Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

11 Soy una locura

—Ranita —Su mirada me estremece el corazón.

Me acerco sin pensarlo dos veces y la abrazo.

—¿Cómo te sientes, mamita? —pregunto mirándola con atención.

—Muy confundida —menciona mirando alrededor.

—¿No recuerdas qué pasó?

—Le dije a Analí que quería dormir porque me sentía muy cansada. Ella me ayudó a llegar a la habitación, y le dije que me diera mis píldoras para dormir; el dolor de cabeza era insoportable. Ella me dio las píldoras y despierto aquí.

—¿Viste cuantas píldoras te tomaste?

—Las mismas de siempre, ella las puso en mi mano y me las tomé. Estaba muy cansada, Ranita —Entonces su mirada se pasea hasta llegar a Asher—. ¿Y ese muchacho? ¿Viene contigo?

—Sí, perdón. Él es Asher.

—¿Asher? —inquiere sorprendida, y él, como todo caballero, se apresura a estrechar su mano con la de mamá.

—Un placer conocerla, señora Basso. Lamento que estas circunstancias sean las que nos presenten.

—El gusto es mío, muchacho. No prestes atención a eso, fue un descuido que no volverá a suceder. No me gusta que mi Ranita se preocupe de esa manera. Debiste pasarla mal, hija —Niego con la cabeza mostrando una sonrisa para que no se preocupe, tomo su mano y la beso sin prevenir que vería el vendaje—. ¿Qué te pasó, Ranita?

—Nada, mamita. Nada. No es nada. Un rasguño, pero ya me atendieron.

—¿Cómo qué nada?

—Ni siquiera sentí cuando pasó, no te preocupes que no es nada.

—Buenas tardes, veo que la paciente se siente mucho mejor —dice un médico que entra a la habitación mirando a Asher con curiosidad—. ¿Aún sigues aquí, Asher? ¿No habías salido ya?

—¿Eres doctor de este hospital, jovencito? —pregunta mamá y veo que Asher se sonroja un poco.

—Sí, señora. Aquí trabajo —Después se dirige al otro doctor—. Y sí, terminó mi turno, pero entonces mi novia llegó a urgencias con todo este asunto y no iba a dejarla sola.

Levanto la cara sorprendida, y lo miro unos segundos para después regresar la mirada a mamá.

—Entiendo —El doctor se centra en la tableta que lleva en las manos, y mi mamá me cuestiona con la mirada la respuesta de Asher, por lo que solamente me encojo de hombros y no encuentro hacia dónde mirar.

—¿Cuándo podré irme a casa, doctor? —inquiere mamá para destensar el ambiente.

—Será hasta mañana. Su pulso aún está débil, y es mejor asegurarnos que todo está bien.

—Supongo que no tengo de otra —dice mamá con resignación.

—No se desespere, señora mía, es mejor descartar hasta la más mínima molestia. Chicos, ¿podrían salir un momento por favor? Necesito hacer un chequeo de rutina.

—Claro —Me inclino hacia mamá y dejo un beso en su frente—. Vuelvo en un rato, mamita.

—Ve a comer algo, Ranita. Seguramente no lo has hecho —Asiento y salgo de la habitación acompañada de Asher.

—¿Ranita? —inquiere Asher pensativo, pero al ver que me avergüenzo dice—: Es tierno.

—¿Tu novia? —Es lo único que se me sale preguntar.

—¿Por qué no?

—Porque nos conocemos... ¿Hace cuánto...?

—¿Es relevante?

—Para dos personas que tienen un noviazgo, creo que sí. Es decir, es una relación íntima la que implica un noviazgo, Asher. No me conoces.

—Está bien —Él se detiene colocándose frente a mí, y coloca sus manos en mis hombros—. Vamos por partes ¿De acuerdo? Eres hermosa, Irene. Y no necesito más tiempo para convencerme de que, así como eres bellísima por fuera, lo eres por dentro también. Quiero conocer más de ti, efectivamente. ¿Cómo lo hago si no me das la oportunidad?

—¿No estamos haciendo eso? Conociéndonos.

—Sí, pero... —Inhala profundo y deja escapar el aire antes de hablar—: Corazón, me es difícil estar cerca de ti y no tomarte de la mano, o robarte un beso. Hay que intentarlo, ¿por qué no?

—Porque... ¿Qué tal que por tomar una decisión así de precipitada no funciona?

—Podremos decir que lo intentamos.

—¿Cómo sé que no quieres solamente burlarte de mí? —cuestiono perdiendo la mirada en el piso recordando lo que Eddie me hizo.

—Mírame, Irene —Sus dedos tocan mi mentón y me hace prestarle atención—. Una persona que quiere jugar contigo, ¿te miraría a los ojos?

—No lo sé...

—¿Es por ese tipo? ¿Tanto daño te hizo?

—Me destruyó —confieso dejando escapar una lágrima que Asher detiene con el dorso de su dedo.

—Entiendo. ¿Es porque te hice subir a un teleférico?

—¿Qué? ¡No! Eso fue una locura, pero..., me gustó.

—Pues yo soy una locura, Irene —Entonces comprendo lo que intenta decir.

Él suspira con aparente resignación, pensando tal vez que ni siquiera lo considero; de ser así está equivocado.

Me encuentro buscando las palabras correctas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.