿Viene alguien más contigo?

—Solo yo y mamá.

—Ya vuelvo, deja que te atiendan.

Cuando él se va, miro dudosa a la chica que en realidad se ve amable. Me invita a sentarme sobre la camilla, y camino lentamente hasta ahí.

—Tranquila, Collin no volverá hasta que tenga noticias de su mamá —Asiento, dejando que me haga las curaciones correspondientes.

Pasan diez minutos, tal vez, no lo sé; eso creo.

—¡Irene! —Su voz me hace sentir que todo está bien.

Busco al chico que se ha metido últimamente en mis pensamientos, y lo veo preocupado.

—Asher... —susurro y él sin dejar que pase un segundo más, se acerca mirándome de pies a cabeza; parece que busca alguna herida más.

—¿Estás bien? ¿Qué sucedió? —cuestiona fijando su mirada en mí.

—Es..., mamá. Asher... ¿Qué...?

La chica que me hacía las suturas se despide al terminar, y sale del consultorio.

—Collin me llamó. Estaba por irme, pero afortunadamente aún andaba por aquí. Dime, ¿qué sucedió?

—Mi hermana... Mi mamá tomó más píldoras de lo normal y no despertaba. Estoy segura de que fue Analí.

—¿Y Analí es...?

—Mi hermana.

—¿Y esto cómo sucedió? —cuestiona deslizando con delicadeza las puntas de sus dedos por un costado del vendaje.




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