Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

16 Tan hermoso como tú | Asher

Asher

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¿Qué si estoy nervioso? ¡Por supuesto que lo estoy! Tengo en mi departamento a la chica de mis sueños, esa que nunca pensé que tenía hasta que la vi en aquella fiesta disfrutando el momento.

Su risa contagiosa me hizo no querer despegar la vista de ella en toda la noche, hasta que a un imbécil se le ocurrió propasarse con ella, provocando que dejara la fiesta antes de que siquiera terminara.

«Quiero agradecerte, Irene. Haces feliz a mi hermano, normalmente es insoportable. Pero desde que te conoció ha cambiado, se pone incluso a bailar en calzoncillos»

—Eso no es verdad —menciono sacudiendo el cabello de Peter mientras ríe.

—¿Qué ha dicho? —pregunta mi chica.

—Que soy insoportable.

—No, no creo que Asher lo sea. Es todo un ángel —Traduzco para ella.

«Yo no dije eso, o sea sí, pero también dile que bailas en calzoncillos»

—No le diré eso.

—¿Qué cosa?

—No hagas caso —Peter toma uno de sus cuadernos, se acerca a escribir algo y se lo muestra a Irene, ella ríe y entonces me preocupa lo que le haya escrito—. ¿Qué dice eso?

—Que bailas en calzoncillos —menciona ella.

—¡Peter! —regaño intentando tomar el cuaderno, pero él lo cierra y se acerca a guardar sus cosas en la mochila. Avergonzado, miro a mi chica preciosa—. Eso no es verdad.

—No lo veo tan malo, Asher. Yo hago lo mismo en mi habitación —confiesa. Y supongo que Peter disfruta de esto, porque ríe sin parar señalándome. ¿Pero es que cómo no podría sonrojarme al imaginarme a Irene en...? Cielos.

—Solamente quieres hacerme sentir mejor —deduzco al ver que aguanta la risa.

—Puede ser —admite—. ¿Funciona?

«Funcionó de más. Sé lo que imaginas. ¿Cómo está todo allá abajo?»

—¡Peter! —exclamo nervioso al ver que ha leído sus labios, porque no lo traduzco y él continúa riendo por lo que camino hacia él, pero corre escudándose con Irene.

—¿Qué sucede? —cuestiona ella mirándonos a ambos alternadamente.

—Sucede que Peter ya se va a dormir —Él rodea la sala evitándome mientras comunica:

«Sabes que tengo razón. Está noche estará agitada, que ventaja no poder escuchar»

Y sin perder el tiempo a que reaccione, corre a su habitación.

—Asher, ¿qué fue eso?

—Nada, él..., eh..., dijo cosas que..., olvídalo.

—Se ve que se llevan bien.

—Sí. A veces es difícil pasar tiempo juntos, pero cuando se puede lo disfrutamos.

—Pues deberíamos organizar algo. Sería buena idea salir con Collin y Mary, mamá y Peter.

—Esa idea me gusta —Ella suspira y se queda en silencio—. ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —pregunto al verla aún con ese semblante de preocupación, tomo su mano y la guio hacia la sala para sentarnos en uno de los sillones.

—No dejo de pensar en mi mamá, Asher. Si ella... —Se le corta la voz, e inmediatamente me acomodo de lado en el sillón doblando mi rodilla.

—No, Corazón. Tu mamá va a estar bien —aseguro, acariciando su mejilla, su piel es tan suave—. ¿Quieres darte un rico baño para relajarte?

Ella se sorprende y sus mejillas se ponen rosas, no puedo evitar sonreír con tanta ternura frente a mis ojos.

—No creo que eso sea prudente.

—Tranquila, por la ropa no te preocupes, puedes usar algo mío o...

—¿O...?

—O no usar nada, yo no tengo problema —Ella abre la boca completamente apenada. Baja la cabeza tratando de ocultar su rostro, pero no le funciona mucho.

—Yo... No creo que algo tuyo me quede.

—No mates mis fantasías, preciosa —digo dolido, pero espero que no lo note, así que busco hacerla reír—. Aún está la segunda opción.

—Asher... —Se ríe nerviosa. Adoro esa faceta de timidez.

Es claro que no lo dije en broma, pero ella piensa que sí y, aun así, estoy seguro de que lo está pensando.

—Tranquila, vamos —ánimo levantándome, ofreciendo mi mano, ella la toma y me sigue. Abro la puerta de mi habitación, pero ella no entra, solamente observa. Me acerco al armario y le muestro un cajón—. Toma lo que quieras de aquí. Te daré un poco de privacidad —Señalo otra puerta dentro de la habitación—. Ese es el baño.

—Creo que estoy abusando mucho de tu confianza, Asher —dice sin entrar aún, así que me acerco y me atrevo a tocar su mejilla.

—Tranquila, no pasa nada. No quería dejarte sola con tu familia, no confío en ellos.

—Yo tampoco.

—Y por eso estás aquí. Tomate tu tiempo —digo dejando un beso en su mejilla y salgo de la habitación para dirigirme a la de Peter.

Está la puerta abierta y él se encuentra sentado frente a su escritorio con la computadora encendida.

«Entra, puedo cancelar esta partida», invita al sentir mi presencia.




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